Propaganda universitaria

    La Universidad Autónoma de Sinaloa no es la tercera mejor institución de educación superior en el País. A mí, como profesor de la UAS, me parece una irresponsabilidad presumir algo que no es cierto. Es como si a un paciente con problemas de sobrepeso, diabetes e hipertensión, le ajustásemos artificialmente la báscula para hacerle creer que goza de buena salud, evitando con ello que haga cambios en su alimentación y estilo de vida.

    Hace algunos años circuló por internet un video en el que aparece la selección de futbol de Corea del Norte coronándose campeona del mundial de Brasil 2014, tras una serie de victorias por goleada ante sus acérrimos rivales geopolíticos: Estados Unidos, China, Japón y Corea del Sur.

    Supuestamente estas imágenes fueron transmitidas a la población norcoreana como una especie de campaña para incentivar entre la población un sentimiento de grandeza y orgullo por su país. Y aunque luego se descubrió que el video fue simplemente una parodia, lo cierto es que históricamente la propaganda ha servido, sobre todo a los regímenes autoritarios, como una estrategia de control y manipulación de masas.

    Igual de inverosímil que el campeonato mundial de Corea del Norte, la semana pasada la Universidad Autónoma de Sinaloa movió todo su aparato propagandístico para anunciar que un ranking mundial colocaba a la institución rosalina entre las tres universidades más importantes del México, solo por debajo de la UNAM y el TEC de Monterrey.

    Pronto las redes sociales se inundaron con réplicas de trabajadores universitarios, haciendo alarde de la noticia, como si hubiéramos ganado una medalla en las olimpiadas.

    Pero la Universidad Autónoma de Sinaloa no es la tercera mejor institución de educación superior en el País. A mí, como profesor de la UAS, me parece una irresponsabilidad presumir algo que no es cierto. Es como si a un paciente con problemas de sobrepeso, diabetes e hipertensión, le ajustásemos artificialmente la báscula para hacerle creer que goza de buena salud, evitando con ello que haga cambios en su alimentación y estilo de vida.

    En materia de educación, los dos rankings más prestigiosos del mundo son el QS World University Rankings y el Academic Ranking of World Universities. En ninguno de estos rankings aparece listada la UAS. En ambos se identifica que las mejores universidades del país son: la UNAM, el Tec de Monterrey, el ITAM, El Colegio de México, el Politécnico, la Ibero, la UAM, la UdG. Y lo mismo ocurre en las clasificaciones nacionales, donde la UAS no aparece siquiera en el top 10.

    Y no es que la UAS no sea una gran universidad. Yo estoy orgulloso de pertenecer a esta institución, y por eso mismo lo más prudente es asumir la verdadera posición en la que nos encontramos, para escalar desde ese punto. Incluso habría que reconocer que estar dentro de las 20 mejores instituciones de educación superior ya es algo valioso. Pero el hacer creer que estamos a la par de las más grandes es mera propaganda diseñada para contener los procesos judiciales que actualmente enfrentan las autoridades universitarias.

    Así, los altos estándares de calidad de la UAS, reconocidos internacionalmente, se incorporan ahora a la engañosa estrategia discursiva en la que también aparecen la “defensa de la autonomía” y “la persecución política”, que sirven como justificación al acarreo de profesores y estudiantes. Por supuesto que nadie en su sano juicio cree la mentira, pero al menos les da un elemento para no sentirse tan utilizados.

    Ciertamente la UAS es una valiosa institución, pero con rígidos lastres que no le permiten aprovechar el potencial que tiene como centro de formación cívica y científica. Los últimos cambios que se realizaron este año al modelo educativo son insuficientes, otra simulación, porque dejaron intacta la estructura institucional.

    La falta de mecanismos adecuados de transparencia y rendición de cuentas sobre el manejo de recursos, imposibilita el aprovechamiento racional y eficiente de sus capacidades.

    La centralización en la toma de decisiones, los vicios en los incentivos para el crecimiento laboral, así como ciertos impulsos represivos hacia puntos de vista disidentes, inhiben en los universitarios la iniciativa individual y el espíritu crítico necesarios para el desarrollo del conocimiento científico novedoso.

    La designación indirecta de directores sin una valoración adecuada de sus trayectorias, y sin tomar en consideración el ánimo de la comunidad a la que representan, ocasiona que al frente de las escuelas lleguen personas sin el perfil adecuado y sin la capacidad para encabezar proyectos colectivos que requieren de liderazgo.

    La ausencia de contrapesos institucionales mediante un órgano revisor de las decisiones que toma el Consejo Universitario, imposibilita que los conflictos y posibles arbitrariedades al interior de la Universidad se solucionen conforme a derecho.

    El sobreénfasis en la masificación de la educación sin un adecuado respaldo en infraestructura, calidad de la enseñanza y una formal incorporación de los profesores, provocan la saturación y atrofia educativa que se ve reflejada en la deserción escolar, la precariedad de las relaciones laborales, y el impacto marginal de la universidad sobre el desarrollo de Sinaloa.

    Por eso desde aquí nos sumamos al llamado que están comenzando a hacer algunos profesores para que el Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de Sinaloa y el Congreso del Estado de Sinaloa retomen el diálogo y comiencen a trazar la ruta que permita discutir y aprobar una nueva Ley Orgánica para la UAS, acorde a los cambios que se requieren.

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