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"Éthos"

"Los halagos y lisonjas"

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ÉTHOS
09/07/2017 21:30

    Son escasas las personas inmunes a los halagos y lisonjas. Los aduladores endulzan el oído con palabras suaves y zalameras. Alaban por delante, mientras acuchillan por detrás. “Uno puede defenderse de los ataques; contra el elogio se está indefenso”, señaló Freud.
     
    Casi no hay persona que no ceda ante la lisonja. Por más equilibrada que se manifieste, es difícil que no caiga prisionera en la red que le tiende el halago.
    Basándose en el relato de la muerte de Julio César que narró Plutarco en su vida de Marco Bruto, el genial Francisco de Quevedo escribió un texto sobre el halago y la lisonja que no tiene desperdicio.
    “Los que para hacerle aborrecible le añadieron corona, dignidad y poder, para matarle le prendieron con la adoración, le cercaron con las reverencias, y le cegaron con los besos. Más homicidas fueron aquí los abrazos que los estoques. Debo decir que sin aquéllos no lo supieran ser éstos. Bien puede haber puñalada sin lisonja, mas pocas veces hay lisonja sin puñalada. Pocos tienen a la adulación por arma ofensiva, y menos son los que no la padecen. Es matador invisible a la guarda de los monarcas; éntrales la muerte por los oídos, envainada en palabras halagüeñas.
    “Las caricias en los palacios hacen traiciones y traidores; y cuando son menos malas, son prólogos de la disimulación. Tan desnuda anduviera la mentira como la verdad, si la lisonja no la vistiera de todos colores. Es la tienda de todos los aparatos del engaño, de todos los trastos de maldad.
    “Humillábanse éstos a César para derribarle; llegábanse a él para apartarle de la vida; llevábanle en los abrazos las heridas, y en los besos la ceguera”.
    ¿Cedo al veneno de los halagos y lisonjas? ¿Permanezco inmune a sus embates?
    @rodolfodiazf