Policía para posguerra en Sinaloa
Paz es prever la desmilitarización

OBSERVATORIO
22/07/2025 04:02
    Las condiciones están dadas para poner sobre la mesa del Gabinete de Seguridad federal un viejo descuido de anteriores regímenes que ponen a militares a cargo de la defensa de la población civil y pasan por alto la pertinencia de habilitar las policías para cuando los batallones castrenses deban irse. Nos guste o no, tarde o temprano las milicias regresarán a los cuarteles y volveremos a estar a expensas de los elementos consuetudinarios de vigilancia y orden.

    Cuando en la conversación pública y en los códigos del lenguaje de la seguridad y protección ya se habla de una posible cercanía de la pax narca, no de otra, es buen momento en Sinaloa para planear qué hacer con las policías estatal y municipales que dan sobradas evidencias de carencias tácticas, deficiente equipamiento, desventaja numérica y rezagos remuneratorios que las convierten en potenciales víctimas de la delincuencia, sumadas al recuento de las pérdidas humanas y materiales en la sociedad a la cual están obligados a proteger.

    A propósito de lo que dio a conocer ayer el Gobernador Rubén Rocha Moya sobre la reunión el jueves con el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, donde uno de los temas será el fortalecimiento de las policías locales, el planteamiento corresponde más a la construcción de paz que a la narcoguerra en curso. Hablemos de ello con optimismo porque si el Gobierno hace lo correcto sin duda saldrán buenos resultados.

    Los policías estatales y municipales están convertidos en blanco de los sicarios de uno y otro bando hamponil, siendo asesinados 45 desde el 9 de septiembre de 2024 con el consiguiente efecto intimidatorio que deriva del axioma popular que establece que por cada guardián de la seguridad caído los ciudadanos están más indefensos. No debiera ser la ecuación tan simple y fría, tomando en cuenta las circunstancias en que los trabajadores de la seguridad pública son abatidos.

    Al conocimiento pleno de la realidad en que operan los policías, con armas viejas y a veces sin éstas, desfasados en capacitación, deficientes equipamiento táctico y respaldo tecnológico, y aparte salarios castigados que los vuelven propensos a completar por medios ilícitos los ingresos para el sustento familiar, le corresponderán medidas proporcionalmente adecuadas para proveer de seguridad a la población. Además, la militarización debe operar para hacerlos profesionales e inducirles la autodefensa en vez de tratarlos como servidumbre del Ejército.

    Las condiciones están dadas para poner sobre la mesa del Gabinete de Seguridad federal un viejo descuido de anteriores regímenes que ponen a militares a cargo de la defensa de la población civil y pasan por alto la pertinencia de habilitar las policías para cuando los batallones castrenses deban irse. Nos guste o no, tarde o temprano las milicias regresarán a los cuarteles y volveremos a estar a expensas de los elementos consuetudinarios de vigilancia y orden.

    Sinaloa y el Mandatario estatal cuentan con el apoyo de la Presidenta Sheinbaum y del Secretario Harfuch, traducido en el despliegue de fuerza pública federal como nunca se había otorgado después de la Operación Cóndor de finales de la década de los años 70 del Siglo 20. Está sonando la hora de que contemos con instituciones de seguridad fortalecidas y confiables en previsión de la desmilitarización. Los refuerzos de soldados y marinos sí funcionan para momentos complicados como la narcoviolencia presente, sin embargo, la presencia numerosa de tropas en las calles a la larga inquieta más de lo que sosiega.

    Si los cálculos que se hacen en los búnkeres militares son correctos en lo referente a la eventual recuperación de la seguridad en márgenes aceptables, derivada de los reacomodos que experimenta el Cártel de Sinaloa, entonces el Gobierno del Estado está en el plazo exacto en materia de la integración casi a partir de cero de las corporaciones dedicadas a proporcionar la tranquilidad emergente, en tanto avanza algún plan transexenal de consecución de paz positiva.

    Aunque sea fácil decirlo, se trata de un tema complejo para atender la fase de posguerra en la cual repuntarán delitos de otro tipo por los sicarios que quedan huérfanos de capos, la recesión en los negocios del Cártel al gastar sus capitales en la larga y atroz confrontación, las pérdidas en la otrora jauja del narcomenudeo, y la desocupación de ejércitos de punteros reclutados para el todavía vigente choque entre los hijos de Ismael Zambada García y los de Joaquín Guzmán Loera.

    Veamos qué trae el Gobernador Rocha en función del planteamiento que le hará a García Harfuch en lo que respecta a fortalecer en Sinaloa la infraestructura estatal para la seguridad pública.

    Reverso

    Que se nos cumpla la profecía,

    De esa paz que está por llegar,

    Y junto venga la Policía,

    Que a Sinaloa sepa cuidar.

    La sopa y la mosca que

    Se escucha muy bonito pero será más estimulante si es real el Plan Cero Robos de Vehículos en la carretera México 15 y autopistas de Sinaloa, que mostró el domingo en Culiacán el General Hernán Cortés Hernández, Comandante de la Guardia Nacional, con la participación de 298 elementos, 143 patrullas terrestres, 2 helicópteros, 12 drones, y otros medios tecnológicos. No lo respalda el hecho de que en zonas urbanas siguen siendo altos los registros en la Fiscalía General del Estado por este tipo de delitos. Todo bien en la GN, pero sólo para no perder la costumbre de echar a perder las buenas noticias cabe la pregunta de por qué hasta ahora después de 10 meses en que los malandros despojaron a mano armada un promedio de 20 carros diarios.