México y Estados Unidos, convergencia
electoral en los tiempos de la desglobalización

    Lamentablemente esta alternativa de democracia cosmopolita también sucumbió, o más bien perdió vigencia y respaldo como proyecto social, debido a que los populismos demagógicos han sabido construir una narrativa más simplista y dicotómica para explicar a las masas la historia reciente, y cuya solución es el aislacionismo y la negación. El Presidente de México, por ejemplo, ha optado por la indiferencia a lo que ocurre en el mundo, y por un enfriamiento en las relaciones bilaterales tanto con Estados Unidos, como con Canadá, a pesar de la crisis migratoria y los vínculos económicos y culturales tan estrechos entre los tres países.

    La madrugada del 1 de enero de 1994, justo cuando México se alistaba para la entrada en vigor del TLCAN, un ejército insurgente autodenominado Zapatista, le declara la guerra al Estado mexicano tomando como banderas las demandas más básicas de justicia social.

    Cinco años más tarde, la ciudad de Seattle en Estados Unidos se convierte en el epicentro de fuertes movilizaciones convocadas por sindicatos y organizaciones ecologistas, anarquistas, comunistas y ciudadanas en contra de la Cumbre del Milenio que organizaba ese año la OMC.

    A más de un cuarto de siglo de distancia, estos acontecimientos siguen resonando como un reclamo desentendido de manera oportuna, y como la explicación más fiable del auge populista antidemocrático que asola la región en estos días.

    Aquellas manifestaciones denunciaron de manera puntual el despliegue de una globalización fincada exclusivamente en términos comerciales. Una mundialización que se promocionaba en términos de libertad, pero que poco tenía que ver con un espíritu cosmopolita, de cooperación o integración cultural.

    Advertían sobre las consecuencias de la implementación abrupta de políticas de liberación, privatización, reducción del gasto público y eliminación de los soportes sociales que brindaba el Estado.

    Sus quejas no fueron tomadas en cuenta, y por eso, hoy en día, este nuevo periodo de desglobalización -el proceso de reducción de la interdependencia y la interconexión entre países, motivado por el deseo de proteger a las industrias y los trabajadores nacionales de la competencia exterior, así como por la preocupación por la seguridad nacional y la identidad cultural- puede entenderse como resultado del fracaso anunciado de ese modelo de globalización económica excluyente e inequitativa.

    La desglobalización, sin embargo, no era la única posibilidad. Desde comienzos del Siglo 20 aparecieron diversos movimientos impulsores de una visión alternativa bajo el lema “otro mundo es posible”, uno de fronteras abiertas para los migrantes, de esfuerzos compartidos para acabar con la pobreza y entender los efectos del cambio climático, y donde el multilateralismo fuera el instrumento más eficaz para solucionar los conflictos que amenazan la paz.

    Lamentablemente esta alternativa de democracia cosmopolita también sucumbió, o más bien perdió vigencia y respaldo como proyecto social, debido a que los populismos demagógicos han sabido construir una narrativa más simplista y dicotómica para explicar a las masas la historia reciente, y cuya solución es el aislacionismo y la negación.

    El Presidente de México, por ejemplo, ha optado por la indiferencia a lo que ocurre en el mundo, y por un enfriamiento en las relaciones bilaterales tanto con Estados Unidos, como con Canadá, a pesar de la crisis migratoria y los vínculos económicos y culturales tan estrechos entre los tres países.

    En Estados Unidos ocurrió algo similar con Donald Trump, que a finales de este año promete regresar para retomar con mayor fuerza su agresiva agenda nacionalista, antimigrante, antiderechos y negacionista del cambio climático

    De llegar nuevamente Trump a la Presidencia, México se encontrará con serias dificultades para hacer frente a sus chantajes, porque durante todos estos años se desatendió e incluso se llegó a desmontar el andamiaje institucional que permitiría encauzar los conflictos internacionales por las vías de la diplomacia y la cooperación.

    Por eso en este año de convergencia electoral, es indispensable estar muy atentos en las propuestas en materia de política exterior, intentando que la ciudadanía influya para que se retome una agenda de justicia global compartida.

    Los estudios
    norteamericanos hoy

    Estuvo de visita en la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas de la UAS, la doctora Graciela Martínez-Zalce, del CISAN-UNAM, para impartir una conferencia sobre la actualidad en los estudios sobre América del Norte. Esto en el marco del Seminario Académico 2024, que organiza el Cuerpo Académico Internacionales. Un gusto enorme escuchar sus atinados puntos de vista.

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    jorge.ibarram@uas.edu.mx

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