Luis Buñuel, entre a la realidad y el deseo

EL OCTAVO DÍA
    Don Luis ejerció una gran influencia en muchos artistas mexicanos de los años 60, no necesariamente cineastas, como fueron Carlos Fuentes, Pepe de la Colina y Jose Luis Cuevas, amigos tuyos que le dedicaron parte de su obra

    Hace 40 años se fue don Luis Buñuel, una gran figura no sólo del cine internacional, el cine surrealista, y el cine mexicano, tres universos discordantes donde él se movió como cisne en la jungla, a pesar de las limitaciones tecnológicas de la época, la censura y, sobre todo, la autocensura de sus productores.

    Recomiendo a todo mundo que lea sus memorias, el hermoso libro “Mi último suspiro”, donde con gran sinceridad y autocrítica narra sus años de formación y madurez.

    Ahí nos dice algo revelador: “Yo nací en un pueblo en el que se vivió como en la Edad Media hasta la Primera Guerra Mundial. Las duras batallas del instinto contra la castidad, aunque no pasaran de simples pensamientos, nos daban una abrumadora sensación de culpabilidad“,

    Buñuel fue de los primeros en manejar en el cine los tormentosos secretos del deseo, la culpa y la locura en el alma humana; hoy ya vemos con naturalidad películas con personajes de mentes retorcidas tipo “El silencio de los inocentes”, “Terciopelo azul” de David Lynch y otras más morbosas, por mencionar las pioneras de hace 25 años, en un campo que él mismo inauguró.

    En los años 20 en Francia y en los 40 del cine mexicano, Buñuel comenzó a trotar esa nube ionizada de la conciencia, sin necesidad de usar asesinos seriales para personificar el mal total, salvo en “Ensayo de un crimen”.

    Aquí en México muchos vimos “Nazarín”, “Los olvidados”, “El gran calavera” -hoy deformada como “Nosotros los nobles”- sin darnos cuenta que eran producciones cumbre, matizadas, de este singular artista.

    Curiosamente, sus tres películas mexicanas hechas con libertad las hizo bajo la producción del millonario y playboy Gustavo Alatriste, típico personaje de los años 60, que le permitió dirigir sin censura las obras maestras que fueron Viridiana, (Palma de oro en el festival de Cannes), El ángel exterminador y Simón del desierto, donde Silvia Pinal hace el papel del diablo que intenta llevar al pecado al monje Simón el estilita, magistralmente interpretado por Claudio Brook.

    Alatriste, cuyo uno de sus hijos vivió un tiempo en Mazatlán impulsando el teatro estudiantil, fue un personaje peculiar que quería hacer un cine de alto nivel, no tan elemental como algunos dicen, de que simplemente quería hacer películas en que luciera su novia, la inolvidable Silvia Pinal.

    Alguna vez contó Alatriste que había acomprado los derechos de la obra teatral “Panorama bajo el puente”, de Arthur Miller, y Buñuel le dijo que no podría hacerla: “ya está filmada, la hizo el indio Fernández, se llama “La malquerida” y yo no puedo hacerla mejor que él”...

    Ésa sola frase es un reconocimiento de un gran genio a un artista mexicano... otro director que Buñuel reconocían como muy bueno y ha sido poco recordado por el tiempo es Chano Urueta, de quien Buñuel se asustaba porque dirigía a las películas con una pistola de la vista para evitarse problemas con el sindicato.

    Buñuel tenía un humor muy especial, contaba que en “Los olvidados” quedaron muy bien los diálogos porque contó con el apoyo del mismo guionista de “Nosotros los pobres”, Pedro de Urdimalas, quien le pidió que no le diera crédito porque la pelicula tenía “mucha cochambre”. Buñuel siempre se refirió a él en venganza como “Pedro de Urdemalas”, mas nunca le escatimó el mérito.

    Don Luis ejerció una gran influencia en muchos artistas mexicanos de los años 60, no necesariamente cineastas, como fueron Carlos Fuentes, Pepe de la Colina y Jose Luis Cuevas, amigos tuyos que le dedicaron parte de su obra.

    Tanto manejo del tema religioso, al que criticaba mucho, hacía sospechoso a don Luis. En la película “En este pueblo no hay ladrones”, él hace un papel de broma como el sacerdote regañón del pueblo que da una misa muy estruendosa a las beatas. (Él se quejaba de qué el director lo trató con demasiado respeto y por su eso no actúa muy bien; en cambio el sacristán, como lo trajeron cortito marcándole los gestos, hace un mejor papel.

    En mis años de formación leí libros de entrevistas y reseñas sobre sus películas y tardé años en poder verlas. Estaban disponibles solo en cine clubes y casi no en televisión. Su primer clásico, “Un perro andaluz”, lo vi por primera vez en el canal MTV a fines de los años 80 como una curiosidad al azar.

    Usted que puede, entre a la realidad y el deseo, con Luis Buñuel.

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