Los muxes dentro de sus hogares asumen roles femeninos, contraen matrimonio, bien sea con hombre o mujer y también cumplen con la tarea de ser iniciadores sexuales de los jóvenes varones de sus pueblos, en virtud de que la virginidad femenina continúa situada en el nivel de obligación para las jóvenes.

    Hoy, en compañía de mi familia, al igual que millones de mexicanos de todas las clases sociales, en las que por supuesto, estamos incluidos los “clase medieros” aspiracionistas, estaremos celebrando el Día del Padre; el justísimo reconocimiento dedicado a los esforzados papás, el cual, se recibe con aprecio, soslayando el hecho de que tal homenaje, ha sido promovido por los intereses del mercado.

    De cualquier manera, se recibe con alegría el homenaje y los presentes que se acompañen a las manifestaciones de cariño que nos brinden, los propios y los extraños.

    Comparto también que ayer tuve el honor de acompañar a Esperanza Kasuga en la celebración que le brindó su familia por haber recibido del Emperador de Japón, la Orden del Sol Naciente, por su labor en la difusión de la cultura japonesa y por su destacada actividad social en favor de la comunidad, a lo cual, también se agregó el aniversario matrimonial número 50, con Tsutomu Yoshii. Omedetó, soshite arigato, tomodachi.

    Pero vayamos a otra cosa retomando un tema que en estos últimos días ha ocupado la atención pública, y que de alguna manera, le ha quitado juego al asunto de las recientes elecciones, sobre las cuales Mario Zamora y allegados están procurando echarle tierra al triunfo arrollador del maestro Rubén Rocha Moya, quien, por cierto, le ganó a su adversario todos los distritos de su municipio, no con números que reflejen que tuvo influencia el miedo que intentaron sembrar los violentos entre los electores.

    Toda esta humareda postelectoral por lo pronto, ha sido disipada por la obligada decisión que tuvo que tomar el Congreso sinaloense para darle entrada al matrimonio igualitario, es decir, a la unión civil entre dos personas del mismo sexo, lo cual, ha provocado que los interesados expresen su satisfacción de diversas formas, algunas de ellas, cayendo en el exhibicionismo, por la conquista de un derecho que ha venido a romper el concepto tradicional del matrimonio, concebido como la unión de un hombre y una mujer.

    Por supuesto, después de este triunfo legislativo, la comunidad LGBTQ+ de Sinaloa va por más, ya que están pendientes los temas de la adopción por las parejas del mismo sexo y el cambio de reconocimiento de identidad para las personas que recurren a la reasignación de sexo vía quirúrgica, es decir, los llamados transexuales, lo cual implicará la modificación de actas de nacimiento, registro ante el Instituto Nacional de Electores, licencia de conducir, así como a otro tipo de documentos identificatorios.

    Es decir, que a la lucha de los miembros de las agrupaciones que abanderan los colores del arcoiris, todavía les queda largo camino por recorrer, tan largo como el que tendrán que emprender los transexuales para cambiar, por ejemplo, pasaporte y documentos escolares. Ni modo, son los costos que tendrán que pagar, pues como dice el dicho; “el que quiera azul celeste que le cueste” o como dijera el abogado Pancho Vargas: “el que quiera azul celeste, que se acueste”.

    A vuelo de pájaro, uno pensaría que el movimiento sexual y todas sus variantes es cosa de la modernidad, pero no hay tal, ya que en algunas comunidades con gran carga cultural tradicionalista, dentro de lo cual va incluido el machismo, como es el caso de Juchitán, Oaxaca, se reconoce y se respeta que un hombre se vista y actúe como mujer, tal y como sucede con los muxes, quienes desde muy pequeños, toman dicha ruta y son considerados como un privilegio para las familias que cuentan con alguno de ellos.

    Los muxes dentro de sus hogares asumen roles femeninos, contraen matrimonio, bien sea con hombre o mujer y también cumplen con la tarea de ser iniciadores sexuales de los jóvenes varones de sus pueblos, en virtud de que la virginidad femenina continúa situada en el nivel de obligación para las jóvenes.

    Por ahora, así están las cosas en Sinaloa, con un político mal perdedor, con la algarabía de la comunidad gay, y sobre todo ello, con la fiesta en torno al merecidísimo Día del Padre ¡Buen día!

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