Miopía egocéntrica

    Cuando juzgamos la vida y obra de las demás personas extendemos nuestro índice flamígero, como si estuviéramos expulsando a la pareja primigenia del paraíso, pero cuando se trata de mensurar nuestra persona y acciones inclinamos el fiel de la balanza a nuestro favor

    Un defecto muy común que arrastramos los seres humanos es el de la miopía egocéntrica. Somos torpes e incapaces para detectar los defectos propios, pero exageradamente refinados para amplificar y engrandecer los de las demás personas.

    En efecto, la indulgencia con que nos juzgamos contrasta con la virulencia que mostramos al referirnos a los errores, fallas y carencias de los demás.

    Cuando juzgamos la vida y obra de las demás personas extendemos nuestro índice flamígero, como si estuviéramos expulsando a la pareja primigenia del paraíso, pero cuando se trata de mensurar nuestra persona y acciones inclinamos el fiel de la balanza a nuestro favor.

    Una conocida narración sirve para ejemplificar esta nociva postura: Un anciano que tenía un grave problema de miopía se consideraba un experto en evaluación de arte.

    Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron las gafas en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no le frenó en manifestar sus fuertes opiniones.

    Tan pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo:

    “El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre está vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto”.

    El anciano siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: “Querido, estás mirando un espejo”.

    La moraleja es clara: Tardamos en reconocer y admitir nuestras propias faltas, que parecen muy grandes cuando las vemos en los demás.

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