¡Qué desmadre el aeropuerto!

    Pero me cuesta mucho trabajo pensar que funcionarios de la ineptitud de la 4T puedan organizar un sabotaje tan completo. Son demasiado inexpertos, desorganizados, inútiles y huevones también para hacerlo. Simplemente no me los imagino sentados en la SCT, o en Gobernación, o en Palacio programando todo esto y vigilando que todo salga... mal.

    Todo el mundo, desde Reforma hasta Joaquín López Dóriga y miles de usuarios, estamos furiosos con el Aeropuerto Benito Juárez. Incluso López Obrador lamenta, muy a su manera, el mal funcionamiento del AICM. De allí la pregunta de los 64 mil pasajeros: ¿es plan con maña del Gobierno, para presionar a líneas aéreas, usuarios, taxistas, comercios, etc., a trasladarse a Santa Lucía? ¿O más bien se trata de la ya legendaria incompetencia de este gobierno, al que nada le sale bien?

    Las quejas son conocidas, y han sido recogidas en redes sociales y medios. Primero, por el grado de peligro, las llamadas “idas al aire” o aterrizajes fallidos: parece que muchos más que antes, aunque es imposible afirmarlo con certeza. Luego las demoras en el aire, o en los aeropuertos del interior de la República por saturación del Benito Juárez. Enseguida vienen las interminables filas en Migración a ciertas horas, gracias a la abundancia, eficiencia, integridad y disciplina de los empleados del INAMI: los peores de todo el Estado mexicano, desde hace decenios. Ya saliendo de Migración, y de las extorsiones a latinoamericanos, asiáticos y paisanos que vuelven, llegamos a aduanas.

    Allí, si le paga uno al maletero, pasa por una fila donde no hay que colocar el equipaje en la máquina de rayos X. Si prefiere el carrito, es por el filtro. Pero antes de eso, la espera también es interminable para las maletas: mínimo 45 minutos, y en ocasiones hasta dos horas. Al concluir todo este calvario, y salir a la calle, ya no hay ubers, porque ahora las autoridades sí aplican la prohibición establecida hace meses: los vehículos de aplicación o plataforma no pueden recoger pasaje, aunque pueden llevarlo.

    La culpa es de muchos. Unos sostienen que el problema de las maletas en parte se debe a las nuevas empresas que habría contratado vía outsourcing Aeroméxico para servicios en tierra después de su reestructuración accionista y financiera. Otros creen que la entrega a la Marina del control aduanero de maletas en plataforma o antes de subirlas a las bandas ha vuelto mucho más lento el proceso. Los marinos no saben hacerlo, sus perros no sirven, son pocos los efectivos, y medio huevones. Sobre las “idas al aire” y las demoras en el aire, se alega que es culpa de los controladores, o más bien de sus directivos, ahora militares. O también del rediseño del espacio aéreo para que puedan funcionar simultáneamente AICM y AIFA. Por último, la desaparición de los ubers provendría de las protestas de los taxistas, que efectivamente han perdido mercado, por ser más caros, sucios, viejos y peligrosos.

    El dilema yace en la explicación. En vista de la complejidad del asunto, y de la necesidad de alinear todos estos defectos dentro de una estrategia que llegue a desesperar tanto a la gente que se vaya al Felipe Ángeles, parece una tarea titánica, que exige una coordinación descomunal. Yo me siento con suerte. A pesar de ser pariente del General, de haber crecido con su hijo, mi tío Julio, y con su hija, la tía Chabela, en Hackensack, New Jersey, me congratulo de llegar en 20 minutos al Benito Juárez en la madrugada, cuando salen la mayoría de mis vuelos; de llegar a mi casa en 20 minutos en las noches, cuando aterrizan la mayoría de mis vuelos de regreso a la Ciudad de México; de no documentar casi nunca maletas; de tener siempre a alguien que me recoja. Prefiero mil veces que sobreviva el Benito Juárez, destartalado, apestoso, antiestético y todo, a ir a Toluca o Santa Lucía. No sé otros millones de usuarios qué harán.

    Pero me cuesta mucho trabajo pensar que funcionarios de la ineptitud de la 4T puedan organizar un sabotaje tan completo. Son demasiado inexpertos, desorganizados, inútiles y huevones también para hacerlo. Simplemente no me los imagino sentados en la SCT, o en Gobernación, o en Palacio programando todo esto y vigilando que todo salga... mal. Con mi mente conspirativa y medio paranoica, me encantaría pensar que hay un “malin génie” (Descartes) detrás del suplicio chino de los pasajeros, pero lo dudo. No les alcanza.

    Una nota extraña: Reforma esta semana publica cifras del origen de los migrantes mexicanos deportados de Estados Unidos. Fueron 96 mil entre enero y abril de este año, muchos más que en 2021. Las tres principales entidades de origen fueron Chiapas (11.5 por ciento), Oaxaca (11 por ciento) y Guerrero (10.7 por ciento) https://busquedas.gruporeforma.com/reforma/Documento/Impresa.aspx?id=7936031|InfodexTextos&url=https://hemerotecalibre.reforma.com/20220630/interactiva/RNAC20220630-007.JPG&text=repunta+exodo+mexicano.

    En otras palabras, las fuentes principales de la migración mexicana son ahora los estados más pobres de la República, es decir, donde más se dirigen los programas sociales. ¿Será que las entregas de Sembrando Vida se utilicen para pagarle a los polleros?

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