Mendigar la felicidad

    La felicidad no es un majestuoso mar ni un inmenso lago, sino una pequeña y humilde isla enclavada en nuestra cotidianidad, pero que consideramos fantástica y exótica.

    El ser humano desgasta su vida corriendo en pos de la felicidad, la cual se convierte en fantasma que elude constantemente su compañía. Mendiga migajas de felicidad y lo único que logra recolectar es un tonel de insatisfacciones, desdichas y amarguras.

    La felicidad no es un majestuoso mar ni un inmenso lago, sino una pequeña y humilde isla enclavada en nuestra cotidianidad, pero que consideramos fantástica y exótica.

    Continuamente concebimos a la felicidad como un estado excepcional que nos inundará en un futuro próximo, mientras despreciamos o desdeñamos las pequeñas oportunidades únicas de gozo diario que nos presenta la vida. Mientras añoramos la espectacular lluvia, desperdiciamos la fresca llovizna que riega nuestro huerto.

    Aún más, buscamos eliminar de nuestra mente cualquier pensamiento o sentimiento de tristeza, porque se nos ha recalcado que siempre debemos pensar positivo. Sin embargo, olvidamos que solamente disfrutamos de los momentos de alegría, cuando podemos compararlos con los instantes de crisis, dolor, enfermedad y sufrimiento.

    La psicóloga española, Nika Vázquez Seguí, afirmó en una entrevista para Correo del Sol: “Ser positivo está sobrevalorado. Pensamos que es la panacea a todo lo malo, inesperado e incontrolable que nos puede pasar en la vida. Y, sin embargo, en ocasiones tiene más inconvenientes que beneficios... Es bueno y necesario aspirar a ser feliz, pero no debe ser una meta, sino un proceso”.

    Añadió: “Vivir en un estado continuo de alegría es igual de insano que vivir en la más profunda melancolía o enfado... Solo aceptando y viviendo las emociones negativas podremos crecer y llevar una vida plena”.

    Enfática, reiteró: “La tristeza no es un estado indeseable a evitar, sino una oportunidad de autoevaluarnos y dar un paso adelante hacia la verdadera realización personal”.

    ¿Soy un mendigo de la felicidad? ¿Persigo inconsistentes fantasmas y quimeras?

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