¿Quién mató a Ximena Guzmán y a José Muñoz?

Han pasado más de tres semanas desde el asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, quienes fungían como secretaria particular y asesor, respectivamente, de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada. Sin embargo, hasta el momento no se ha dado a conocer a la sociedad algún indicio sobre la persona u organización que fue responsable de estos crímenes.

Las investigaciones fluyeron con cierta rapidez las primeras horas posteriores a los hechos: se contaba con decenas de cámaras urbanas de videovigilancia y testigos oculares que permitieron rescatar imágenes de los agresores y sus cómplices, se identificó la ruta de escape y encontraron los vehículos utilizados. Pero pronto se llegó a espacios en los que ya no había presencia de cámaras y en los cuales las huellas habían sido borradas por los autores del crimen.

A decir de las autoridades, se trató de una operación en la que se cuidaron los detalles para evitar dar pistas de la identidad de los perpetradores. Por ejemplo, se cubrieron los rostros, cambiaron de vehículos, se usaron vehículos robados con números de serie alterados, se evitó dejar huellas dactilares, el arma no tenía antecedentes y se contó con una ruta de escape, lo cual ha dificultado las investigaciones.

De forma que al pasar de los días la información sobre este caso ha fluido a cuentagotas. Se ha recalcado que las pesquisas continúan, que siguen diferentes líneas de investigación y que los crímenes no quedarán impunes, a la vez Omar García Harfuch ha señalado que no se darán a conocer los avances de la investigación por cautela. Sin embargo, ello propicia dudas y especulaciones acerca de los hechos.

Se llegó a una especie de punto muerto informativo que abre la puerta a dos hipótesis: la primera es que no tienen una pista clara que les permita establecer con suficiente certeza a los responsables y la segunda es que están acercándose a la pista de los perpetradores y dar a conocer información sobre los mismos hará que estos vuelvan a huir, evitado que se haga justicia.

Como País esperamos que se trate de la segunda hipótesis y que sea cuestión de tiempo para que las autoridades den a conocer a los culpables, que aporten más elementos sobre los crímenes y que incluso realicen detenciones. Porque el escenario de la primera hipótesis sería catastrófico para las autoridades, tanto en el nivel Federal como de la Ciudad de México.

Ello implicaría que existen personas u organizaciones criminales con la capacidad operativa para realizar asesinatos de alto nivel contra funcionarios del entorno de la gobernadora más importante del País, cercana a la Presidenta, sin ser descubiertos, logrando la impunidad en el delito.

De hecho, la tardanza en las investigaciones ya está generando críticas respecto a las capacidades de los aparatos de seguridad, inteligencia y procuración de justicia, porque se percibe un nulo avance en las investigaciones o, peor aún, la especulación sobre un presunto encubrimiento de los responsables.

Lo cierto es que, si bien en México la justicia es lenta y la impunidad alta, en la mayoría de los casos que se mediatizan, como es el presente, se suele tener una línea de investigación clara a los pocos días y en muchos casos hasta arrestos de responsables, es decir, la presión de los medios propicia que las autoridades den resultados.

Sin embargo, en este caso en particular preocupa la falta de avances y, en cierta medida, las autoridades están acabando con el umbral de paciencia ciudadana, que exige respuestas que no tienen. Conforme más pasa el tiempo sin resultados, mayor es el daño a la imagen institucional y a la vez crece la sensación de inseguridad.

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El autor es profesor investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila, especialista en seguridad y doctor en políticas públicas por el CIDE.