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"DESDE EL ICAMI"

"¿QUÉ TAN MADUROS CREEMOS SER?"

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    Si bien es cierto que nunca lograremos alcanzar una madurez integral antes de morir, también lo es que en el día a día podemos acrecentarla conociendo y descubriendo aquellos rasgos de inmadurez que podamos tener y que –algunos de ellos- nos pueden ser difíciles de aceptar. De hecho, esta falta de aceptación de nuestros defectos, limitaciones o imperfecciones ya denota falta de madurez por no conocernos tal como somos en realidad, lo mismo sucede cuando no reconocemos nuestros puntos fuertes como lo son las virtudes, habilidades y aciertos. 
    Una clara manifestación de inmadurez se percibe cuando no somos capaces de asumir compromisos, especialmente cuando estos suponen dificultades difíciles de superar o exigen un mayor esfuerzo por cumplirlos. Lo cual nos puede llevar a una baja tolerancia a los problemas, a sacarle la vuelta al sufrimiento o a mostrar una clara inseguridad de nosotros mismos. No digamos cuando reaccionamos de una manera desproporcionada ante aquellas cosas que nos molestan de los demás o cuando las cosas no nos salen como lo esperábamos. 
    Es natural reaccionar ante esas situaciones adversas o que nos contrarían; pero precisamente es allí en donde la madurez del carácter ha de templar nuestro temperamento evitando aspavientos y berrinches exagerados, faltas de respeto, portazos, puñetazos a la pared o al rostro ajeno, guardar silencio sepulcral, desaires, rostros excesivamente desencajados… En fin, nos ponemos de ‘no me toques’, mostrando un alto grado de susceptibilidad ante la cual nadie se atreve a decirnos algo porque nos ‘prendemos’. 
    La madurez tiene múltiples elementos de manera que se podría hablar de madurez integral o, lo que es lo mismo, tener una personalidad integralmente madura. Revisando diferentes estudios al respecto, menciono a continuación algunos de ellos: 
    1) Identidad personal: viviendo con autenticidad, conociéndonos a nosotros mismos y aceptándonos tal como somos con nuestras cualidades y nuestros defectos. 
    2) Madurez intelectual: desarrollando nuestra capacidad de reflexión y teniendo bien formado el criterio que nos permita distinguir lo que es bueno de lo que es malo, lo que nos hace mejores de lo que nos denigra o corrompe. 
    3) Madurez emocional: guardando un adecuado equilibrio y armonía entre las diferentes áreas de valor y formando una voluntad buena y fuerte que nos permita ganar en autodominio y enfrentar las circunstancias adversas o dolorosas.
    4) Seguridad personal: manejándonos con soltura en cualquier situación, sin miedo a equivocarnos y tolerando la frustración ante nuestros fallos. 
    5) Madurez social: siendo flexibles para poder tener apertura de mente y empatía con los demás. 
    6) Actividad equilibrada: conciliando el trabajo con la familia, el descanso, el deporte, la sensibilidad artística y las relaciones sociales. 
    7) Madurez espiritual: viviendo una relación de auténticos hijos de Dios y -para los que somos cristianos- buscando una mayor identificación con Jesús, tratándolo, imitando sus virtudes y viviendo sus enseñanzas.
    Sin llegar a ser un listado limitativo, me parece que forman un elenco de por sí muy completo para tratar de identificar nuestras áreas de oportunidad para conseguir la madurez integral. En el proceso de autoconocimiento personal es recomendable pedirles a las personas que más nos conocen que nos hagan ver las manifestaciones de inmadurez que vean en nosotros y que no alcancemos a percibir. 
    La edad no es sinónimo de madurez porque no garantiza por sí misma haberla alcanzado. La madurez se logra teniendo el buen juicio que lleva a la persona a actuar con prudencia ante las diferentes circunstancias que va viviendo en el día a día con el paso de los años. Es por ello correcta la afirmación que en ocasiones hacemos de “fulanito es maduro para la edad que tiene” porque puede ser un niño de 10 años que se comporta y actúa quizá con mayor madurez que una ‘persona madura’ de 60 años. 
    Todo proceso de maduración lleva su tiempo como lo es también en nuestro caso, por lo que es imprescindible que seamos pacientes con nosotros mismos y con los demás, lo cual no significa tener una actitud pasiva y quedarnos en nuestra zona de confort. Significa más bien que tengamos claros nuestros puntos a mejorar y trazarnos metas pequeñas alcanzables para cada día.
     
    *Director General y Profesor del Área de Antropología y Ética
    ICAMI, Centro de Formación y Perfeccionamiento Directivo, Región Noroeste. 

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