Las iglesias ya no se llenan en Sinaloa

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    omar_lizarraga@uas.edu.mx
    El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en sus censos de población y vivienda, incluye la variable Religión. En este indicador, tenemos que, en el estado de Sinaloa, en comparación con otras entidades, ha crecido el ateísmo y el protestantismo.

    Una buena parte de mi infancia la viví con mis abuelos maternos en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Si bien la población de aquella metrópoli es bastante católica ahora, en aquellos años 80, lo era aún más. Todos los días, invariablemente a las 6 de la tarde, acompañaba a mi abuela a misa. Era un buen centro de reunión, la iglesia siempre estaba llena, tanto que muchas personas escuchaban el sermón desde el exterior.

    Durante unos años de primaria y otros de secundaria, acudí a una escuela católica, en ese microcosmos, quien no cumplía con los requisitos del buen católico, o no iba la iglesia, se convertía inmediatamente en sospechoso; alguien ajeno o diferente, o peor, de ser protestante. De manera que todo evento social o familiar en esos días de mi infancia giraba en torno a la iglesia.

    De hecho, muy pocas personas saben esto (y seguramente muchos que me conocen ahora, no me lo creerían), pero un tiempo consideré seriamente ingresar al seminario y formarme como sacerdote.

    Por azares del destino, mi familia migró a Mazatlán en los años 90, dejando atrás esa atmósfera católica. Ahora, tengo que confesar que tengo años sin entrar a una iglesia, creo que se debe a que la sociedad sinaloense es mucho menos religiosa que en otras entidades del centro y sur del País.

    Pero esta no es una mera percepción personal, hay datos que así lo confirman. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en sus censos de población y vivienda, incluye la variable Religión. En este indicador, tenemos que, en el estado de Sinaloa, en comparación con otras entidades, ha crecido el ateísmo y el protestantismo.

    La población total del estado, hasta el año 2020, era de 3 millones 26 mil 943 personas. De ese total, 2 millones 196 mil 411 personas declararon profesar la religión católica, esto es el 78.4 por ciento. Un porcentaje que se puede considerar bastante alto.

    Pero hay otro porcentaje de población que se declara no-católica (protestante y/o evangélica) que para el mismo año 2020, representaban un total de 262 mil 212 personas, es decir el 8.6 por ciento de la población total del estado. Este segmento de población ha ido creciendo en los últimos 30 años, ya que en el año de 1990 eran tan sólo 77 mil 562 personas. Tomando en cuenta la población total del estado en aquel año (1 millón 849 mil 879 habitantes), tenemos que la población no-católica representaba sólo el 4 por ciento. Es decir, en 30 años la población que profesa una religión protestante se duplicó en términos relativos.

    Hay otro dato que llama la atención, y es el de la población sinaloense que declara no profesar religión alguna. En este caso estamos hablando de un total de 332 mil 150 personas, es decir, el 11 por ciento de la población estatal. Esta población que podemos describir como atea, también creció más del 100 por ciento en los últimos treinta años, pues en 1990 representaba al 5 por ciento de la población total de aquel año.

    Si comparamos la población católica en Sinaloa con la de otra entidad como Guanajuato, uno de los estados más católicos del País, tenemos un 78 por ciento católico sinaloense, en contraste con el 91 por ciento de católicos guanajuatenses. Allá sólo el 4 por ciento profesa una religión distinta a la católica, y un 3 por ciento no profesa ninguna religión.

    En el caso de Mazatlán, los porcentajes muestran un ligero mayor índice de protestantismo y ateísmo que a nivel estatal. Aquí, el 76.8 por ciento de la población total se declara católico (2 puntos menos que a nivel estatal), y el 11 por ciento profesa una religión distinta a la católica (3 puntos más que a nivel estatal).

    A lo que ha pasado en Sinaloa; este proceso de desapego de una sociedad hacia las doctrinas oficiales de sus iglesias y una menor observancia de sus ritos, los sociólogos lo llaman secularización. Desde este enfoque, a medida que las sociedades se modernizan, se hacen más seculares. Dicho de otro modo, la modernidad está íntimamente relacionada con el hecho de que las iglesias ya no se llenen.

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