¿Por qué ya no aguantas la fiesta (tomadera) como antes?

    Envejecer es un proceso natural, parte del ciclo de la vida. Nuestra longevidad depende, en cierta medida, de los genes que nos heredaron. Sin embargo, el resto depende de nuestras acciones, estilo de vida, y lo que le metemos al cuerpo.

    La mayoría de las personas que hemos llegado al tercer piso (30 años de edad) recordamos con nostalgia los días de gloria de la juventud. El cuerpo ya no rinde como antes y los achaques físicos son un recordatorio del paso del tiempo.

    Estudios recientes revelan que el 14 por ciento de los adultos reportan haber bebido más alcohol durante la pandemia. No obstante, los mismos estudios también revelan que el 27 por ciento de los adultos toman menos alcohol que antes. Esta tendencia está más relacionada con el paso de los años, que con la modificación del estilo de vida durante esta emergencia sanitaria.

    Existe una gran variedad de procesos biológicos en nuestro cuerpo que cambian al llegar a los 30 años. La triste realidad es que entre más envejecemos, más disminuye la capacidad corporal para procesar distintas moléculas, incluidas el alcohol, así como los efectos que ocasiona.

    Primero, el cuerpo humano pierde músculo y gana tejido graso. Eso significa que el cuerpo posee menos agua y el alcohol no se diluye de la misma manera que cuando uno es joven. Esto resulta en una mayor concentración de alcohol en sangre (para tener en cuenta antes de llegar al alcoholímetro).

    Segundo, el estómago y el hígado producen menos la enzima que digiere al alcohol, la acetaldehído deshidrogenasa, lo cual también se traduce en una mayor concentración de alcohol en sangre a pesar de ingerir la misma cantidad de alcohol que en los años de mocedad.

    Tercero, la mayoría de nosotros tenemos la percepción de que tenemos mayor tolerancia al alcohol con el paso de los años. Esto es incorrecto y está relacionado con el hecho de que nuestro cuerpo no manda las mismas señales al cerebro indicándonos nuestro estado de inebriación.

    La mayoría de la gente consume menos alcohol con el paso de los años, sin embargo, hay otros que mantienen el mismo ritmo que durante los años mozos. El problema de seguir con la misma cadencia en esa etapa de la vida es que existen alrededor de 200 condiciones médicas que empeoran con el consumo de alcohol.

    Para empezar, el consumir alcohol acelera el proceso de envejecimiento. El cerebro empieza a encogerse de manera natural a los 40 años, pero aquellos que consumen grandes cantidades de alcohol muestran una mayor pérdida de volumen en la corteza frontal del cerebro. Esta área cerebral controla la conducta impulsiva y compulsiva, lo cual puede generar un círculo vicioso relacionado con la ingesta de alcohol (entre otras sustancias).

    Otras condiciones médicas comunes que son exacerbadas con el consumo de alcohol son la enfermedad hepática, cáncer, hipertensión arterial, enfermedades inmunes, infartos, y diabetes. Asimismo, el consumo de alcohol también acelera la aparición de arrugas en la piel, dado que la edad disminuye la capacidad celular antioxidante. Por último, el rumor de que el alcohol ayuda a dormir bien es una falacia, ya que destruye la calidad del sueño.

    Envejecer es un proceso natural, parte del ciclo de la vida. Nuestra longevidad depende, en cierta medida, de los genes que nos heredaron. Sin embargo, el resto depende de nuestras acciones, estilo de vida, y lo que le metemos al cuerpo.

    La edad es el mayor factor de riesgo para la mayoría de las enfermedades, aceptar el hecho de que “ya no podemos como antes” y tomar medidas al respecto nos llevará a tener una mejor calidad de vida durante los años venideros.

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