Las antinomias en Monreal

    Infinidad de analistas se preguntan esa gruesa concha política que le permite a Monreal recibir todo tipo de vejaciones y fusilamientos con los que se grita a raudales de que él no será candidato por Morena, y que siéndolo es muy difícil si ya prácticamente se le trata como traidor y se le ha encajonado sin salida en la pretensión presidencial, lo que puede llevar a su ruptura y eventualmente a abanderarse en otro partido o coalición. Pero cabe preguntarse si en realidad, fuera de las habilidades monrealistas en la búsqueda del poder, nepotismo incluido en Zacatecas, ¿qué ha ofrecido Ricardo Monreal como para que por él haya una disposición a partirse la cara por su candidatura presidencial?

    @jgarciachavez

    SinEmbargo.MX

    Cuando hay dos principios en la racionalidad política, se provoca una antinomia, y este puede ser un punto de partida para el análisis del papel que hoy juega Ricardo Monreal como pretendiente de la candidatura presidencial que se disputará en 2024.

    En la contradicción está que tiene todo el derecho para figurar en su búsqueda al interior de su partido, Morena, más allá de que no pronuncie su nombre el Presidente de la República; aunque también está presente el otro principio de que Andrés Manuel López Obrador ya decidió que su sucesora sea Claudia Sheinbaum, la poderosa jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

    Ver bajo esa óptica este aspecto de la sucesión presidencial nos permite establecer elementos de mucha significación en la trayectoria de Ricardo Monreal. El zacatecano es un político consistente, pero fraguado en el PRI que empezó a declinar en 1997, cuando perdió la mayoría en un poder tan relevante como lo es la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

    Ese momento, que cimbró al País, encontró a Monreal como adversario de la acompasada transición mexicana a la democracia. Incluso hay todos los elementos para ubicarlo, jugando al lado de los duros, de los oponentes al cambio.

    Pero como la política es ambición e intereses, cuando buscó la Gubernatura de Zacatecas por el PRI y no fue favorecido, no dudó en buscar la cobija del PRD para dar una disputa que a la postre lo llevó al cargo, y de ahí a figurar como un importante político en la arena nacional. Por sus cargos parlamentarios, hoy es el líder senatorial por Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política, lo que le da su principal plataforma de lanzamiento, apoyado en procesarle al Presidente de la República sus iniciativas, sin mayor discrepancia ni disidencia.

    A lo largo de ese ciclo, ha brincado de un partido a otro, lo que caracteriza a no pocos de los políticos del día de hoy.

    En la antinomia se sabe de la decisión de López Obrador de heredarle el cargo a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, una figura que se caracteriza hasta el día de hoy por la obediencia casi ciega a los dictados de la Presidencia; pero no tiene en su pasado militancia priista, de tal manera que sería la primera aspirante a ese cargo con una historia dentro de la izquierda, lo que afirmo más allá de las valoraciones que a este respecto se puedan hacer.

    En el largo periodo de preponderancia del PRD, en eso que se llama “izquierda”, las preferencias a la hora de escoger los liderazgos y candidaturas, la balanza del poder siempre se inclinó en favor de ex priistas, ex panistas o figuras externas, antes que a hombres y mujeres que habían hecho armas largamente en la izquierda. No viene al caso mencionar los nombres porque son del todo conocidos.

    Quizás López Obrador quiera romper con esa tradición y no creo que sea ningún ingenuo para no advertir que el próximo Presidente de la República, si es de Morena, sea el que sea, se va a sentar en la silla presidencial para ser, no para convertirse en un simple títere del primer ciudadano de Macuspana. En ese marco, la antinomia cobra relevancia porque marcaría un punto de inflexión, cuyo principal sacrificado sería el propio Ricardo Monreal y al que se puede agregar el Canciller Marcelo Ebrard.

    Infinidad de analistas se preguntan esa gruesa concha política que le permite a Monreal recibir todo tipo de vejaciones y fusilamientos con los que se grita a raudales de que él no será candidato por Morena, y que siéndolo es muy difícil si ya prácticamente se le trata como traidor y se le ha encajonado sin salida en la pretensión presidencial, lo que puede llevar a su ruptura y eventualmente a abanderarse en otro partido o coalición.

    Pero cabe preguntarse si en realidad, fuera de las habilidades monrealistas en la búsqueda del poder, nepotismo incluido en Zacatecas, ¿qué ha ofrecido Ricardo Monreal como para que por él haya una disposición a partirse la cara por su candidatura presidencial? Creo, valorado con rigor, que muy pocas cosas.

    No hay que descartar que Monreal, en su senda de búsqueda por el poder de mayor alto rango, se decante por un cargo distinto, pero de alto nivel (conjeturo que sería la Jefatura de Gobierno de la CdMx), al más puro estilo de su vieja escuela en el PRI.

    Y esto lo sostengo, recurriendo a un pensamiento de Maquiavelo, quien emparentó muy bien la política con la zoología: “Hay que ser zorro para conocer las trampas, y león para espantar a los lobos”.

    Creo que hasta ahora ha sido un buen zorro. Y no más.

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