Margarita, la ejemplar esposa de don Benito Juárez, desde la trinchera del hogar, supo combinar su convicción de ama de casa, con su responsabilidad ciudadana; por ello, bien merece que se acentué el reconocimiento a su ejemplar vida.

    Febrero loco y marzo otro poco, y sí, el clima que ha prevalecido en el marzo de los idus, lo está reconfirmando con acentuado frío mañanero, aires acalorados al medio día, y a partir de las horas cercanas a la caída del sol, el retorno de lo gélido. Por supuesto, las típicas ventoleras del tercer mes del año, no han faltado a su cita anual.

    Además de la fecha del término para que las personas morales cumplan con su obligación de rendirle cuentas al exigente socio recaudador a través de la declaración anual de impuestos, esto es, el día último del presente mes, tenemos dos efemérides a las que se les da un especial realce.

    La primera, el día 8, marcado para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, con una serie de eventos que remarcan la necesidad de darle plenitud a la igualdad de género, lucha del sector femenino, que, en cuanto a lo normativo, poco a poco ha caminado, y en menor medida, también ha hecho mella en el espíritu machista.

    A tan significativo día, le sigue la conmemoración del nacimiento del célebre oaxaqueño Benito Juárez, quien ocupa un lugar preponderante dentro de la historia nacional, aunque no exento de la crítica de algunos historiadores que no la piensan dos veces para restarle méritos a su difícil historia de vida. Pero bueno, así es esto, y el llamado Benemérito de las Américas, tampoco alcanzó el grado de monedita de oro, entre el núcleo de los que han escrito la historia nacional.

    Las citadas efemérides reverberan dentro del mes de marzo, más sin embargo, en mi campestre opinión, también merece significar la fecha de nacimiento de doña Margarita Eustaquia Maza Parada, la enamorada esposa de don Benito; la mujer que no se fijó en pequeñeces de apostura, origen y posición social del hombre que elegiría por esposo, 20 años mayor que ella, sino que percibió en él, un ánimo extraordinario de superación y muestras de ser un hombre de bien.

    En la mayoría de las fuentes de información se señala el miércoles 29 de marzo de 1826 como la fecha de su nacimiento, registrada como hija adoptada por los señores Antonio Maza Padilla y Petra Parada Singüenza, de condición económica acomodada.

    Con ese antecedente, se desprende que Margarita, también dejó la comodidad familiar que le brindaba buen trato, una cama mullida y alimentos garantizados, para formar su hogar bajo circunstancias nada favorables, que con el tiempo, se fueron agravando, mismas que supo sortear con admirable entereza.

    Tal vez a las del ala extrema del movimiento feminista no les agrade mucho mi simpatía y admiración por la que fuera Primera Dama de México, la que se distinguió por mantenerse al lado de Juárez contra viento y marea; solidarizándose con sus ideales y manteniendo la relación conyugal a pesar de las difíciles, dificilísimas circunstancias sobre las que navegó. Las persecuciones, apreturas económicas, amenazas de muerte, destierros, fueron el pan de cada día para el matrimonio Juárez Maza. Y, por si fuera poco, con la responsabilidad de 12 procreados, de los cuales, cinco perdieron la vida a corta edad.

    Del epistolario sostenido por don Benito y su esposa, los historiadores aseguran, que, de las cartas suscritas por ella, se desprende que era una mujer inteligente, comulgante de las ideas liberales de su Benito, y que seguramente, compartieron opiniones sobre algunas decisiones políticas del itinerante Presidente de la República.

    Las crónicas de la época cuentan que la señora Maza de Juárez, también era poseedora de una altísima sensibilidad social y muy apreciada por la sociedad en general, de tal suerte, que el día lunes 2 de enero de 1871, fecha de su muerte, los funerales se vieron colmados por una gran multitud ciudadana.

    Margarita, la ejemplar esposa de don Benito Juárez, desde la trinchera del hogar, supo combinar su convicción de ama de casa, con su responsabilidad ciudadana; por ello, bien merece que se acentué el reconocimiento a su ejemplar vida. ¡Buen día!

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