Rebautizar al Archivo Histórico del Congreso
Marthita Arredondo y la memoria legislativa

OBSERVATORIO
    Marthita Arredondo representa la verdadera memoria de la función parlamentaria. Aparte de ser considerada la Diputada 41, sin curul, es el sostén del correcto desempeño camaral desde el protocolo interno hasta el adecuado ejercicio de la representación popular. Ni por asomo alguno de los integrantes de la actual o pasadas legislaturas poseen el conocimiento y destreza operativa de ella y ninguna evocación que se haga del Congreso ha de prescindir de su aporte.

    Aparte de ser un acto de justicia a la memoria de Sinaloa como herencia del pasado que dilucida el presente, la inauguración del nuevo edificio que alberga al Archivo Histórico del Congreso de Sinaloa también debió significar el evento de reconocimiento y gratitud a Martha Arredondo Sandoval, quien es el testimonio más fiel de seis décadas de los trabajos del parlamentarismo local, acompañante y guía de 21 legislaturas. Pero no sucedió, porque a los políticos les funciona más la grandilocuencia en torno a grandes próceres, aun teniendo a la mano a héroes visibles del esfuerzo ejemplar.

    Marthita Arredondo representa la verdadera memoria de la función parlamentaria. Aparte de ser considerada la Diputada 41, sin curul, es el sostén del correcto desempeño camaral desde el protocolo interno hasta el adecuado ejercicio de la representación popular. Ni por asomo alguno de los integrantes de la actual o pasadas legislaturas poseen el conocimiento y destreza operativa de ella y ninguna evocación que se haga del Congreso ha de prescindir de su aporte.

    Difícil la reminiscencia del Constituyente estatal sin que a Arredondo Sandoval se le respete su contribución fundamental. Ha cuidado que al menos 10 gobernadores levanten adecuadamente la mano y digan con énfasis el “sí, protesto” al tomar posesión de sus cargos, e igual le ha enmendado la plana a presidentes de la Mesa Directiva cuando conducen la Cámara hacia alguna torpeza parlamentaria. Es enciclopedia siempre abierta para los asambleístas cuando no sepan qué hacer con la representación popular.

    Cuidando las debidas proporciones, nadie pondría a discusión la contribución épica de Rafael Buelna Tenorio que sustenta la iniciativa de ponerle su nombre al edificio inaugurado el lunes en cuya estructura anidará el Archivo Histórico del Congreso del Estado. No hay lugar para tal digresión tramposa. Tampoco está en tela de juicio que la hoy Jefa del Departamento de Proceso Legislativo es testimonio viviente de lo que ha hecho o dejado de hacer el Congreso desde la segunda mitad del Siglo 20.

    Quienes hayan tomado la decisión de honrar la figura del joven revolucionario que desde el conocimiento y las artes luchó contra las injusticias asestadas a los más desamparados, cayeron en la seducción de bautizar grandes obras mediante la prosopopeya engañosa que destaca legados y allí los deja, en el papel, placas conmemorativas y emocionados discursos. En todo caso, habría que agradecerles que evitaron endilgarles a los espacios públicos la identidad de personajes que a su paso por el servicio público dejaron rastros de lodo y pus.

    Sin duda sí vale la pena la inversión de 87 millones de pesos, de los cuales 41 millones derivan de políticas de ahorros que implementó el Legislativo, logrando los espacios que albergan al Archivo Histórico del Congreso del Estado, 40 oficinas para diputados y contiene exposiciones relacionadas con la riqueza cultural y el desarrollo económico y social. Según dijo Feliciano Castro, presidente de la Junta de Coordinación Política, después del Archivo Histórico de la Nación no hay otro como el de Sinaloa.

    Todo bien, aunque el gasto y la ocasión ameritaban empalmar el realce histórico con la importancia de las contribuciones que llevaron a este momento, no sólo de las legislaturas 63 y 64 sino de las anteriores integraciones del Congreso que son parte del testamento parlamentario. No hubo el tacto político, por ejemplo, para darle un sentido incluyente a la inauguración invitando a los titulares de la Jucopo del pasado o diputadas y diputados que al margen de afiliaciones partidistas marcaron huella positiva a su paso por la Cámara.

    Lo de Marthita Arredondo constituye la omisión involuntaria o deliberada que no hizo el cálculo de honrar al Poder Legislativo enalteciéndola a ella. Es posible que la mujer considerada Diputada 41 no les hubiera aceptado la distinción de que el Archivo Histórico llevara su nombre, sin embargo, habría sido un signo confortador para muchas y muchos sinaloenses que desde la contribución tenaz a causas o instituciones nunca traspasan las barreras del anonimato así sus obras y frutos estén a la vista de la sociedad.

    Pocas veces tendrá Sinaloa a mujeres que, como Marthita, son el alma y el cerebro de acciones de trascendencia general. Detrás de los entretelones del poder dan lo mejor para que aquellos que toman decisiones de impacto colectivo no vayan a errar con consecuencias también para las comunidades. Les ceden el brillo propio a políticos mortecinos que precisan del resplandor ajeno para no pasar desapercibidos en la oscuridad de las incompetencias.

    En fin, qué bien le habría venido al Congreso del Estado que la nueva casa de su Archivo Histórico fulgurara por la trayectoria y lustre de la mujer que es testigo de diputaciones levantadedos, aplanadoras legislativas y bancadas que se integran o disuelven mediante saltos de una fuerza política a otra.

    Reverso

    Aunque no le obsesiona eso,

    Debe estar segura Marthita,

    Que su historia en el Congreso,

    De antemano queda inscrita.

    La mujer ángel

    Donde haya un periodista atacado en sus derechos fundamentales allí estará María de los Ángeles Moreno Vargas exigiendo justicia con la voz fuerte y el abrazo fraternal a la vez. Ante el colega caído ella despliega todos los ángeles que su nombre invoca para blindar a quien necesita del amparo gremial y de la Constitución. Honor a quien honor merece, el Club Rotario de Culiacán Sol le otorgó el merecido reconocimiento por su calidad humana, perseverancia y amor a la familia, valores ejemplo para nuestra comunidad. Debemos sentirnos muy orgullosos los periodistas.

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    sicairos6204@gmail.com

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