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"Observatorio"

"Óscar Rivera: posdatas del crimen"

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OBSERVATORIO
05/09/2018 19:37

    Sepulturas que increpan cada año
     
     
     
    Ayer regresamos un grupo de periodistas a la tumba de Óscar Rivera Inzunza, a llevarle la cuenta a la justicia por los 11 años de impunidad. Es un acto de autoflagelación para no olvidar que en Sinaloa la libertad de expresión pende de la bala que de un momento a otro puede disparar un narco, un político, un militar o un policía. Los responsos siempre estarán listos para el gremio de informadores.
     
    Cada vez vamos menos reporteros y la familia se reduce en presencia física porque el destino la golpea con pérdidas irreparables. En un año, los restos del padre y de un hermano de Óscar se han agregado a la cripta y la jefa de este hogar, doña Olga Inzunza, resiste a los embates de enfermedades y sobre todo a la maldita frustración que viene de ausencia de ley.
     
    Junto a la familia del comunicador inmolado el 5 de septiembre de 2007 volvimos a hacernos la pregunta de quién lo asesinó mientras desempeñaba la vocería del operativo que el Ejército y los cuerpos locales de seguridad pública implementaban en Sinaloa. ¿De qué se enteró Óscar Rivera en la función que realizaba como para costarle la vida?
     
    Obviamente que es difícil saberlo porque cada año que pasa opera para enterrar la investigación, si es que alguna vez la hubo de parte de la Procuraduría General de la República o la institución que ahora se denomina Fiscalía General del Estado. La víctima en este caso le prestaba servicios al Estado y este lo colocó indefenso en la mira de los asesinos.
     
    Hay certezas que a manera de presentimientos se cumplen inexorables sobre los periodistas. A Javier Valdez Cárdenas (15 de mayo de 2017) lo mataron los narcos, a Humberto Millán Salazar (24 de agosto de 2011) lo asesinaron los políticos, pero a Óscar Rivera ¿lo inmolaron por acceder a información clasificada del operativo policiaco-militar?
     
    A 4 mil 15 días de que mataron a Óscar Rivera, los aparatos de procuración e impartición de justicia prosiguen en la inalterable labor de matar también la esperanza de los deudos y allegados de las víctimas, de que algún día se castiguen los crímenes contra periodistas. Ayer, fortaleciendo la regla de periodista muerto igual a impunidad, se dio a conocer que el narcotraficante Dámaso López Núñez será interrogado en Estados Unidos por la presunta autoría intelectual del asesinato de Javier Valdez.
     
    Ello repite el juego habitual de Ministerios Públicos y Jueces que dejan pasar los meses para que desvanezcan las evidencias y simular al ras del olvido que las Fiscalías y Juzgados realizan sus pesquisas. Si durante dos meses, desde su detención a la extradición, la justicia mexicana tuvo a su disposición a “El Licenciado”, por qué esperar a desahogar las diligencias en otro País.
     
    Dámaso, igual que su hijo “El Minilic”, son beneficiarios de la burbuja de atenuantes que Estados Unidos les ofrece en calidad de testigos protegidos a cambio de que coadyuven en hundir a Joaquín Guzmán Loera en el juicio que se le sigue en Nueva York. Bajo tal cápsula de indemnidad es difícil que aflore la verdad sobre quiénes y por qué asesinaron a Javier Valdez.
    Mientras, los periodistas seguimos en el ritual sicológicamente aniquilante de ir cada año a los camposantos a revivir las historias de quienes se jugaron la vida por tener informada a la ciudadanía y a cambio reciben ofrendas florales que al día siguiente se marchitan, tan rápido como se seca la voluntad de los gobernantes por investigar y castigar los ataques a la libertad de expresión.
     
    Por eso ayer doña Olga Inzunza le regaló a su hijo un ramo de flores más grande que el del año pasado, porque cada 365 días la impunidad también es mayor.
     
    Re-verso
    Fueron notas de portadas,
    Augurios de esa guerra;
    Hoy libertades sepultadas,
    Dos metros bajo tierra.
     
    La fiesta inaudita
    Con el escarnio público para unos, el aplauso irreflexivo para otros y la ruptura de un acuerdo de los diputados del Movimiento Regeneración Nacional con las bancadas del PRI, PAN y Panal (para dejar pasar la reforma a la Auditoría Superior del Estado y frenar a cambio las modificaciones que le restarían control a Morena en la Cámara local), 13 integrantes de la 62 Legislatura decidieron abortar la propuesta de la Junta de Coordinación Política para reforzar la autonomía de la ASE y determinaron que esta siga como ariete del Congreso para el ajuste de cuentas políticas. Y sí, la turba victoriosa cantó el himno nacional ¿pero qué marcha triunfal bailaban los corruptos a los que el órgano fiscalizador les sirve así como está?