La migración ha sido un proceso regular en la historia de la humanidad, ha estado presente desde los primeros tiempos y permite que las personas busquen nuevas oportunidades en otras latitudes.
El problema es que no toda migración es voluntaria y en ocasiones ni siquiera se hace para buscar mejores condiciones, sino que se realiza de manera forzada para salvar la vida.
En otros países como Colombia, el fenómeno del desplazamiento forzado, provocado por la violencia y el crimen organizado, ha sido estudiado en extenso, ya que se estima que 4 millones de personas han tenido que dejar su hogar por miedo a ser víctimas de ataques.
En México el problema no llega a dichas dimensiones, pero la cantidad de desplazados va en aumento y ya se puede considerar una crisis humanitaria, poco estudiada y sobre la que no se han implementado políticas públicas efectivas para su atención.
El programa de Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana estima que, en 2024, un aproximado de 26 mil personas tuvieron que dejar de manera involuntaria su hogar para trasladarse a otro municipio, siendo la principal razón de ello la incursión de grupos de delincuencia organizada, que provocó la huida de personas en decenas de localidades de todo el País.
Para complementar estos datos, la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos ha estimado que desde 2012 se tiene conocimiento de casi 380 mil personas desplazadas en México, lo cual ya constituye un problema urgente que debe ser atendido. Es como si toda la población de una ciudad del tamaño de Pachuca se hubiera mudado en un lapso de 13 años.
En políticas públicas uno de los primeros pasos para diseñar acciones para hacer frente a un problema es delimitarlo, saber con certeza dónde se focaliza y a quienes afecta, es por ello que el presente texto girará en torno a las mayores crisis de desplazamiento forzado que hemos experimentado en México en los últimos años.
1. En Guerrero encontramos los dos primeros nodos de desplazamiento forzado, el primero de ellos se ubica en la zona de Tierra Caliente y la Sierra Sur, con especial énfasis en los municipios de Leonardo Bravo, Heliodoro Castillo, San Miguel Totolapan y Ajuchitlán del Progreso.
Suman un aproximado de 5 mil desplazados derivado de los constantes enfrentamientos de las organizaciones que se pelean la zona, que es la principal productora de amapola del país.
En dicho conflicto participan la Familia Michoacana, los Tequileros, el Cártel Jalisco Nueva Generación, Guerreros Unidos, los Tlacos y el Cártel de la Sierra Sur.
2. El segundo nodo se ubica en los municipios de Chilapa y Zitlala, con cerca de 2 mil personas desplazadas, producto de la disputa entre los Ardillos y los Tlacos, las dos células delictivas más fuertes en esa región, que han incrementado las hostilidades en los últimos años.
3. En el norte de Sinaloa encontramos el tercer nodo, con un desplazamiento forzado estimado de 9 mil personas en los municipios de Choix, El Fuerte, Badiraguato y Sinaloa, que se generan por pugnas internas del Cártel de Sinaloa y los enfrentamientos que este tiene con otros grupos como la Organización de los Beltrán Leyva.
4. Un cuarto nodo se ubica al sur de Zacatecas en los municipios de Jerez, Tepetongo, Nochistlán, Fresnillo y Valparaíso, en donde más de 10 mil personas ha dejado su hogar huyendo de la violencia de la guerra entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa.
5. El quinto nodo lo tenemos en el sur de Michoacán, en donde las hostilidades constantes entre Cártel Jalisco Nueva Generación, los Viagras y el Cártel de Tepalcatepec ha provocado la huida de cerca de 3 mil personas de la región, de los municipios de Apatzingán, Aguililla, Parácuaro, Tepalcatepec, Coalcomán y Aquila.
6. En Chihuahua está el sexto nodo de desplazamiento forzado, en el sur de la entidad, colindante con Durango y Sinaloa, en los municipios de Guadalupe y Calvo, Balleza, Guachochi, Morelos y Batopilas, en donde se enfrentan células de las dos facciones del Cártel de Sinaloa y además se suman elementos de la Línea del Cártel de Juárez y han generado cerca de 1 mil 500 desplazados.
7. Mientras que en Chiapas hay dos nodos claramente identificados, el que corresponde al séptimo caso es la región de los Altos, en los municipios de Pantelhó, Chalchihuitán, Chenalhó, San Andrés Duraznal y Aldama, donde 14 mil personas han huido de sus hogares por conflictos de tierra, persecución gubernamental y la entrada de organizaciones criminales como el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación.
8. Y también esas dos organizaciones se están peleando los municipios que se encuentran en la frontera de Chiapas con Guatemala, que es el octavo nodo, lo que ha propiciado la huida de cerca de 10 mil personas, generando una situación inédita de desplazados mexicanos pidiendo asilo en Guatemala.
9. El noveno nodo lo encontramos en Teocaltiche, Jalisco, en donde cerca de 900 personas se han tenido que desplazar por un enfrentamiento entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación.
10. Por último, el décimo nodo se ubica en la zona de frontera de Tamaulipas con los Estados Unidos, en donde cerca de 10 mil personas han tenido que migrar de municipios como Mier, Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Valle Hermoso y Miguel Alemán, derivado de la lucha entre el Cártel del Golfo y el Cártel del Noreste.
Derivado de lo anterior, urgen al menos cinco acciones para poder enfrentar de mejor manera la crisis generada por el desplazamiento forzado en México:
- Contar con un censo nacional fiable de personas desplazadas por la violencia, que nos permita identificar con claridad las zonas de expulsión en donde se presenta dicho problema.
- Desarrollar un programa nacional de atención a las familias desplazadas, que permita su incorporación a nuevas comunidades, así como el acceso a oportunidades laborales, educativas, de salud, vivienda y alimentarias.
- Generar dentro de ese programa un esquema de acceso gratuito a la vivienda o a muy bajo costo, que les ayude a estas familias a comenzar de nuevo sin tantas dificultades.
- Estas familias deben recibir atención psicológica, ya que los traumas generados por la violencia, que les hicieron dejar su hogar, pueden haber causado daños en su bienestar emocional.
- Se debe atacar las causas de generación de violencia, para evitar que en el futuro crezca la cantidad de personas desplazadas.
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El autor es profesor investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila, especialista en seguridad y doctor en políticas públicas por el CIDE.