Es común recurrir a paradojas, expresiones que parecen contradecir a la lógica o al sentido común. Sin embargo, a través de ellas se accede a concepciones prodigiosas que explican algo aparentemente imposible, o insoluble.
Existen también expresiones antitéticas que se remiten a una paradoja, como algunos títulos de obras: “El poder y la gloria”, de Graham Greene, que se desarrolla en Tabasco en medio de la revolución cristera (hay otra obra muy posterior, de David Yallop, con el mismo título, pero la temática es diferente).
“La agonía y el éxtasis”, es otra obra escrita por Oliver Stone, basada Miguel Ángel Buonarroti cuando pintó la Capilla Sixtina. “Orgullo y prejuicio”, de Jane Austen, es una extraordinaria novela situada en la Inglaterra victoriana del Siglo 19.
Podríamos seguir espigando ejemplos, pero nos interesa retornar al misterio de Navidad. Don Primo Mazzolari, párroco de Bozzolo, en Italia, escribió una poesía u oración mística, tremendamente paradójica:
“Él viene. Y con Él viene la alegría. Si lo quieres, está cerca de ti. Incluso si no lo quieres, él está cerca de ti... Si no lo amas, él te ama aún más. Si te pierdes, él viene a buscarte. Si no puedes caminar, él te lleva.
Añadió: “Así entra la alegría al mundo, a través de un niño que no tiene nada. La alegría está hecha de nada, porque todo hombre que viene al mundo viene con las manos vacías. Camina, trabaja y sufre con las manos vacías, muere y se marcha con las manos vacías.
Prosiguió: “Si lloras, eres bienaventurado porque él te consuela. Si eres pobre, has asegurado el reino de los cielos. Si tienes hambre y sed de justicia, estás saciado. Si eres perseguido por causa de la justicia, puedes regocijarte y exultar”.
¿Vivo las paradojas de Navidad?
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rfonseca@noroeste.com
rodifo54@hotmail.com
Es común recurrir a paradojas, expresiones que parecen contradecir a la lógica o al sentido común. Sin embargo, a través de ellas se accede a concepciones prodigiosas que explican algo aparentemente imposible, o insoluble.
Existen también expresiones antitéticas que se remiten a una paradoja, como algunos títulos de obras: “El poder y la gloria”, de Graham Greene, que se desarrolla en Tabasco en medio de la revolución cristera (hay otra obra muy posterior, de David Yallop, con el mismo título, pero la temática es diferente).
“La agonía y el éxtasis”, es otra obra escrita por Oliver Stone, basada Miguel Ángel Buonarroti cuando pintó la Capilla Sixtina. “Orgullo y prejuicio”, de Jane Austen, es una extraordinaria novela situada en la Inglaterra victoriana del Siglo 19.
Podríamos seguir espigando ejemplos, pero nos interesa retornar al misterio de Navidad. Don Primo Mazzolari, párroco de Bozzolo, en Italia, escribió una poesía u oración mística, tremendamente paradójica:
“Él viene. Y con Él viene la alegría. Si lo quieres, está cerca de ti. Incluso si no lo quieres, él está cerca de ti... Si no lo amas, él te ama aún más. Si te pierdes, él viene a buscarte. Si no puedes caminar, él te lleva.
Añadió: “Así entra la alegría al mundo, a través de un niño que no tiene nada. La alegría está hecha de nada, porque todo hombre que viene al mundo viene con las manos vacías. Camina, trabaja y sufre con las manos vacías, muere y se marcha con las manos vacías.
Prosiguió: “Si lloras, eres bienaventurado porque él te consuela. Si eres pobre, has asegurado el reino de los cielos. Si tienes hambre y sed de justicia, estás saciado. Si eres perseguido por causa de la justicia, puedes regocijarte y exultar”.
¿Vivo las paradojas de Navidad?