Percepción sobre realidad

    Para el gobierno de Claudia Sheinbaum, el manejo de los mensajes, la narrativa, la percepción siempre estará por encima del examen de los datos, la planeación o la evaluación de las políticas públicas.

    En los últimos días, cuatro pronunciamientos presidenciales parecen confirmar el divorcio que existe entre la realidad verificable y el reino de las percepciones. Veamos. Mientras el común de los ciudadanos advertimos que la conformación de la dirigencia de Morena es el mejor ejemplo del nepotismo en favor de la casta fundadora de dicho movimiento, o nos enteramos de la cantidad de cargos destinados a los herederos de esa casta, la Presidenta anuncia que propondrá una ley contra el nepotismo. Ni la burla.

    No se puede alterar la realidad por decreto. Una ley no va a cambiar el fenómeno del nepotismo; la mejor herramienta para hacerlo la han ido desmontando: un servicio civil de carrera es el instrumento óptimo para evitar el nepotismo. Pero esta administración, como la anterior, son alérgicas a las evaluaciones.

    Otro ejemplo. Desde que se anunció la intención de revivir Mexicana de Aviación, diversos expertos alertaron sobre la inviabilidad de dicho proyecto, empero las autoridades insistieron en llevarlo a cabo y colmaron de propaganda engañosa la decisión tomada. Poco tiempo hizo falta para darle la razón a los expertos: Mexicana ha anunciado la cancelación de la mayoría de sus rutas. Una compañía de aviación difícilmente se sostiene con vuelos que trasladan a una docena de pasajeros. De nuevo: una necedad personal por encima de las evidencias técnicas, una buena y noble intención que chocó contra la realidad. Los costos los pagamos todos.

    Recientemente, The New York Times publicó un reportaje en el que da cuenta, entre otras cosas, de las condiciones en que se produce el fentanilo en nuestro País. La reacción fue poner en duda la veracidad del reportaje y la seriedad del medio de comunicación. La vieja práctica de pelearse con el mensajero, sin desmentir el mensaje. No me parece que haya sido la mejor estrategia de cara a la nueva etapa que se viene en la relación con nuestro vecinos del norte, los tomadores de decisiones en aquel país dificilmente van a coincidir con la percepción que tiene la Presidenta sobre The New York Times. Negar lo innegable nunca ha sido una buena estrategia para sentarse a negociar.

    Por último, la Presidenta nos ofreció su versión de lo que es la democracia. A raíz de la cada vez más contrahecha elección de jueces y magistrados, externó que México se puede jactar de tener una de las mejores democracias en la faz de la tierra. Elegir jueces es, según ella, un timbre de orgullo. No importan las condiciones en las que se desarrolle la elección, no es relevante que se observen preceptos de integridad electoral, es intrascendente quién organiza los comicios, cómo se vigila y califica la elección, lo importante es la liturgia: que se vote. En fin, seguimos encaminando la elección judicial a un abismo cada día más profundo.

    Me parece que estas cuatro estampas ilustran un estilo que se agrava: el manejo de los mensajes, la narrativa, la percepción siempre estará por encima del examen de los datos, la planeación o la evaluación de las políticas públicas. Se tiene por tanto la convicción de que acreditar las buenas intenciones o la nobleza de los propósitos es la mejor manera de vacunarse contra los otros datos. Me temo que dicha estrategia es muy poco sustentable. Hay muchos frentes abiertos y pocas respuestas posibles. Percepción sobre realidad.