Prepararse para el colapso

BUHEDERA
    ‘En 1814, el ejército de Napoleón entró en batalla en Waterloo, Bélgica. Los magnates de las inversiones en Capel Court en la City de Londres se mordían las uñas de preocupación, ya que el resultado de la batalla determinaría los precios de las acciones. Si ganaban los franceses, los precios de las acciones caerían drásticamente. Si Gran Bretaña ganaba, los precios subirían como un cohete’.

    Jeff Thomas, International Man: “Empecé a predecir por primera vez un gran colapso económico en 1999. Aunque entendía que faltaban al menos 15 años y posiblemente más, creía que sería prudente comenzar a prepararme para ese momento, ya que la fecha real del colapso podría no ser predicha (es mejor llegar unos años antes que incluso un día demasiado tarde). No es sorprendente que, en ese entonces, esta predicción pareciera para la mayoría de las personas no solo improbable, sino ridícula.

    Hoy, estamos un poco más cerca del inicio de una crisis económica y ahora no solo parece posible, sino muy probable para un número cada vez mayor de personas que están prestando atención.

    Y no es sorprendente que, dado que muchas personas ahora se dan cuenta de la inevitabilidad de una crisis de este tipo, también se dan cuenta de que deberían haberse estado preparando para ella. La preparación para un evento importante como este requiere bastante tiempo y muchas personas se están dando cuenta tardíamente de que pueden quedar atrapados con los pantalones bajados cuando comiencen los choques iniciales.

    Cada vez que se reconoce por primera vez la inevitabilidad de tal debacle, la primera reacción de la mayoría de las personas es sumergirse en la negación y decir: ‘Simplemente no puede suceder. Nadie dejaría que sucediera, porque nadie se beneficia’. Pero eso está equivocado. No solo alguien se beneficia, sino que se beneficiará a gran escala. Los controladores de una economía siempre se benefician de un colapso

    En 1814, el ejército de Napoleón entró en batalla en Waterloo, Bélgica. Los magnates de las inversiones en Capel Court en la City de Londres se mordían las uñas de preocupación, ya que el resultado de la batalla determinaría los precios de las acciones. Si ganaban los franceses, los precios de las acciones caerían drásticamente. Si Gran Bretaña ganaba, los precios subirían como un cohete.

    En aquellos días, la comunicación era lenta. El enviado oficial tardaría un tiempo considerable en viajar desde el campo de batalla de Bélgica a Londres con la noticia del resultado de la batalla.

    El principal banquero de Inglaterra, Nathan Rothschild, había enviado a su propio mensajero a Waterloo con instrucciones de regresar por los medios más rápidos posibles con la noticia. En consecuencia, el señor Rothschild recibió la noticia muchas horas antes del regreso del mensajero oficial. Luego se le vio en la bolsa de valores, dizque abatido, desplomado en un rincón con cara de tristeza y vendiendo sus papeles lo más rápido que podía. El rumor corrió como reguero de pólvora: ‘Rothschild sabe’. Esto provocó el pánico y otros vendieron lo más rápido que pudieron. Los precios se desplomaron rápidamente; luego, cuando el enviado oficial de Waterloo subió por el Támesis, Rothschild, a través de sus agentes previamente instruidos, compró cuanto pudo a un precio bajísimo. En una hora, el enviado divulgó la noticia de que Gran Bretaña había ganado la batalla y los precios se dispararon, generando enormes ganancias para Rothschild (se habla de mil millones de libras esterlinas de ese entonces, hace 208 años), todo dentro de un día de febril negociación.

    Más tarde lo llamó ‘El mejor negocio que he hecho’.”

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