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"EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA"

"Nazaret, la ciudad de Jesús"

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31/12/2020 13:02

    Padre Amador Campos Serrano

    La infancia, tiempo añorado en el amanecer de la vida, lugares ya idos, descubrimiento de un mundo abriéndose a la experiencia, en el aprendizaje creador del vivir la propia vida, sintetizado en la evangeliza expresión: “Iba creciendo en edad, sabiduría y gracia, ante Dios y ante los hombres”.

    La norteña tierra de Galilea, espíritu abierto, sin el atavismo de las añejas y enriquecedoras tradiciones, en apertura a un universalismo incluyente, forjador de una siempre nueva cultura, insertada en un pasado heredado para gentes nuevas, prestas a la innovación de un acervo cultural, siempre en proceso, iluminada por una nueva luz, siempre resplandeciente.

    Lugar prosperó por su natural entorno, de la llamada Baja Galilea, alimentado con el riego oeste del legendario lago, llamado El mar de las tempestades, originalmente, El lago de Genesaret.

    Las alegres y risueñas gentes viven la antigua fe con un espíritu de ansiedad liberadora, en busca de una verdad, nunca plenamente encontrada y siempre en proceso continuo, intuyendo el misterio profundo de aquella verdad residente solo en Dios.

    Jesús, el Dios hecho hombre, ejerció su desarrollo humano en el laborioso ambiente de ese lugar, lleno de nobleza ambiental, ocupado en el diario laborar, donde más tarde encontraría a sus primeros seguidores, dedicados en ordenar sus enseres de trabajo, siempre listos para iniciar la labor del siguiente día, estaban ahí, “remendando las redes”, cuando Él llegó y les dijo: “Ven y sígueme”.

    Nazaret, cuyos lugareños ostentaban el gentilicio título de nazarenos, un estigma predeterminado era aceptado por las gentes del lugar, ocupados en la sencillez de su diario vivir y la pequeñez de la comunidad, se considera que no pasaban de 500 habitantes, impregnados por el ambiente de la región.

    La pequeña aldea, cuya mención no se encuentra en los primeros siglos de nuestra era, lo cual no quiere decir que no existiera entonces, solo nos señala su pequeñez y relativa insignificancia como comunidad, razón por la cual historiadores como Flavio Josefo o Filón, no se ocuparon en su mención.

    Sin embargo, su existencia como asentamiento humano está datado en registros arqueológicos, remontándose al paleológico con la evidencia de objetos de pedernal y más adelante en el neolítico precerámico, para introducirse más tarde en la edad de bronce, registros dejados por los antiguos habitantes de ese lugar.

    Según el sacerdote, historiador católico, John Paul Meier, fue la insignificancia del lugar, la razón de su falta de mención histórica y para Gregory Jenks, de ninguna manera esto puede equivaler a su inexistencia.

    La presencia de Jesús en su vida, llamada oculta, da relevancia al lugar, mencionada en los evangelios, en donde san Lucas, el cronista de rasgos de su infancia, toca momentos en los cuales vivió sus primeras experiencias al lado de sus padres, José y María, y sin duda, ahí contempló la partida de José de este mundo.

    Fue ahí, en Nazaret, ya en su vida adulta, ataviado con las experiencias ahí vividas, el lugar de donde partiría Jesús para hacer llegar su mensaje de salvación hasta los últimos confines de este mundo.