Pobreza infantil: el eslabón más frágil de la desigualdad

20/12/2025 04:00
    Hablar de pobreza implica ir más allá de los promedios nacionales y de los discursos que reducen el fenómeno a la capacidad de consumo. La pobreza que viven niñas y niños en México es multidimensional: se expresa en inseguridad alimentaria, rezago educativo, falta de acceso a servicios de salud, exposición a violencia y trabajo infantil.

    En México, la pobreza no es una condición pasajera ni un problema individual. Es una estructura que se reproduce de generación en generación, porque las carencias en alimentación, salud, educación y protección durante la niñez limitan el desarrollo y las oportunidades futuras, perpetuando ciclos de exclusión económica y social.

    Sus efectos más profundos no siempre se miden en ingresos, sino en las trayectorias de vida de millones de niñas, niños y adolescentes que crecen con derechos incompletos.

    Hablar de pobreza implica ir más allá de los promedios nacionales y de los discursos que reducen el fenómeno a la capacidad de consumo. La pobreza que viven niñas y niños en México es multidimensional: se expresa en inseguridad alimentaria, rezago educativo, falta de acceso a servicios de salud, exposición a violencia y trabajo infantil.

    Cuando estas privaciones se acumulan desde los primeros años de vida, el punto de partida se vuelve decisivo y la desigualdad deja de ser una excepción para convertirse en norma.

    La pobreza no se hereda: se reproduce

    La evidencia es clara: crecer en pobreza condiciona el desarrollo físico, emocional y cognitivo. Una niñez marcada por la mala alimentación, la interrupción escolar o la necesidad de trabajar de forma temprana reduce significativamente las posibilidades de acceder, en la vida adulta, a empleos dignos, ingresos estables y entornos seguros. Es decir, la pobreza no se transmite por fatalidad, sino por la ausencia de políticas y condiciones que garanticen derechos desde la niñez.

    Esta reproducción estructural se vuelve más visible en territorios rurales y agrícolas. En estados como Sinaloa —líder nacional en producción de maíz— conviven altos niveles de productividad con comunidades donde los ingresos familiares dependen de ciclos climáticos cada vez más extremos, mercados volátiles y apoyos institucionales insuficientes.

    Cuando el ingreso se reduce, las decisiones que toman las familias no son abstractas: se reflejan en menos comida en la mesa, en niñas y niños que faltan a la escuela y en adolescentes que asumen responsabilidades económicas de manera prematura.

    La pobreza también tiene edad y género

    La pobreza no afecta a todas las personas por igual. Tiene rostro rural, indígena, femenino y juvenil. De acuerdo con el enfoque de pobreza multidimensional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), las privaciones económicas y sociales impactan de manera desproporcionada a niñas, niños y adolescentes que viven en contextos rurales, indígenas y de alta marginación, así como a mujeres y juventudes.

    En particular, las mujeres en comunidades agrícolas suelen concentrarse en actividades informales, mal remuneradas o no reconocidas, mientras que adolescentes y jóvenes enfrentan barreras para continuar estudiando o incorporarse a empleos dignos. Sin opciones reales, muchas juventudes quedan atrapadas en economías de subsistencia que replican la precariedad que vivieron en su infancia.

    Este escenario evidencia una falla estructural: las políticas que no consideran la edad, el territorio y las desigualdades de género tienden a ser insuficientes. Combatir la pobreza en la niñez requiere intervenir en el presente de las familias y, al mismo tiempo, proteger el futuro de niñas, niños y adolescentes.

    Fortalecer medios de vida para proteger derechos

    Desde esta lógica, abordar la pobreza en la niñez implica fortalecer los medios de vida familiares. No basta con transferencias económicas aisladas ni con programas desconectados del contexto local. Se requieren estrategias que mejoren los ingresos, fortalezcan capacidades productivas y reduzcan los riesgos que enfrentan niñas y niños.

    Es por eso que en Save the Children trabajamos directamente en comunidades rurales de Sinaloa. A través de nuestro programa Raíces del Cambio hemos trabajado en esta dirección, nos enfocamos en la prevención del trabajo infantil y la inseguridad alimentaria a través del fortalecimiento de los medios de vida agrícolas.

    El programa impulsa la capacitación en buenas prácticas agrícolas adaptadas a la sequía, el acompañamiento a mujeres y jóvenes para diversificar ingresos y el desarrollo de proyectos productivos que fortalezcan la economía familiar.

    La premisa es sencilla, pero poderosa: cuando las familias cuentan con ingresos más estables, conocimientos técnicos y oportunidades económicas, disminuye la presión para que niñas y niños trabajen y aumenta la permanencia escolar.

    La protección de la niñez y adolescencia no se logra únicamente con prohibiciones, sino creando condiciones para que las familias no tengan que elegir entre comer hoy o garantizar derechos mañana.

    Romper el ciclo

    La pobreza infantil en México no es inevitable. Es el resultado de decisiones económicas, sociales y ambientales que pueden y deben cambiar. Colocar a la niñez en el centro de las estrategias contra la pobreza no es un gesto asistencialista: es una inversión social y una condición indispensable para romper la transmisión intergeneracional de la desigualdad.

    Si México aspira a un desarrollo sostenible y justo, debe preguntarse no solo cuánto produce, sino cómo viven las niñas y los niños en los territorios donde esa riqueza se genera. Garantizar derechos desde la infancia es la única vía para que la pobreza deje de ser una herencia y se convierta, por fin, en una excepción.

    * Save the Children (@SaveChildrenMx) es la organización independiente líder en la promoción y defensa de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Trabaja en más de 120 países atendiendo situaciones de emergencia y programas de desarrollo. Ayuda a los niños y niñas a lograr una infancia saludable y segura. En México, trabaja desde 1973 con programas de salud y nutrición, educación, protección infantil y defensa de los derechos de la niñez y adolescencia, en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas. Visita nuestra página y nuestras redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram.