Jorge del Rincón Bernal
Los Reyes Magos tienen unos 2,000 años de antigüedad. En contraste con la historia de Papá Noel cuya costumbre se estableció en el Siglo 19 y su imagen actual se la debe a la firma Coca-Cola.
La historia vincula a los Reyes con el nacimiento de Jesús de Nazaret y, tal y como narra el evangelio se expone que con el nacimiento del Niño Jesús la Virgen recibió la visita de los Reyes Magos y, cada uno de ellos portaba un obsequio por el nacimiento.
En sus cofres transportaban mirra, oro e incienso para simbolizar la riqueza. Pero los Reyes Magos que conocemos en la actualidad no son los que recoge el Nuevo Testamento, pues los tres (Melchor, Gaspar y Baltasar) parece que no se dieron a conocer hasta el Siglo 5, fecha que data las primeras referencias.
Los Magos de oriente son personajes citados en la Biblia, en el Nuevo Testamento. Es poco lo que realmente se sabe de ellos: se ignora cuántos eran y de qué tierras proceden. Escrituralmente, solo es sabido de ellos lo que cuenta el Evangelio de Mateo: Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que acaba de nacer? (Mateo 2,1-2).
Y al entrar en la casa, vieron al Niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes… (Mateo 2:11).
La tradición cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, que iban guiándose por una estrella que les condujo hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciendo oro (presente conferido a los reyes), incienso (empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos).
Antes de llegar, en la ciudad de Jerusalén, encontraron al Gobernador Herodes El Grande, quien astutamente les conminó que de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño, para poder ir él también a adorarle. (En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó la matanza de los inocentes).
La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los tres Reyes Magos y les advirtió del peligro que corría Jesús si ellos obedecían el deseo de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo sitio.
Parece ser que por el hecho de que el relato Evangélico indicara que trajeron tres dones (oro, incienso y mirra), se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían. Aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran dos, cuatro, siete y hasta doce.
La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda Persa, tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Melchor, Gaspar, Baltasar...
Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad y representantes de las tres edades del hombre.
San Mateo nos deja ver que eran astrónomos que conocían con precisión el movimiento de la estrella. Aunque bien intencionados, su visita es causa de turbación general y del celo de Herodes (2:3). A pesar de ser anciano y de haber reinado ya por más de treinta años, Herodes les ruega que averigüen el sitio preciso del nacimiento del Mesías (2:8) con el fin de acabar con su potencial sucesor. Los sabios, que no sospechan esto, encuentran al Niño, al cual adoran y obsequian oro, incienso y mirra (2:11), pero prevenidos por un ángel (2:12), no regresan con Herodes. Iracundo, el rey manda a matar a los niños menores de 2 años. Para entonces, José ha sido avisado en sueños (2:13) de huir a Egipto con los suyos.
A partir de ese relato, tanto la Iglesia Católica como el vulgo en general han ido elaborando una historia sobre los hechos y la personalidad de estas tres figuras, incluyendo el presunto estatus real.
También, para facilitar la asistencia a la Santa Misa en este día festivo, la Iglesia puede mover la celebración de los Reyes en el calendario litúrgico, al domingo. En ciertas ciudades de nuestro país es un día tan importante como la misma Navidad, ya que son los Reyes los que traen los juguetes a los niños, por lo que sería imperdonable quitar esta fiesta tan importante en nuestro país, y en casi todas las latitudes del orbe.
Ahora, mis amables lectores, les comparto una leyenda recibida por WhatsApp que, sin ser parte de la Revelación, nos enseña lo que Dios espera de nosotros:
Se cuenta que había un cuarto Rey Mago (Artabán), que también vio brillar la estrella sobre Belén y decidió seguirla. Como regalo pensaba ofrecerle al Niño un cofre lleno de perlas preciosas. Sin embargo, en su camino se fue encontrando con diversas personitas que iban solicitando de su ayuda.
Este Rey Mago las atendía con alegría y diligencia, e iba dejándole una perla a cada uno. Pero eso fue retrasando su llegada y vaciando su cofre. Encontró muchos pobres, enfermos, encarcelados y miserables y no podía dejarlos desatendidos. Se quedaba con ellos el tiempo necesario para aliviarles sus penas y luego procedía su marcha, que nuevamente era interrumpida por otro desvalido.
Sucedió que cuando por fin llegó a Belén, ya no estaban los otros Magos y el Niño había huido con sus padres hacia Egipto, pues el Rey Herodes quería matarlo. El Rey Mago siguió buscándolo, ya sin la estrella que antes lo guiaba.
Buscó y buscó y buscó… y dicen que estuvo más de treinta años recorriendo la tierra, buscando al Niño y ayudando a los necesitados. Hasta que un día llegó a Jerusalén justo en el momento que la multitud enfurecida pedía la muerte de un pobre hombre. Mirándolo, reconoció en sus ojos algo familiar. Entre el dolor, la sangre y el sufrimiento, podía ver en sus ojos el brillo de la estrella. Aquel miserable que estaba siendo ajusticiado era el Niño que por tanto tiempo había buscado!!
La tristeza llenó su corazón, ya viejo y cansado por el tiempo. Aunque aún guardaba una perla en su bolsa, ya era demasiado tarde para ofrecérsela al Niño que ahora, convertido en hombre, colgaba de una cruz. Había fallado en su misión...
Y sin tener a dónde más ir, se quedó en Jerusalén para esperar que llegara su muerte.
Apenas habían pasado tres días cuando una luz aún más brillante que la de la estrella, llenó su habitación. ¡Era el Resucitado que venía a su encuentro!
El Rey Mago, cayendo de rodillas ante él, tomó la perla que le quedaba y extendió su mano mientras hacía una reverencia. Jesús le tomó tiernamente y le dijo:
“Tú no fracasaste. Al contrario, me encontraste durante toda tu vida. Yo estaba desnudo, y me vestiste. Yo tuve hambre y me diste de comer. Tuve sed y me diste de beber. Estuve preso, y me visitaste. Pues yo estaba en todos los pobres que atendiste en tu camino.
Pienso que lo que les podemos pedir a estos personajes en estos momentos de “crisis económica” en nuestro país es la paz para nuestro México, y que guíe nuestras inteligencias y corazones para tomar decisiones ponderadas que nos lleven a respetar, servir y amar a todas las personas de buena voluntad sin excepción.