Las dudas a disipar en caso Aimé Joanna
Cuestionan teoría del percance carretero

OBSERVATORIO
    Abracemos a la familia de Aimé y sostengamos la solidaridad hasta que se convenza a la opinión pública de la hipótesis del accidente que determinó ayer la FGE, o bien se haga justicia plena soportada en las adecuadas investigación y acción legal, el último reducto de hogares y comunidades bajo el acecho de circunstancias aciagas. Si hemos de ser un Sinaloa siempre con la guardia en alto, que le corresponda al Estado el hecho de lograr que transitemos de la defensiva a la sensación de ciudadanos amparados.

    sicairos6204@gmail.com

    Urge que la Fiscalía General del Estado demuestre fehacientemente la hipótesis del accidente carretero como causa de la muerte de Aimé Joanna, la joven que el sábado 1 de abril salió desde su casa en Mazatlán y cerca de la medianoche del lunes 3 fue localizada sin vida en un barranco de la carretera libre Mazatlán-Durango, en el municipio de Concordia. Es que, a la consternación generalizada por el desenlace no esperado ni mucho menos deseado, se le agregó la duda sobre el motivo real de la tragedia.

    La violencia persistente, principalmente la que ataca a mujeres, ocasiona que la suspicacia ciudadana esté siempre a flor de piel. Se trata de la desconfianza que es un sentimiento muy cercano al miedo porque nunca sabemos cuándo ese modo de la desdicha va a tocar a la puerta de cualquier sinaloense de bien, aquellos que a diario despertamos agradeciendo que la familia esté bien e íntegra.

    Es importante mantener la mirada fija y los sentidos en alerta en torno al hecho que todavía la tarde del lunes consideraba a Aimé en calidad de desaparecida y se situó de repente en un manto de misterio, el cual le corresponde develar a la ciencia criminalística con las indagaciones convincentes que definan la verdad. En tanto, el deceso de ella es en sí la desdicha para sus seres queridos y el pesar unánime de los sinaloenses, origen de conjeturas que saturan los espacios cibernéticos.

    Se trata de un rompecabezas de sucesos cuya resolución ha de ser pronta y sobre todo a satisfacción de la familia agraviada. Cómo la víctima, estudiante de la Licenciatura en Nutrición de la Universidad de Occidente, de 23 años de edad, avisa el sábado por la tarde que saldría a cenar, publica en WhatsApp una fotografía que la ubica en una gasolinera, al día siguiente la localización de su aparato celular corresponde a un solar baldío de Villa Unión, y aparece la noche del lunes supuestamente accidentada a bordo de un vehículo que es suyo.

    El caso movilizó a la sociedad mazatleca a tal nivel que el Presidente Municipal, Édgar González Zataráin, ordenó desplegar el operativo de localización, mientras se emitió la correspondiente ficha de la Comisión de Búsqueda de Personas en Sinaloa, y en medios de comunicación y redes sociales se activó la colaboración ciudadana, todo con la unánime esperanza de que apareciera sana y salva.

    Todas las posibilidades se manejaron en la congoja popular que predomina cada vez que hay una persona desaparecida, menos la hipótesis del percance carretero en este caso desconcertante. La distancia entre la casa de una tía en que residía en Mazatlán la mujer originaria de Aguacaliente de Gárate, y el sitio en el cual fue hallada sin vida, es el mismo trecho largo que separa la suposición del accidente vial con la sospecha del homicidio doloso. ¿La víctima tenía automóvil propio que emplacó un día antes de desaparecer? ¿Sabía o no conducir como para transitar por una vía complicada? ¿Quién la citó a cenar el sábado? ¿Por qué la ubicación errónea del teléfono móvil? ¿Qué razón la hizo trasladarse por la carretera en la que sucedió el desbarrancamiento?

    Por ello apremian las respuestas y el adecuado esclarecimiento tiene que operar como bálsamo que mitigue el dolor de esta otra herida social. Si hubo la probable intervención criminal que quienes resulten responsables paguen sin que el enorme tobogán de la impunidad les permita deslizarse hacia la ilegalidad. En tal exigencia se agrupó la gente cuando la pesadumbre acompañó a los paseantes a los lugares de recreo por el asueto de Semana Santa.

    Abracemos a la familia de Aimé y sostengamos la solidaridad hasta que se convenza a la opinión pública de la hipótesis del accidente que determinó ayer la FGE, o bien se haga justicia plena soportada en las adecuadas investigación y acción legal, el último reducto de hogares y comunidades bajo el acecho de circunstancias aciagas. Si hemos de ser un Sinaloa siempre con la guardia en alto, que le corresponda al Estado el hecho de lograr que transitemos de la defensiva a la sensación de ciudadanos amparados.

    La Fiscalía tiene la palabra y más que la voz posee los medios humanos y técnicos para rendir un buen informe en relación a este hecho abatidor. Que sea la verdad jurídica la que domine y ésta se establezca por encima del escepticismo alimentado más por la desesperación ciudadana que por la desconfianza en la institución.

    La Fiscal tiene la carga de la prueba porque si la población dejara de confiar en la procuración e impartición de justicia sería porque estamos entrando a un sistema punitivo fallido en el cual el gobierno y la sociedad dejan de creerse uno al otro.

    Reverso

    Ven, Reyna de la Ciruela,

    Desde el lugar donde tú estás,

    Con tu verdad aquí vuela,

    A la justicia fuerza le darás.

    La versión oficial

    En sentido contrario de la presunción de la muerte provocada a Aimé Joanna que se desparramó en las redes sociales, la Fiscal Sara Bruna Quiñónez Estrada dijo ayer textualmente al programa de radio “Los Noticieristas” que “los datos que tenemos ahorita es que iba ella presumiblemente conduciendo toda vez que el cadáver fue encontrado del lado del conductor, donde está el volante. Sí cayó a un barranco. Tenía lesiones compatibles con un hecho de tránsito y podemos, presuntamente suponer que la causa de la muerte se debió a traumatismo craneoencefálico, producto de la voladura del vehículo y que se golpeó con el tablero”.

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