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"EL OCTAVO DÍA"

"Los Mochis: en un umbral cultural"

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EL OCTAVO DÍA
05/06/2017 01:48

    La ciudad de Los Mochis nació hace poco mas de cien años como una utopía: producto del sueño el socialista Albert K. Owen, quien logró los permisos de gobierno mexicano para levantar a una colonia en esa zona que antes solo tuvo una población dispersa, pequeñas rancherías y poblados indigenas que de pronto tuvieron un centro de eclosión. 

    No sé logró crear esa comunidad perfecta (había un plano curioso con cientos de glorietas y plazas que daban la noción de un laborioso panal), pero se alcanzó un alto grado de progreso y los anglosajones se quedaron a “hacer la América” en su propio continente. 

    El resultado fue la primer ciudad del país en ser planificada urbanamente y cuyo trazo moderno, amplias avenidas y calles de servicio, aun mantiene armonía y funcionalidad.

    El progreso podría sintetizarse en tres cosas. Un valle fértil, un puerto de condiciones aptas para el tráfico naviero y una estación de ferrocarril que a futuro se conectaría con el centro y sur de los Estados Unidos.

    Sinaloa fue un estado que se benefició con la pérdida del territorio nacional en la guerra de 1847 al quedar mucho más cerca de la frontera durante el boom comercial de la Fiebre del Oro y aumentar otro tipo de lazos comerciales y mayor movilidad internacional.

    Aún ciudad pequeña, Los Mochis siempre tuvo mucho mundo. Se mantuvo un contacto directo con los Estados Unidos, tanto en cuestiones tecnológicas como las modas mismas en el vestuario, los gustos culturales y de consumo y el sitio no dejó de estar bajo la mirada y el escrutinio de nuestros vecinos del norte.

    Fue una ciudad donde el universo anglosajón no se confrontó con las poblaciones mestizas e indígenas y en la Revolución, el iracundo caudillo Felipe Bachomo no afectó jamás los intereses del empresario Benjamin Johnston. 

    Existía una alambrada metálica similar a la que García Márquez menciona en Cien Años de Soledad al narrar el auge del banano en Macondo, pero la visión utópica de una sociedad nueva y desprejuiciada facilitó la integración

    A partir de la muerte de Johnston, a ciudad vivió un amplio movimiento obrero, concentrado tanto en el Ingenio de los Mochis como el entorno del ferrocarril. 

    No afectó a la ciudad el Crack económico del 29; al contrario, incluso resultó beneficiada con la posterior prohibición del alcohol y su posición estratégica para el envío de producto a la frontera. Los locos años 20 se prolongaron hasta buena parte de la década de los treinta y, sin exageración, se llegó a vivir un entorno refinado y lúdico a la manera de El Gran Gatsby.

    Logro crearse con esfuerzo una vida cercana al arte: escritores y pintores de escala nacional ahí nacieron y se formaron.

    Hoy la ciudad vive un momento cultural difícil, ya que el nuevo y gigantesco Teatro Ingenio, que podría impulsar el movimiento cultural como en su momento lo hizo aquí el Teatro Angela Peralta, ha sido cedido a un grupo particulares.

    Con la ayuda del cabildo ahomense, una administración municipal que se declaró incapaz de administrar el Teatro Ingenio, y una incertidumbre existente sobre los terrenos donde se asienta este edificio, se aprobó el comodato del teatro por 20 años, a manos de la Impulsora de la Cultura y las Artes  (IMCA), comodataria del Museo Trapiche y el CIE.

    El problema es que es dinero público y mucho, efectuándose este acto ignorando a la comunidad cultural local, que es la que a fin de cuentas activaría ese sitio.

    Ojalá esto se resuelva para que este costoso teatro no se vuelva, más que un elefante blanco, una nueva alambrada cultural.

    La historia de la ciudad demuestra que los amigos mochitecos pueden con el paquete y mucho más.