Primogénitas

19/11/2025 04:00
    Este despertar universitario ofrece una luz al final del túnel, para superar las dolencias que han aquejado a la Universidad, tras dos largas décadas en que ha estado sumida en el oscurantismo. Cada día más estudiantes se suman a la lucha, con sus propias demandas, esto es como una bola de nieve que cada día crece de manera exponencial, rompiendo la inercia que prevalecía en la UAS.

    Lo más destacado de la lucha social contemporánea en Sinaloa es la actividad desplegada por la Asociación de Trabajadores Jubilados, que preside la señora Florina García Bórquez, y que, junto a estudiantes, han levantado en la práctica un programa de defensa de la Universidad, con la exigencia del respeto de los derechos laborales de los Jubilados y la demanda estudiantil de la libre elección de sus representantes y autoridades.

    Los jubilados y estudiantes están exigiendo a la Administración -que está quebrada no sólo financieramente-, que cese su hostigamiento, su constante aumento de cuotas de inscripción y tarifas, lo que en los hechos vienen encareciendo la educación superior en Sinaloa. La educación pública debe seguir siendo un derecho de todos los jóvenes sinaloenses y no un privilegio.

    La comunidad universitaria está recobrando la mística de lucha, que fue parte de la lucha por democratizar al País. Hay, en la historia de la UAS, páginas gloriosas en defensa de la autonomía universitaria, el cogobierno y la gratuidad de la educación superior. Han sido éstos, faros de luz inextinguible, premisas primigenias en la Universidad de más prosapia en Sinaloa.

    Este despertar universitario ofrece una luz al final del túnel, para superar las dolencias que han aquejado a la Universidad, tras dos largas décadas en que ha estado sumida en el oscurantismo. Cada día más estudiantes se suman a la lucha, con sus propias demandas, esto es como una bola de nieve que cada día crece de manera exponencial, rompiendo la inercia que prevalecía en la UAS.

    Sus demandas son nítidas: que haya más Universidad y menos privilegios para la “casta dorada”, que vuelva a prevalecer la Academia, el respeto a los derechos laborales, la libertad de cátedra, la obtención de plaza a partir de méritos académicos (y no por la fidelidad partidaria), la promoción basada en la antigüedad y normas escalafonarias. Es decir, por la vuelta de la Universidad a la legalidad y no a la arbitrariedad ni al autoritarismo de una administración que se ha despachado con la cuchara grande.

    La lucha actual de jubilados y estudiantes sólo busca que la Universidad de mayor prosapia del estado se encause por la vía democrática, que la libertad vuelva a prevalecer en su seno, pese a la resistencia de la Administración, que se niega a aceptar una realidad que avanza incontenible. Les recordamos a los representantes del ominoso pasado y presente en la UAS que, si se aferran a defender lo indefendible, pasarán a la historia como una regresiva página de triste memoria.

    La quiebra financiera de la Universidad tiene rostro y nombres, tiene responsables. Y éstos no son los estudiantes ni los padres de familia, que se han visto forzados a sacrificar ingresos para pagar las altas y variadas cuotas que cada día tienden a aumentar y a encarecer la educación. Tampoco son los jubilados ni los trabajadores activos, que en promedio perciben un 60 por ciento de lo que ganan sus homólogos de otras universidades del Noroeste -como Unison y UABC-, que tuvieron mejor administración y más cuidado en usar racionalmente el millonario dinero público que, vía subsidios, les otorga la Federación y el Gobierno del Estado.

    La quiebra financiera actual es el acumulado de dos décadas de malos manejos por parte de la Administración unipartidista que ha tenido la Universidad Autónoma de Sinaloa. A lo largo de su historia no se había registrado una debacle tan prolongada como la que estamos viviendo. Y, pese a todo esto, la Administración, con tal de conservar sus privilegios (altos salarios para la alta burocracia y una excesiva plantilla de confianza) y, sobre todo su control autoritario, ha diseñado una “reingeniería”, palabra rimbombante con la que se quiere ocultar su perversa intención de hacer pagar a justos por pecadores. Tras esa tecnócrata palabreja se encuentra el pernicioso plan de reducir el salario (aún más) de los jubilados y activos y escalar las cuotas a todo lo largo del ingreso y permanencia de los estudiantes.

    La lucha actual de jubilados y estudiantes tiene un amplio consenso social. Debe dimensionarse no sólo como un despertar coyuntural. En realidad, se trata de un importante hito para superar la crisis moral y académica en que está sumida la Universidad, esto supondrá, como consecuencia lógica remontar la situación financiera.

    La Universidad rosalina es el patrimonio cultural más valioso que tiene Sinaloa. Los sinaloenses ven con gran optimismo el triunfo, tarde o temprano, de los universitarios en lucha, encabezados por los jubilados y esta nueva generación de estudiantes rosalinos.