Rasgos que heredamos del padre

15/06/2025 04:02
    Más allá del aporte genético, el padre representa una figura esencial en el desarrollo afectivo, psicológico y social de sus hijos. En este Día del Padre, es valioso reconocer no solo el legado biológico que nos transmitieron, sino también el acompañamiento, el ejemplo y el amor que han forjado gran parte de quienes somos.

    La herencia genética es el proceso biológico por el cual los seres humanos reciben información genética de sus progenitores. Aunque madre y padre contribuyen en partes iguales al genoma de un hijo, diversos estudios científicos han demostrado que ciertos rasgos pueden heredarse de forma más directa o predominante del padre. Esta diferencia se debe a factores como la genética ligada al cromosoma Y, la dominancia de ciertos alelos, y mecanismos epigenéticos que influyen en la expresión de los genes según su origen parental.

    Uno de los aportes más evidentes del padre es la determinación del sexo biológico del hijo. Mientras que la madre solo aporta cromosomas X, el padre puede aportar un cromosoma X o un Y, por lo tanto, es el responsable de definir si el embrión será masculino (XY) o femenino (XX). Este hecho convierte al cromosoma Y en una de las principales fuentes de rasgos heredados exclusivamente desde la línea paterna. En particular, el gen SRY (Sex-determining Region Y), presente solo en el cromosoma Y, es el encargado de iniciar el desarrollo de las características sexuales masculinas durante la gestación.

    Pero la herencia paterna no se limita al sexo. Existen otros rasgos que tienen una mayor probabilidad de ser transmitidos por el padre. Uno de ellos es la estatura. Aunque es un rasgo multifactorial, investigaciones genómicas han demostrado que ciertos alelos heredados del padre, como aquellos asociados al crecimiento esquelético, pueden ejercer una mayor influencia en la altura final del hijo. La expresión de estos genes puede variar según si fueron heredados del padre o de la madre, un fenómeno conocido como impronta genómica, en el cual solo uno de los dos alelos (materno o paterno) se encuentra activo.

    Asimismo, la calvicie de patrón masculino representa uno de los ejemplos más reconocibles de herencia genética asociada al padre. Si bien existen genes en el cromosoma X heredado de la madre que están implicados en la sensibilidad al andrógeno (la hormona que provoca la caída del cabello), se ha demostrado que también existen múltiples regiones en el genoma paterno, incluidos autosomas y el cromosoma Y, que modulan significativamente este rasgo. Por lo tanto, los antecedentes paternos son un fuerte predictor del riesgo de desarrollar alopecia androgénica.

    Otro ámbito de estudio relevante en la herencia paterna es la epigenética, la cual se refiere a los cambios heredables en la expresión génica que no alteran la secuencia del ADN. Recientemente, la ciencia ha revelado que el estilo de vida del padre, incluyendo la alimentación, el estrés y la exposición a sustancias tóxicas, puede modificar químicamente el ADN de los espermatozoides. Estas marcas epigenéticas pueden influir en la salud y el desarrollo de la descendencia, incluso sin cambios en la secuencia genética. Estudios en animales han mostrado que factores como una dieta alta en grasas en el padre pueden programar cambios metabólicos en los hijos. Este hallazgo ha cambiado la visión clásica de la herencia genética, al mostrar que la experiencia de vida del padre también deja huella en la biología de sus descendientes.

    Finalmente, también existen trastornos genéticos que se transmiten exclusivamente del padre al hijo, especialmente aquellos asociados al cromosoma Y. Estos incluyen ciertas formas de infertilidad masculina debido a deleciones en las regiones AZF del cromosoma Y, lo cual puede afectar la producción de espermatozoides y, por ende, la fertilidad. Estas alteraciones solo pueden heredarse por vía paterna, y su detección es fundamental en el estudio de la reproducción humana.

    Más allá del aporte genético, el padre representa una figura esencial en el desarrollo afectivo, psicológico y social de sus hijos. En este Día del Padre, es valioso reconocer no solo el legado biológico que nos transmitieron, sino también el acompañamiento, el ejemplo y el amor que han forjado gran parte de quienes somos. La ciencia nos recuerda que una parte de cada hijo vive gracias a la huella genética de su padre; la vida nos enseña que esa huella va mucho más allá del ADN. ¡Feliz Día del Padre, en especial al mío!

    Referencias

    - Berta, P. et al. (1990). Genetic evidence equating SRY and the testis-determining factor. Nature, 348(6300), 448–450.

    - Wood, A. R. et al. (2014). Defining the role of common variation in the genomic and biological architecture of adult human height. Nature Genetics, 46(11), 1173–1186.

    - Soubry, A. (2015). Epigenetic inheritance and evolution: A paternal perspective on dietary influences. Progress in Biophysics and Molecular Biology, 118(1-2), 79–85.