Piso parejo

Durante años el régimen patrimonial de separación de bienes en un matrimonio funcionó para lo que estaba diseñado: lo mío es mío y lo tuyo es tuyo.

Los esposos sabían perfectamente bien que, en caso de divorcio, los bienes que aparecían a nombre de cada uno de ellos serían 100 por ciento de su propiedad, sin tener que pagar ni repartir nada al otro esposo.

A raíz de abusos en el régimen de separación de bienes, que básicamente consistían en que uno de los esposos era dueño del 100 por ciento de los bienes o al menos de una gran parte de ellos mientras el otro se quedaba sin nada, hubo cambios en las leyes que regulaban el régimen patrimonial del matrimonio, para buscar un “equilibrio” patrimonial cuando el matrimonio terminara en divorcio. Ni tarda ni perezosa la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se anticipó y ahora se montó en esos cambios legales, sacando varias jurisprudencias que dejan claro el panorama en relación con la separación de bienes.

En pocas palabras, la SCJN dijo que, cuando uno de los esposos se queda al cuidado del hogar o combina ese deber trabajando al mismo tiempo, tiene derecho a una indemnización que “puede” llegar al 50 por ciento de los bienes que sean propiedad del otro esposo.

Puesto en palabras más claras, si durante el matrimonio se adquieren 10 propiedades y 9 aparecen a nombre de uno solo de los esposos y una a nombre del que se quedó cuidando a los niños, debe equilibrarse la balanza para que el esposo que se quedó cuidando el hogar reciba hasta el 50 por ciento de las 10 propiedades.

Es decir, la indemnización puede llegar a tener como resultado que el esposo que tiene 9 propiedades tenga que entregar 4 al otro esposo para que cada uno termine con 5.

Pero ojo, es muy importante tener bien claro que esto solo procede tratándose de bienes que fueron adquiridos “durante” el matrimonio. Los que se adquieran antes o después del matrimonio no juegan para fijar la indemnización.

Tomemos por ejemplo el caso de un esposo que, antes del matrimonio, ya era dueño de 10 propiedades y hasta tenía acciones de diversas empresas. En este caso claramente no entran a la indemnización las 10 propiedades ni las acciones de las empresas y menos los dividendos (utilidades) que se paguen derivados de las acciones, aunque se paguen durante el matrimonio.

Para evitar complicaciones, lo recomendable, si usted se piensa casar bajo el régimen de separación de bienes, es que firmen un acuerdo o convenio (se llaman capitulaciones matrimoniales), en donde se fije con claridad a que tendrá derecho el esposo que termine con menos bienes que el otro esposo cuando se produzca el divorcio.

En ese acuerdo pueden pactar, por ejemplo, que el esposo que termine con menos propiedades al darse el divorcio reciba un pago equivalente a una cantidad determinada en ese acuerdo, por cada año que dure el matrimonio y también pueden establecerse excepciones al deber de indemnizar, como, por ejemplo, que uno de los esposos sea infiel al otro.

En Estados Unidos es muy común firmar este tipo de acuerdos prenupciales para “curarse en salud”. En México la conveniencia de hacerlo la esta dando la realidad porque cada vez más se incrementa el pleito legal para buscar indemnizaciones equilibradas.

Este del lado del que este, sea el que “agandalló” el reparto de bienes durante el matrimonio o al que “agandallaron”, la información que le comparto es muy útil. Téngalo en mente por si su matrimonio termina en divorcio o por si se piensa casar o divorciar. Le ahorrará muchos dolores de cabeza y corajes.