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"La Fórmula de la felicidad: Nada en exceso, todo con medida"

"Nada en exceso, todo con medida"

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LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
02/11/2018 14:08

    Cuenta la leyenda que, a finales de Siglo 7 antes de Cristo, la crítica situación que se experimentaba en Atenas por el considerable incremento de la pobreza, provocó que sus habitantes adoptaran comportamientos, producto de la desesperación, para buscar liberarse de la opresión de los nobles y obtener mayor participación en el gobierno y en las decisiones que estos, a través de leyes nada justas, les imponían cada día con más rigor. Como siempre ha sucedido en la historia, los nobles estaban decididos a defender a todo precio sus privilegios “ganados en el tiempo”. ¿Quién podría en tales circunstancias salvar a Atenas de la guerra civil? Decidieron que más que un político fuera un filósofo, y es así como llega al poder a uno de los pensadores, considerado parte del grupo de Los 7 sabios de Grecia, Solón, a quien se le atribuye la frase: “Nada en exceso todo con medida”.
    Pareciera que han pasado los años y que las situaciones permanecen en el tiempo. Qué gran oportunidad de buscar las prácticas exitosas y aplicarlas en los tiempos actuales, pero es bien fácil quejarse y regalar recomendaciones, mientras nos olvidamos de nuestros comportamientos y congruencia en el caminar al bienestar.
    Pedir en estos momentos vivir con moderación en una sociedad que premia el desenfreno de las emociones que generan placer instantáneo, pareciera un reto para superhéroes. Cae como un rayo de luz en mi reflexión personal una frase de la ponencia de Tal Ben Shahar, en el Sexto Foro de Ciencia de la Felicidad de Universidad Tecmilenio, al comentar uno de los tantos estudios científicos que avalan las herramientas o recursos que podemos poner en práctica en el camino a la búsqueda del bienestar subjetivo.
    Su frase, que más bien fue un cuestionamiento indagador, es si tenemos claro el sentido y propósito de lo que hacemos y el para qué lo hacemos, como forma práctica y sencilla de aplicar la espiritualidad en nuestra vida.
    Y al darle sentido a la vida, evaluar la importancia de las relaciones y cómo nos relacionamos con las cosas importantes en una sociedad que se mueve a la virtualidad, corriendo el riesgo de relegar los momentos físicos del aquí y el ahora, disfrutando de forma plena el saboreo de una comida, de un paseo, de un libro, de una imagen, por dar un ejemplo.
    Considerando estos constructores importantes del bienestar y la frase de Solón, quiero hacerles una confesión muy personal de cómo vivo e interpreto las celebraciones del 31 de octubre y 2 de noviembre, en un ejercicio de indagación positiva que me reté a realizar.
    Soy un tipo que disfruta celebrar la vida más que la muerte, así que, desde mis creencias, ver decoradas casas completas con calaveras, hachas e historias de terror, puede generar un poco de confusión en mi persona, pero aun así he participado en las celebraciones como parte de compartir con mis hijos la pedida de dulces. Este año he valorado mucho a padres de familia disfrazados, tomados de la mano de sus hijos, haciendo un día de convivencia muy valioso, pero las imágenes del periódico donde muestran una casa de uno de los fraccionamientos más exclusivos de la ciudad, decorada con bultos que simulan personas colgadas al fiel estilo de la mafia, me causó mucho estupor, pero más aún, que la sociedad lo premie, que los medios les brinden un espacio noticioso importante, sin hacer una crítica dura ante tal aberración a la que son expuestos los menores por sus mismos padres al permitirlo.
    Recurro a una de las interpretaciones que se hace de una de las leyes de Solón que busca “Cómo encontrar el justo medio y tener la virtud de apuntar qué posiciones que son recomendables en un contexto pueden no serlo en otro”.
    ¿Hasta dónde llevar esta fiesta de la reminiscencia positiva, enriquecedora de la cultura, la tradición y nuestros valores, si sabemos marcar claros límites con los comportamientos no deseados?
    Sentado en la butaca del estadio de beisbol, veo desfilar cientos de personas disfrazadas o pintadas, puedo sentir la sana convivencia, de una fiesta entre catrinas y zombis, parece que está de moda y con un sentido de esparcimiento. En eso, un zombi de imagen desagradable se acerca a la pequeña de 5 años que es vecina de asiento, la niña grita, y le pregunta desde su inocencia a su padre ¿los monstruos existen? Agudizo mi sentido auditivo y la respuesta del padre me deja más en shock: “Sí existen, y si te portas mal en la noche te van a llevar”.
    ¿Tendrá conocimiento ese amoroso y bromista padre que, la imaginación infantil no tiene límites tanto para lo bueno como para lo malo?, por lo que al igual que tienen una capacidad enorme para imaginarse historias y pasarse horas y horas jugando, también pueden tener capacidad para ver monstruos donde no los hay, pero esos monstruos pueden hacerles sentir muy mal y sentir mucho miedo.
    Esos pequeños expuestos a los bultos colgados, a los monstruos que te van a llevar en la noche, son niños que están descubriendo el mundo y lo que en el mundo adulto es algo tonto o lógico, para ellos es algo totalmente diferente. Su imaginación y su mente están en pleno desarrollo y cualquier cosa que vean u oigan en la vida real puede convertirse en otra cosa que les cause miedo.
    ¿Estará enterado ese padre que existen adultos que no han podido vencer los miedos que se sembraron en su niñez?
    Premiar las sombras del ser humano es manejar los límites, qué gran aprendizaje para los niños aprovechar estas fiestas para explorar la magia de la trascendencia de seres buenos que nos quieren, nos cuidan y nos protegen desde espacios diferentes, pero premiando y priorizando el amor que nos tienen o les tenemos.
    ¿Cómo hacer más positivo el aprendizaje apreciativo en las futuras generaciones de líderes?
    Me quedo con la oportunidad de seguir aprendiendo, de mis propias inquietudes y al compartirlas, seguir buscando respuestas más efectivas. Seguimos conectados por medio de Oscar Garcia Coach.