Prensa al patíbulo: Usted no, Gobernador
En Sinaloa, el periodismo culpado de todo

OBSERVATORIO
    sicairos6204@gmail.com
    Rocha debiera reflexionar a profundidad antes de expresar lo que dice sobre periodistas y medios en la coyuntura actual que coloca a la libertad de expresión y el derecho a la información como al monigote del juego de péguenle al negro de las ferias y verbenas. A este segmento ciudadano, que no busca exenciones sino garantías para desempeñar su trabajo en las mismas condiciones que la Constitución establece para cualquier sinaloense, le es fundamental la comprensión y amparo de quien es el principal responsable de respetar y hacer valer la ley en Sinaloa.

    Será el calor, la presión que la problemática social ejerce sobre el Gobernador, o bien podría deberse a que está de moda refutar los manejos periodísticos como antídoto contra la noticia incómoda, pero el caso es que Rubén Rocha Moya tuvo en La Semanera de ayer otra racha de reclamos a reporteros y medios, poniendo en duda el profesionalismo de éstos e induciendo la hipótesis de la adulteración de la información. Comunicadores y tribunas, de por sí con desventajas tácticas en muchos frentes de guerra, deben seguir resistiendo las ofensivas esquivando las esquirlas de la intolerancia en la política y el plomo de campos de batalla dominados por el crimen.

    Lo que extraña es que el Mandatario estatal no estuvo a tono con la exigencia del periodismo para que cesen las acciones, que por anónimas son cobardes postulando la vulnerabilidad de la prensa a través de desprestigiar a ésta, campañas negras de las que por cierto Rocha Moya es víctima al aparecer en diferentes puntos de Sinaloa, calcas y anuncios de origen no tan desconocido que lo quieren fuera del gobierno.

    Cuando la sociedad necesita de más brújulas fiables que la orienten en medio del desconcierto que generan los victimarios desesperados por presentarse como víctimas, el último reducto de los presuntos culpables, la función del periodismo requiere de los pilares de credibilidad y legalidad como acto de fe proveniente de gobernantes, instituciones y audiencias que colaboren a que la verdad se imponga a la diatriba. Demoler las pocas ventanas que muestran la realidad tal cual equivale al retorno de la alegoría de las cavernas en que un solo neandertal salía a ver qué había en el exterior e imponía su particular noción del mundo según él lo percibía.

    Desde tal contexto que apremia a otorgarles el privilegio de la duda a todo y todos por igual, urge moderar la descalificación apresurada que le apuesta a anular contenidos periodísticos que ofrecen a las instituciones y a quienes las presiden la posibilidad de enmienda. Por ejemplo, cuando el diario Noroeste en alianza editorial con Animal Político apenas publicó la primera entrega de una serie de investigaciones que lanzan la hipótesis de que en México hay al menos mil 524 víctimas inocentes abatidas por las fuerzas de seguridad federales y estatales, Rocha Moya contrapone la eventualidad de que los culpables sean delincuentes embozados de militares y policías.

    De la misma manera invalidó las fotografías que publicó el semanario Ríodoce donde una mujer reparte dinero durante el cierre regional de la campaña que el viernes realizó en Culiacán Claudia Sheinbaum, aspirante a obtener la candidatura del Movimiento Regeneración Nacional a la Presidencia de la República. Acusó al medio de ser capaz de inventar la nota: “a alguien mandaron ustedes a que se los diera seguramente, ¿quién les da dinero?, ¿quién puede darles dinero?, ¿de dónde?, no lo creo, no sé de dónde les pueden estar dando dinero”.

    El Gobernador tiene derecho a la réplica pero ésta debe venir con la alta disposición de abrirse a realidades corroboradas que los medios ven y los gobernantes quisieran que no existieran. O al revés: inducir la opinión de la autoridad bajo el fundamento de reconocer noticias soportadas en pruebas. De ninguna manera darles más motivos a los que desde sus madrigueras de corrupción e impunidad quieren que la comunicación sea en un solo sentido, el que les endulza el oído.

    Rocha debiera reflexionar a profundidad antes de expresar lo que dice sobre periodistas y medios en la coyuntura actual que coloca a la libertad de expresión y el derecho a la información como al monigote del juego de péguenle al negro de las ferias y verbenas. A este segmento ciudadano, que no busca exenciones sino garantías para desempeñar su trabajo en las mismas condiciones que la Constitución establece para cualquier sinaloense, le es fundamental la comprensión y amparo de quien es el principal responsable de respetar y hacer valer la ley en Sinaloa.

    Hay que insistir en la interpretación que personajes o grupos de talante delictivo les dan a las palabras o silencios de los entes del poder público de la jerarquía o desde el pedestal del que brotan las expresiones que, con razón o sin ella, corroen la credibilidad del periodismo. Lo más común es que la mentalidad facinerosa lo traduzca en vulnerabilidad de los comunicadores, primer condicionante para considerarlo propenso a la agresión.

    Por eso el planteamiento de usted no, Gobernador. La relación con la prensa debe situarse en el punto exacto en que quedó después que el Instituto para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas lo exhortó, el 5 agosto, a que “siga siendo un aliado de los periodistas y de los defensores, evitando emitir expresiones negativas que no reflejan un trato respetuoso y digno para quienes ejercen la importante labor de informar y defender derechos humanos, incluso poniendo en riesgo su propia vida y la de sus familias”, aquel llamamiento que como Mandatario estatal ofreció acatar y había cumplido.

    Reverso

    Para qué agitar los ríos,

    Si vamos en la misma canoa,

    Y se ocupan más navíos,

    Para defender a Sinaloa.

    #Permiso para matar

    En el reportaje titulado “Permiso para matar” logrado por Noroeste y Animal Político son visibilizadas aquellas muertes de mexicanos inocentes que el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa redujo a ser “víctimas colaterales” y que el actual régimen, el de Andrés Manuel López Obrador, esconde detrás de la protección de Estado que les brinda a las fuerzas armadas. Son rostros, nombres y tragedias en las cuales cobran voz los ciudadanos pacíficos que sin deberla ni temerla, fueron asesinados por las armas oficiales. Esto, por supuesto, no involucra a todos los miembros de las instituciones militares, pero no deja de ser la indispensable denuncia de la brutalidad de algunos de ellos.

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