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"La Vida de Acuerdo a Mí"

"Miedo ante las próximas elecciones"

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    alessandra_santamaria@hotmail.com

    @Aless_SaLo

     

     

     

     

    Este domingo ocurrieron dos eventos importantes a nivel Latinoamérica: la Selección Mexicana jugó contra Alemania su primer partido en el Mundial y ganó, e Iván Duque venció a su contrincante, Petro, en las elecciones por la Presidencia de Colombia.

    El primer acontecimiento fue celebrado a lo grande. Los capitalinos invadieron el transporte público cubiertos en la bandera nacional y festejaron en el Ángel de la Independencia. En otros países, Alemania incluida, salieron a las calles vestidos con la playera oficial a presumir su orgullo sobre una victoria que sinceramente muy pocos creían posible. Y aquí en Colombia, que es donde me encuentro actualmente, mi papá se pegó a la televisión a apoyar a su equipo que le dio el mejor regalo que pudiera haber pedido por el Día del Padre.

     

    En contraste, esta nación se mostraba silenciosa, esperando para conocer el resultado de la votación que decidiría el destino de la región por los próximos cuatro años.

    Para las seis de la tarde ya se sabía que Iván Duque, del Partido Centro Democrático, había surgido victorioso frente a Gustavo Prieto, de Movimiento Progresista. Para pintarlo de forma más clara, es como si en México hubiera ganado Ricardo Anaya y no López Obrador.

     

    Lo que me sorprende es que estando en Bogotá, que como capital de Colombia es en muchas maneras el equivalente sudamericano de la Ciudad de México, no haya visto ningún tipo de respuesta colectiva por parte de los ciudadanos. Porque se trata del triunfo del candidato que plantea echar para atrás el acuerdo de paz con la FARC y cuyo discurso político está basado en tintes de conservadurismo. El mismo tipo de conservadurismo que beneficia a las élites de cinco continentes. El mismo tipo de conservadurismo que alimenta la impunidad y la desigualdad en México. Y aun sabiendo todo eso (porque todos los sabemos), ese conservadurismo ganó.

    No estoy segura de si el panorama social y económico en Colombia no es tan grave como en México, por lo cual tal vez no se han dado cuenta que la forma de gobernar vigente no ha funcionado, o si tal vez por eso la reacción de la gente no ha sido la que yo imaginaba, pero supongo que en caso de que la historia se repita en mi país, las cosas marcharán de forma distinta.

    Aunque suene como una cobarde o dramática, casi siento un alivio de no poder presenciar con mis propios ojos lo que ocurra en México el 1 de julio, porque siento que independientemente de lo que suceda, no será nada bonito.

     

    Ya deben de conocer mis opiniones políticas así que no perderé su tiempo repitiéndolas, pero me da miedo que pierda Andrés Manuel así como me da miedo que gane. Miedo porque considero que la tolerancia que nos tenemos los mexicanos que no compartimos la misma ideología es muy frágil, y un acontecimiento de la magnitud de las elecciones presidenciales tiene el poder para destruirla.

    Temo que pueda tratarse de un día que pase a la historia como una jornada violenta, en la cual la gente se apoderó de las calles y se derramó sangre. Porque creo plenamente que puede suceder. Es cierto que los más leales seguidores de AMLO son intensos e intimidantes, pero igualmente lo son aquellos que lo odian fervientemente.

     

    Parece ser que en Colombia no sucedió la gran cosa y que su población está dispuesta a aceptar, aunque sea de mala gana, al hombre que tendrán como Presidente. Lo único que me queda por hacer es rezar que en México, pase lo que pase, el resultado no sea tan desastroso que en algunos años seamos incapaces de reconocer lo que provocamos.

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