Personas migrantes naturalizadas: la lucha por el reconocimiento de derechos en México
Este 1 de marzo se celebra el Día de la Cero Discriminación, para reconocer y celebrar los avances a nivel nacional e internacional del compromiso con el Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que estipula que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Aunque México ha logrado un gran avance en este ámbito, especialmente desde la adopción de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación en el 2003, el trato diferenciado hacia personas migrantes y refugiadas que residen en México se sigue reproduciendo a nivel nacional y limita los esfuerzos hacia la cero discriminación.
La Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS), levantada en el 2022, demuestra que “México es un país en el que el lugar de origen es un motivo importante de discriminación” (Conapred, 2023, p.94).
De acuerdo con los resultados, el 33.2 por ciento no rentaría una habitación de su vivienda a una persona migrante o refugiada, reflejando el alto grado de exclusión social y discriminación hacia personas migrantes (Conapred, 2023). Otro resultado preocupante es que alrededor del 25.6 por ciento de la población no apoyaría que su hija o hijo se casara con una persona migrante o refugiada, demostrando que la discriminación se extiende a relaciones interpersonales y se reproduce en vínculos familiares (Conapred, 2023). Además, en el ámbito laboral, el 22 por ciento de la población se mostró en contra de contratar a una persona migrante o refugiada (Conapred, 2023). Estas cifras indican que la discriminación es un parteaguas en la brecha social que existe en México ya que afecta directamente la vida de las personas migrantes.
El trato diferenciado hacia personas migrantes no sólo influye en sus emociones al momento del rechazo, sino que también niega el acceso a derechos, como la salud, la educación, el empleo e inclusión financiera. Esta negación de derechos surge por el desconocimiento sobre las diversas condiciones migratorias reconocidas y otorgadas por instituciones mexicanas.
A menudo este desconocimiento resulta en el rechazo de documentos migratorios válidos y legítimos expedidos por el Instituto Nacional de Migración y la Secretaría de Relaciones Exteriores, como la residencia temporal, permanente, el documento de identidad y viaje, la carta de naturalización, entre otros.
A esto se le suma la existencia del bajo grado de empatía por parte de la sociedad mexicana. Por esta razón las personas migrantes comienzan a buscar soluciones eficientes que contrarresten la falta de oportunidades y que les permitan ejercer plenamente el uso de sus derechos humanos y civiles.
El acceso a documentos mexicanos como el INE y el pasaporte podría manifestarse como la disminución de esta discriminación, por lo que una de las soluciones es la búsqueda de la nacionalidad mexicana a través de la naturalización, como respuesta al rechazo y negación de derechos. Sin embargo, la discriminación hacia las personas naturalizadas sigue articulándose con base en rasgos físicos como el color de piel y la pronunciación del español.
Desde el área de naturalización de Sin Fronteras acompañamos a personas usuarias, a quienes tanto funcionarios públicos como la sociedad en general les han hecho cuestionamientos infundados sobre la veracidad y comprobación de sus documentos como el INE.
Esta desconfianza hacia personas naturalizadas refleja que la discriminación va más allá del estatus legal de una persona: la identidad nacional y, como consecuencia, la concepción de “ciudadanía mexicana,” se construye desde visiones racistas, aporofóbicos y capacitistas que se reiteran a través de varios marcadores sociales impuestos sobre los cuerpos y comportamientos de las naturalizadas. En otras palabras, la reproducción de narrativas sobre lo que nos hace mexicanos contribuye a que, aunque el Estado considere a personas naturalizadas como ciudadanas, en la práctica continúan siendo vistas como foráneas, no pertenecientes a nuestro entorno.
El camino hacia la cero discriminación exige que reconozcamos la calidad pluricultural de nuestro País y honremos los derechos de todas las personas. La discriminación hacia las personas naturalizadas se suma a la lista de razones por las cuales debemos combatir los prejuicios que empujan a nuestra sociedad a descuidar el respeto y tolerancia. Como participantes en la construcción social de nuestro entorno, todas tenemos la responsabilidad de denunciar los tratos diferenciados en el acceso de derechos con el objetivo de erradicar la discriminación.
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Los autores son Fernanda Lara, consultora legal de Sin Fronteras, y José Alfredo Chiquito Sandoval, voluntario del área de naturalización de Sin Fronteras.
Referencias: Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (2023). Encuesta Nacional sobre Discriminación 2022: Prontuario de Resultados.
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