Lo bueno, lo malo y lo feo de las rentas vacacionales

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    omar_lizarraga@uas.edu.mx
    Las quejas van desde el ruido causado por los visitantes, hasta problemas con el estacionamiento. Otras molestias que manifestaron los vecinos, es el ruido causado por los turistas, el comportamiento ebrio, gestión de desechos, competencias por el estacionamiento, hasta problemas de convivencia por actitudes ‘incívicas’ de determinados visitantes.

    En mi colaboración del pasado 7 de agosto argumentaba con datos, que las rentas vacacionales en Mazatlán (y en otros destinos turísticos) han ido desplazando a la hotelería tradicional en cuanto a oferta de hospedaje. Esto se debe, principalmente, a las ventajas económicas que los turistas encuentran alquilando una casa o departamento.

    Lo bueno o malo de cualquier fenómeno social, depende del punto de vista del que se mire. Lo bueno de las rentas vacacionales, es que los beneficios económicos del turismo se reparten entre más personas. Porque, en el modelo de rentas vacacionales (principalmente por Airbnb) cualquier familia o persona, puede obtener un ingreso mediante el alquiler de una propiedad, o incluso de una habitación durante los periodos vacacionales o fines de semana. De esta manera, los beneficios económicos del turismo no se quedan solo en manos de los grandes inversionistas hoteleros.

    Por supuesto, como todo, tiene también su lado negativo. Los impactos que generan el auge de las rentas vacacionales, tienen que ver con la percepción que tienen los residentes permanentes que se avecinan con los mismos turistas.

    De acuerdo a una investigación que realizó mi alumno Jesús Parra, en un fraccionamiento de Mazatlán, en el cual hay una oferta considerable de unidades por la plataforma Airbnb, encontró que los impactos negativos son principalmente relacionados con las relaciones tensas entre la comunidad residente y los turistas.

    En los residenciales que no fueron planeados para rentas vacacionales, y viven principalmente residentes permanentes, sucede que al convivir cotidianamente con turistas diferentes cada fin de semana, tienen sentimientos de invasión, de desplazamiento físico y psicológico de lugares familiares (real o percibido). Manifiestan también un sentimiento de pérdida de control sobre el futuro de la comunidad, sentimientos de pérdida con respecto a la pertenencia o apego a la comunidad, sentimientos de frustración y resentimiento hacia los visitantes.

    Sus entrevistados consideran que la seguridad de su vecindario no se ha visto afectada por el arribo de turistas a la zona. Sin embargo, opinan que la llegada de personas ajenas a su espacio habitual perturba su tranquilidad, ya que son causantes de nerviosismo, aunado a la generación de un exceso de basura dada la falta de reglamento y educación.

    Las quejas van desde el ruido causado por los visitantes, hasta problemas con el estacionamiento. Otras molestias que manifestaron los vecinos, es el ruido causado por los turistas, el comportamiento ebrio, gestión de desechos, competencias por el estacionamiento, hasta problemas de convivencia por actitudes “incívicas” de determinados visitantes.

    En este sentido podemos observar que, en algunos casos, los turistas residenciales han venido a afectar las regulaciones al interior de los cotos; han aumentado la vigilancia, han elevado las multas para poder conservar el orden. En algunos cotos residenciales, incluso ya han establecido en sus reglamentos internos, la prohibición de rentas vacacionales.

    Estas percepciones negativas se generaron en un residencial, en el que la mayoría de sus habitantes son residentes permanentes. Otras opiniones más favorables pudieran resultar en edificios de departamentos construidos ex profeso para rentas vacacionales. Mi opinión, es que cada vecindario o residencial tome sus decisiones al interior; que se democratice y se respeten los reglamentos que construyan la mayoría de sus propietarios.

    Pero lo feo, es que, ante la falta de regulación de las rentas vacacionales de casas y departamentos, muchas veces los turistas han sido víctimas de fraudes. Es lamentable que, en cada periodo vacacional, personas sin escrúpulos estén usando el Internet para engañar a nuestros visitantes ofreciendo propiedades que no cumplen con lo prometido, o que simplemente no existen.

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