Obvio...

25/05/2025 04:01
    Al estridente Fernández Noroña no lo cambió el poder, simplemente nos está demostrando su verdadera naturaleza proclive a la soberbia, al encono, en contra de todos aquellos que no están en su línea política, a los cuales repudia denostándolos en cuanta oportunidad se le presenta.

    Sobre mi colaboración de la semana anterior, cuyo tema fue Pepe Mujica, a propósito de su sentido fallecimiento, un apreciado amigo, al que respeto por su limpieza, por la firmeza de sus convicciones y su entusiasmo por la vida montado en sus saludables ocho décadas, me insistió que valdría la pena hacer más comentarios acerca del notable uruguayo, cuya firme filiación de izquierda no lo convierte en personaje exclusivo de los que profesan esa corriente, tal y como me lo dio a entender otro lector reprochando que los conservadores, según su entender, elevan una falsa admiración por el recién fallecido.

    Aunado a todo lo anterior, se empalmó el vergonzoso e inédito hecho de que el Senador Gerardo Fernández Noroña, presionó a través de sus influencias en el ámbito judicial, para que un ciudadano que meses atrás lo increpó en un espacio público, le pidiera disculpas desde la mera tribuna del senado de la república, circunstancia que me convenció para retomar algunos pincelazos sobre don Pepe Mujica, ejemplo de vida franciscana versus la figura de Gerardo Fernández Noroña, quien dice ser hombre de izquierda, exhibiendo a la vez, su gusto por el lujo.

    José Mujica fortaleció sus principios políticos en el fragor de la guerrilla urbana y los templó en el encarcelamiento sufrido durante 13 años, bajo la custodia militar que lo sometió a castigos inhumanos; torturas que no sembraron en su ser las semillas del rencor, del odio y la sed de venganza hacia sus enemigos políticos, de tal suerte que cuando llegó a la Presidencia de su país no desató una persecución en contra de sus torturadores ni de sus adversarios políticos, demostrando con hechos su convicción de que el poder no cambia a las personas, sólo revela quienes verdaderamente son.

    Y en ese sentido, al estridente Fernández Noroña no lo cambió el poder, simplemente nos está demostrando su verdadera naturaleza proclive a la soberbia, al encono, en contra de todos aquellos que no están en su línea política, a los cuales repudia denostándolos en cuanta oportunidad se le presenta.

    El Senador Noroña ejemplifica aquello de que el poder embrutece a los inteligentes y, por supuesto, está muy lejos de las convicciones del celebrado uruguayo, quien en alguna ocasión plasmó lo siguiente: “Siento rabia, me caliento, digo disparates, pero no puedo cultivar el odio... hay que respetar, sobre todo, cuando más duele”.

    Ante casos como el del Presidente de la Cámara de Senadores, Gerardo Fernández Noroña, quien aspira a ocupar la Presidencia mexicana, la grandeza de José Mujica se agiganta, quien dejó como legado universal los siguientes principios: respeto a la libertad de pensamiento, fomento a la cohesión social, honradez en el manejo de bienes ajenos, vivir con austeridad y el amor a la vida.

    Obvio, con personajes arrogantes y enfermos de poder como el referido, difícilmente la izquierda mexicana será pródiga en el parir de una nueva realidad para todos nosotros. ¡Buenos días!