Muy probablemente en estos días que vienen, usted tendrá oportunidad de hacer cosas que las muchas rutinas del año no le permiten llevar a cabo.
Si le gustan las series y las películas, Netflix tiene una amplia oferta de la que usted puede echar mano para entretenerse, aprender y disfrutar del ocio en este fin de año. Me arriesgaré a hacerle un par de recomendaciones, filtradas por la lupa de la ética.
El documental Mi maestro el pulpo, narra la manera en que brota una relación de compañerismo entre el cineasta Craig Foster y un pulpo hembra que vive en un bosque de algas de una playa del Cabo de las Tormentas en Sudáfrica. Lo que el documental enseña es, simplemente, fantástico.
Tras un encuentro casual, que lo dejó profundamente intrigado, Craig comenzó a visitar los recovecos del bosque para reencontrarse con la pulpita y, poco a poco, comprender sus rutinas. A partir de ese momento los descubrimientos de Craig fueron permanentes. Muy pronto la pulpita supo del interés que despertaba en el cineasta. Una vez que logró ganarse su confianza, aquélla le fue enseñando el ciclo de vida de su especie. Su extraordinaria inteligencia le permite armar estrategias de caza, huida de sus muchos enemigos, apareo, divertimento y la generación de espacios para convivir con Craig, haciendo de este documental una historia de amor, amistad y respeto por estos seres vivos y su entorno. No le contaré más para que usted vea el documental.
La segunda recomendación es El Juego del Calamar, de la cual hablé hace poco en otro espacio. La trama más o menos es la siguiente: un grupo de 456 jugadores confinados en una isla secreta disputan seis juegos infantiles, donde el ganador de éstos puede llevarse una bolsa de 46 billones de wones. Lo interesante del asunto es que los perdedores de cada juego mueren a manos de unos guardias que, día y noche, vigilan a los concursantes.
De antemano le advierto que la serie es violenta y sangrienta, pero muy interesante porque describe muchos de los vicios de nuestra sociedad actual: el egoísmo, la avaricia, el deseo de acumulación, la desconfianza, la traición y la deslealtad. Si tiene estómago para ver sangre y muertes, vale la pena que le eche un ojo.
Una película que no tiene desperdicio es El Poder del perro, dirigida por Jane Campion. Este largometraje, ambientado en las montañas de Montana, retrata la vida de una familia de dos hermanos que a principios del siglo veinte amasó una importante fortuna criando y vendiendo ganado. Tiene apariencia de película lenta, pero es todo lo contrario. La profundidad del drama que viven todos los personajes la vuelve estremecedora y emocionante.
Por su calidad, la película tiene lecturas distintas, pero la que prevalece es la de los roles de género masculino. El protagonista encarna a un vaquero forjado en la inclemencia del campo de Montana. Su carácter duro, implacable y con muchos deseos reprimidos, van marcando la vida de su hermano (un tipo educado con modales y gustos refinados) y la del hijastro de este, un joven gay que trata de sobrellevar su orientación en un contexto donde no hay espacio para la debilidad.
No le contaré más de esta película que está llamada a llevarse todos los premios posibles por la calidad de las actuaciones, guión, fotografía y dirección. No le digo más.
Y si aún le queda tiempo en estas vacaciones, le comparto tres recomendaciones de lecturas ligeras y a la vez profundas.
La primera es Rosa Cuchillo, del peruano Óscar Colchado Lucio. Esta novela, ilustrada en formato de cómic, trata sobre el viaje que emprende Rosa Wanka (Rosa Cuchillo) para ir en búsqueda de su hijo Liborio, quien fue enrolado como guerrillero en las filas de Sendero Luminoso. La ambientación de la trama es parecida a la de las tragedias griegas, ya que Rosa, acompañada de su perro Wayra, baja hasta el inframundo enfrentándose a bestias demoniacas que tratan de arrebatarle su espíritu y la enfrentan a sinnúmero de riesgos y desafíos mortales.
Impresiona la cercanía entre lo vivido por Rosa en las montañas andinas y las madres buscadoras de Sonora, Sinaloa, Veracruz, Tamaulipas y Guerrero. Si el formato de cómic no le complica las cosas, vale la pena que usted le dedique una hora como máximo a leer este texto.
Otra recomendación es Némesis, de Philip Roth, quien narra la conmoción vivida por el pueblo de Newark, New Jersey, cuando fue duramente golpeado por la pandemia de la poliomielitis a mediados del siglo pasado. Las similitudes entre la conmoción vivida en aquella época y la que hoy estamos viviendo, son asombrosas: los primeros infectados, la propagación del brote, el temor, el estigma hacia los enfermos, la falta de medicamentos y hospitales, la ausencia de una vacuna que detuviera el virus, el dolor de las familias que perdieron seres queridos, las secuelas económicas, emocionales y físicas de los vivos, son un retrato de nuestro propio tiempo.
La trama y el desenlace son predecibles, pero es de agradecer que el texto sea ágil y simple de leer, incluso, me atrevería a decir que, al igual que el anterior, es un librito que puede circular en casa porque cualquiera puede verse reflejado en la trama.
Por último, le sugiero que le dedique unas cuatro horas (máximo) al libro Los abismos de Pilar Quintana (Premio Alfaguara de Novela 2021), quien narra la historia de una familia colombiana desde los ojos de una niña de 7 años. La claridad de la escritura es impresionante, ya que uno puede oler, tocar, y sentir todas las experiencias que va viviendo la protagonista de la historia: el universo que descubre tras su andar por el apartamento, los claroscuros del árbol genealógico, los tropezones de la relación entre su familia y las tías, amigas, el rompimiento y reconciliación del matrimonio de sus padres, el padecer a causa del alcoholismo de su madre y el filo de los muchos abismos que toca una niña de esa edad.
No le recomiendo más series, películas y libros, porque sé que el tiempo de descanso será breve y puede escurrírsele como agua entre los dedos. Lo que alcance a ver o leer, estoy seguro, lo disfrutará.
No me queda más que desearle lo mejor para usted y su familia en estas fiestas y en este año que estamos por estrenar. Como ha sido a lo largo de la última década, me ausentaré durante este período vacacional para regresar en enero a comentar, desde una perspectiva ética, nuestra surrealista agenda nacional.