Lobas: Mujeres ‘hombreriegas’

ENTRE COLUMNAS

    Un hombre mujeriego es aquel que mantiene relaciones amorosas con más de una mujer a la vez. O bien, suele pasar de una pareja a otra continuamente sin pensarlo demasiado. Un fin de semana lo ven divirtiéndose con una chica, y al próximo lo verán con otra. Los hombres con este perfil no suelen sentir remordimiento por los corazones rotos que dejan atrás, su prioridad es satisfacer el placer propio, o incluso en algunos casos, su ego personal.

    Aquel personaje de Don Juan, de “El Burlador de Sevilla y Convidado de Piedra”, obra atribuida a Tirso de Molina, bien encaja con el modelo tradicional de hombre mexicano. Cuenta la historia de un astuto caballero, noble español, llamado Don Juan Tenorio, quien sedujo a distintas mujeres mediante mentiras y engaños, y una vez que había “gozado de ellas”, es decir, una vez que había saciado su necesidad de placer, huía.

    En la cultura popular mexicana, el ser mujeriego es un elemento que se considera en la masculinidad, ésta se refiere a la demostración pública de que se es sexualmente activo; de tener el poder, ya sea económico o simbólico para tener muchas mujeres.

    En México esto no es un factor de desaprobación social entre los congéneres masculinos, pero ¿qué pasa cuando ocurre en sentido contrario? Es decir, cuando las mujeres son las que tienen muchas parejas. Pues, sucede que desde el imaginario colectivo se les suele estigmatizar y/o denigrar considerándolas promiscuas o ninfómanas. Como si sólo el hombre tuviera el derecho a la libertad sexual.

    Pero la mujer moderna está cada vez más empoderada e independiente en todos los sentidos. Ahora tienen su propio dinero y, por tanto, su posición en la sociedad ya no es la que solía ocupar. Ahora es una profesional liberal, que toma sus propias decisiones, tiene recursos propios y cuida de su apariencia. Ahora también puede “probar” a un hombre y si no le satisface en algún sentido, podrá salir con otro y luego con otro.

    La palabra “hombreriega” no existe aún en el diccionario, pero distintas notas periodísticas hacen referencia al término como equivalente al de mujeriego. El sociólogo Luis Paladines explica que generalmente estas mujeres disfrutan al máximo su libertad, evaden el compromiso y restan importancia al “qué dirán”.

    La psicóloga y sexóloga Ana Castro Liz, comenta que generalmente vienen de relaciones en las que se sintieron traicionadas y temen enamorarse de nuevo, por lo que evitan el compromiso afectuoso.

    Por su parte el psicólogo Samuel López de Victoria, las llama “Lobas” (she-wolf), haciendo referencia al libro de Clarissa Pinkola. Parte de la premisa de que toda mujer, sin excepción, alberga en su interior a una mujer salvaje; que sabe protegerse de los depredadores dejando a un lado la ingenuidad o la inexperiencia.

    Ella, la loba, “siente que no hay otro modo de salir airosa de las situaciones que la vida le presenta: tiene que enseñar los colmillos. La loba no demanda, sino que ofrece. No pide, sino que se da: no está domesticada. Si actúa de esa forma es porque se siente con poder. Sabe que puede irse cualquier día, no tiene miedo de darse a otro porque es libre. No teme sufrir porque sabe que es fuerte”.

    Nuestra sociedad está cambiando, la mujer se ha empoderado social y económicamente, así que cada vez son más comunes las mujeres “lobas” y “hombreriegas”.

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