|
"Observatorio"

"Matar al PAN que ya había muerto. Imposible que soportara más saña"

""
OBSERVATORIO

    alexsicairos@hotmail.com

     

    El Partido Acción Nacional había muerto desde el 1 de julio, pero el sepelio ocurrió hasta el domingo 11 de noviembre. Los que lo mataron después de tenerlo secuestrado desde agosto de 2015, se quedaron con el cadáver hasta verlo pudrirse y enseguida devorarlo como aves carroñeras. Fue antier cuando lo vistieron de demócrata y le dieron sepultura.

    El PAN no resistió ser rehén durante casi una década de castas de poder que lo querían para ellas. Para nadie más. El reporte de los peritos dice que murió por una sepsis de antidemocracia, sin embargo, la militancia sospecha que el final sobrevino por el abandono y las desidias a la cual lo sometieron las cúpulas albiazules.

    En la carpeta de evidencias queda asentado que el partido que fundó Manuel Gómez Morín había sobrevivido a ataques brutales, pero no resistió el tormento al que lo sometieron sus últimos plagiarios. De 2001 a 2006, Vicente Fox Quezada le propinó golpes de petulancias que le destrozaron la credibilidad a la víctima. Los siguientes seis años Felipe Calderón le mató la autoestima al salpicarlo con la sangre de más de 100 mil homicidios dolosos.

    Con Ricardo Anaya al frente del PAN desde agosto de 2015, el partido entró a un proceso de desnutrición encaminándolo a la defunción por inanición ya que se le dejó de alimentar con los nutrientes de convicción, principios, compromiso social y democracia interna. Esa es la razón de la conjetura de muerte por negligencia.

    Testigos del decaimiento afirman que trataron de reanimarlo con la vitamina del decoro, en intentos desesperados para que volviera a ser fuerte y aliado de la sociedad, pero sus captores obstaculizaron el auxilio. “Lo veíamos debilucho, pálido y aterrado por la sombre que de él quedaba”, han dicho declarantes indignados.

    Por allá en octubre de 2017 el partido blanquiazul entró en depresión crónica cuando la ex Primera Dama Margarita Zavala renunció a sus filas y lo dejó a expensas de los verdugos que lo martirizaban. En esa misma época los secuestradores del partido planeaban cobrar como rescate el voto para acceder al gobierno de México.

    Enseguida, más por codicia que por piedad, apareció Felipe Calderón a declarar el desahucio panista, con la renuncia a las filas del blanquiazul difunto. Y así seguirá el duelo en los próximos días con la retirada de hombres y mujeres que entenderán que tenían un partido que le era útil al País y ahora tienen un esqueleto cuyos huesos les sirven precisamente a aquellos que asisten a las exequias para reclamar el testamento.

    Cuando los electores decidieron desterrarla del poder, la banda de plagiarios se dio cuenta que ya no tenían en cautiverio a un rehén, sino a un muerto. Decidieron entonces apropiarse de los despojos y utilizarlo en la elección interna del domingo. Lo vistieron de demócrata, lo bañaron con la loción de modernidad, pero olvidaron sacarle el pus que al fluir puso al descubierto la engañifa.

    Fue hasta entonces que soltaron el cadáver y le dieron sepultura en medio de la orgía de los siniestros. Desfilaron con caras alegres, música festiva e intenciones aviesas para hacer creer que en vez de un funeral asistían a una resurrección. Y dicen en sus cantos victoriosos que el PAN vive, cuando todo mundo sabe que está muerto. Saben que mataron al partido, pero les queda todavía el petate como sudario.

    Así feneció el PAN, lentamente, en manos de sus captores. En la confabulación cruel que en estados como Sinaloa fue cumplida al pie de la letra, bajo la orden del jefe de la mafia que alza como trofeo de caza la aniquilación de la otrora fuerza política en cuyo epitafio se le reconocen momentos de contrapesos y de defensoría social.

    ¿Qué sigue? Que los victimarios asuman el papel de deudos.

     

    Re-verso

    En el PAN alguna plañidera,

    Preguntará de qué murió,

    De qué quería que muriera,

    Si no de Anaya que lo mató.

     

    El hambre es canija

    Otra lucha que expiró el sábado en Culiacán fue la de los morenistas en huelga de hambre (de poder) que pedían la salida de los priistas integrados al Gabinete del Alcalde Jesús Estrada Ferreiro. Aquí, de plano, como dice Rubén Enrique Castillo en Facebook parafraseando al Monje Loco, “nadie sabe, nadie supo, pero fue horrible, fue horrible” el vergonzante desenlace de esta tragicomedia.

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!