PRI Sinaloa: La caída del imperio

    Muchos imperios sufrieron el mismo destino que el PRI, tales como el aqueménida, otomano, mongol, y británico, entre otros; sin embargo, uno con el que comparte muchas similitudes es el romano.

    Contrario al aura de omnipotencia que la mayoría de los imperios proyectan, una simple revisión de historia nos recuerda que estos son organismos frágiles. El balance de poder es delicado, y cuando las cosas empiezan a irse en picada, los imperios empiezan a derrumbarse con una increíble rapidez. Desafortunadamente, al PRI le tomó casi un siglo colapsar.

    Muchos imperios sufrieron el mismo destino que el PRI, tales como el aqueménida, otomano, mongol, y británico, entre otros; sin embargo, uno con el que comparte muchas similitudes es el romano.

    De acuerdo con algunos historiadores, Roma se divide en tres periodos: El Periodo de Reyes (625-510 AEC, “antes de la Era Común”), Roma República (510-31 AEC), y la Roma Imperial (31 AEC – 476 EC, “Era Común”). El declive de Roma inició en su periodo imperial.

    En la antigua Roma, existía una división entre los Patricios (familias ricas) y los Plebes (plebeyos). Los patricios y los plebeyos no eran “clases” en el sentido moderno del término. De acuerdo con el mito romano, los patricios eran descendientes directos de los senadores elegidos por Rómulo, uno de los dos hermanos fundadores de Roma. El estatus de patricio era heredado, mientras que los plebeyos eran el resto de la sociedad (excepto los esclavos).

    La asignación de candidaturas y cargos tiene un formato similar en el PRI, una endogamia perniciosa y reciclamiento de perfiles sin la más mínima preparación para el cargo que ostentaban (en la gran mayoría de los casos).

    Por poner algunos ejemplos, la antigua legislatura de Sinaloa tenía a seis miembros del Congreso del Estado (cinco PRIistas y un panista) con familiares incorporados a la nómina (hijos primos y parientes). Guadalupe Iribe a su sobrino, Maribel Chollet a su hija, Andrés Félix a su prima, Paola Gárate a su prima, Francisca Henríquez al sobrino de su esposo, y Feliciano Valle a su primo. Los cargos no son otorgados por mérito.

    Otra semejanza entre ambos es el “pan y circo” (panem et circenses), una metonimia refiriéndose al apaciguamiento superficial de las masas. Este término es atribuido a Juvenal, un poeta romano que vivió en el segundo siglo de la Era Común. En el contexto político, la frase se puede traducir como el medio para generar la aprobación pública, no por la excelencia en el servicio público, sino por la distracción o satisfacción de los requerimientos más básicos del pueblo de manera paliativa.

    En el año 140 EC, los políticos romanos pasaron leyes para mantener los votos de los ciudadanos más pobres al proporcionarles comida barata y entretenimiento. Asimismo, iniciaron una campaña masiva de construcción de edificaciones, estatuas y templos, con el propósito de ser indulgentes con su ego.

    En el gobierno de Quirino Ordaz Coppel (un patricio sinaloense) sucedió lo mismo. En lugar de atender las necesidades de su pueblo (pre y pos-pandemia), se dedicó a construir estadios y dar megaconciertos, además de promocionar su “Puro Sinaloa” de manera desmedida. Millones de pesos gastados en alimentar su ego, en lugar de atender a la sociedad.

    Los ejemplos previamente mencionados solo fueron la punta del iceberg.

    El declive que vive el PRI es similar al del Imperio Romano y es resultado de sus propios pecados: la opresión del pobre, falta de moralidad, y la fascinación por el espectáculo.

    Estamos viviendo un momento en la historia donde nosotros, la sociedad, elegimos demoler la institución arcaica y nociva conocida como PRI, no debemos de quitar el dedo del renglón, no olvidemos quienes fueron aquellos que tanto daño hicieron a la sociedad. Debemos de mirar a atrás y aprender de la historia para no repetir los errores del pasado. La nueva transición de gobierno es el primer paso, ser una sociedad activa políticamente es el segundo.

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