‘Quiero ser influencer’

ENTRE COLUMNAS
13/09/2021 04:20

    El internet está cambiando el modo en que nos comunicamos, nos relacionamos socialmente, y la forma en que consumimos bienes y servicios. Ahora podemos acceder a todo tipo de información, comunicarnos con miles de usuarios de forma directa, y compartir experiencias y opiniones en tiempo real. En este contexto, se produce el auge de los conocidos “influencers”; individuos que consiguen que sus voces resalten entre una multitud de personas en la red y logran posicionarse como referentes de opinión y comportamiento en un ámbito determinado.

    Un “influencer”, de acuerdo a su traducción literal, es un influyente; es decir la persona que influye sobre otros individuos. En términos sociológicos, es alguien que tiene un alto Capital Social. En la era digital, la influencia de un individuo puede medirse con el número de seguidores que tiene en sus redes sociales, o por el número de likes que generan sus contenidos. El sociólogo Javier Callejo lo llama también “Capital Influencia”. Este tipo de capital puede ser intercambiado por otros capitales como económico, pues los “influencers” monetizan su imagen vendiéndola a marcas, a las que cobran por su comercialización.

    La generación de nuevos jóvenes, comúnmente llamados “millennials”, es la primera que crece rodeada de medios digitales y está acostumbrada a comprar y socializar en línea. Y por supuesto, sus vidas giran en torno a las redes sociales, tales como Instagram, Facebook, Twitter, o Whatsapp.

    En ese mundo virtual, los “influencers” se muestran recibiendo productos gratis, o cobrando por publicar fotografías. Comúnmente son invitados a eventos, fiestas y viajes, suben a la red, un estilo de vida de lujo; paseando en yates, vuelos privados y bebiendo los licores más costosos. Un mundo de ensueño para cualquier joven. Aunque esto solo sea una imagen disfrazada, es lo que los jóvenes tienen en su cabeza, llevándoles a desear ser como ellos. No es casualidad que cuando pregunto a mis alumnos de la licenciatura en ciencias de la comunicación, qué quieren ser cuando se gradúen, respondan: “Quiero ser influencer”.

    Por esa razón, todas y todos los jóvenes –principalmente- buscan tener una gran comunidad de seguidores, un capital influencia que sea de interés para las marcas con las que se desea colaborar. Cuando comienzan a tener grandes comunidades de seguidores y un reconocimiento público en la red, pasan a tener un liderazgo oficial, y se les considera oficialmente como “influencers”.

    Las comunicólogas españolas, Paula Guillot y Elizabeth Soley, hacen una clasificación de acuerdo al alcance que tienen los usuarios, clasificándolos como “micro o macroinfluencers”. Los primeros tienen un alcance 500 a 10 mil seguidores, e influyen en sus contactos más cercanos, sirven de referentes por su experiencia, y aportan una mayor credibilidad sobre un producto o servicio. Los segundos, tienen más de 10 mil seguidores, y pueden influir en un umbral mayor de población.

    Por su parte, la profesora española, Patricia SanMiguel, los clasifica de acuerdo a su tipo de imagen que comparte. Por ejemplo: 1. El “healthy”, estos influencers muestran lo referido a tener un buen estilo de vida en todos los ámbitos posibles, ya sea la alimentación y el ejercicio físico; 2. El “lifestyle””, este tipo de influencer habla, en especial, sobre moda. Lleva sus propios estilos, haciendo referencia a las marcas en sus publicaciones; 3. El cocinero, este tipo de influencers comparten contenido sobre cocina; y 4. El aventurero, en este caso, comparten con sus seguidores las experiencias que han tenido en sus distintos viajes y aventuras.

    En el caso de Mazatlán, en los últimos días me dedique a analizar el contenido y número de seguidores de los perfiles en la red, que se podrían (de acuerdo a recomendaciones de mi pequeño grupo de seguidores) considerar como “influencers”. Basándonos en estas dos clasificaciones mencionadas arriba, tenemos que existen, por su alcance, por lo menos una decena de “macro influencers”, seis de los cuales superan el millón de seguidores. La mayoría de ellas y ellos, se podrían clasificar como influencers de tipo “lifestyle” o “healthies”. Casi todos dan a conocer o venden productos, muestran personalidades y cuerpos atractivos. Son pocas las publicaciones en las que muestran problemas personales o días malos. Presumen de un cuerpo “perfecto”, horas de ejercicio en los gimnasios y continuas sesiones de belleza.

    La misma autora Patricia, citada arriba, se cuestiona: ¿Es posible estar feliz las 24 horas al día, los 365 días del año? Para ella, este tipo de “influencers” pueden terminar obsesionándose por mostrar al mundo una imagen perfecta que atraiga a su comunidad y las marcas, pero son cada vez más los que se plantean dejar las redes sociales por no aguantar la presión, caer en depresión, y en algunos casos hasta el suicidio.

    Finalmente, los jóvenes de hoy en día: la generación de los “post” y las “stories”, en ese afán de hacer pública su vida privada, y mostrando lo “felices” que son, en esa carrera por conseguir más seguidores, podrían llegar a olvidar que la vida no siempre es color de rosa, por mucho que queramos que así sea.

    Es cuanto....

    Posdata: Muchas felicidades a todo el equipo de Noroeste por su 48 aniversario.