Alfred Nobel, un inventor y empresario sueco, hacedor de la dinamita, legó prácticamente el total de su patrimonio millonario a una institución de su país, para que anualmente se premiara, a hombres y mujeres que se distinguieran en diversas manifestaciones culturales, científicas y en causas sociales que redundaran en la armonía de un país o del mundo.
En el caso del llamado premio Nobel de la Paz, la determinación la toma un comité integrado por cinco miembros que son designados por el parlamento sueco, los cuales, reciben nominaciones desde el 31 de enero de cada año, planteadas por instituciones, cuerpos legislativos, instituciones con reconocimiento social y ex merecedores del prestigiado premio, entre otros.
El comité actual está compuesto por tres mujeres y dos hombres de altísimo prestigio personal y profesional con obvio reconocimiento de la sociedad sueca. Y por supuesto, no son gente a la que se le pueda convencer con dádivas para lograr el honrado reconocimiento.
Sin embargo, naturaleza humana, las decisiones tomadas por este cuerpo de notables no siempre cuenta con la aprobación unánime de la opinión pública, tal y como acaba suceder con la presea de este año, del que resultó ganadora una mujer, la segunda latinoamericana en recibirlo, siendo su antecesora, la guatemalteca Rigoberta Menchú, defensora de los pueblos indígenas, la cual, luego se colgó de su fama para andar otorgando reconocimientos a terceros; bajo el concepto de Gestor de la Paz, o algo así, como para que sonara importante, tal y como lo hizo con el ex alcalde de Mazatlán, Luis Guillermo Benítez Torres, lo cual, le costó a la comuna mazatleca, no pocos miles de pesos.
La hoy nacionalizada mexicana recibió el Nobel de la Paz, sin que levantara ámpulas de protesta por ello, tal y como ahora está sucediendo con la premio Nobel de la Paz 2025, la venezolana nacida el año en 1967, María Corina Machado Parisca, la política que simboliza la lucha en contra del chavismo, encabezado por Nicolás Maduro, quien se ha eternizado en la Presidencia de la Republica que baila al ritmo del joropo y sus poéticas letras, como la de la canción Alma Llanera.
María Corina Machado, madre de tres hijos, los que por cierto, radican en el extranjero por causas de seguridad, posee el grado de ingeniería industrial otorgado por la Universidad Católica Andrés Bello y una especialización en finanzas, cursada en el Instituto de Estudios de Administración, también institución venezolana. El soporte académico la llevó a la actividad docente y también ha dedicado parte de su tiempo a los medios de comunicación, particularmente en la radio.
Machado Parisca proviene de una familia que logró hacer fortuna en la industria del acero y cuyas empresas, les fueron confiscadas el año 2010, por el gobierno de Hugo Chávez.
La Nobel de la Paz 2025, ha sido merecedora de la confianza del electorado venezolano, lo cual, la ha llevado a ocupar posiciones en el poder legislativo de la tierra del prócer Simón Bolívar y su lucha opositora al régimen chavista, le han merecido otros premios internacionales, como el Sájarov, otorgado por el Parlamento Europeo, mismo que también le concedió el Václav Havel de los Derechos Humanos.
Por supuesto, los simpatizantes internos y externos del dictador Nicolás Maduro, critican acremente a María Corina, tachándola de sirvienta del gobierno estadounidense; puede que sea cierto, pero también, es una realidad que la nueva Nobel de la Paz ha comprometido su vida y su libertad por sus convicciones políticas, mérito que noquea el “sin comentarios” emitido por la Presidenta Claudia Sheinbaum, respecto al reconocimiento a María Corina ¡Buenos días!