Recesión económica e inflación también tendrán consecuencias sobre nuestra salud

    La salud mental positiva es un estado de calidad de vida en donde un individuo es capaz de reconocer sus propias habilidades, lidia con el estrés normal de la vida diaria, trabaja productivamente, y contribuye con su sociedad. Una buena salud mental permite tener una flexibilidad cognitiva y emocional, las cuales son las bases para las habilidades sociales y la resiliencia ante el estrés. El capital mental es de vital importancia para las familias, la comunidad, y una sociedad funcional.

    Organismos internacionales como el Banco Mundial o el FMI consideran una recesión global como un año en el que un ciudadano global promedio experimenta una caída en el ingreso real. Entre esas profundas contracciones económicas globales de las últimas décadas destacan las de 1975, 1982, 1991, y 2009.

    La pandemia de Covid-19 y los confinamientos derivados de ella (además de la guerra en Ucrania, el confinamiento económico de China, la caída de la bolsa, entre otros) han precipitado con una velocidad sin precedente una probable recesión económica global.

    La duración y profundidad de la recesión que se avecina aún están por definirse, no obstante, algunas de estas disrupciones económicas y sociales ya son tangibles. A nivel global, decenas de millones de personas están en riesgo de caer en la pobreza extrema, el número de personas en estado de desnutrición oscila entre los 690 millones de personas (se estiman otros 132 millones más para el fin de este año), millones de negocios están en riesgo de desaparecer, y la mitad de los 3.3 mil millones de individuos que pertenecen a la clase trabajadora están en riesgo de perder sus medios de subsistencia.

    El desempleo, la incertidumbre, y la escasez económica han incrementado sustancialmente, afectando no sólo el bolsillo de millones de familias, sino también su salud, principalmente la salud mental.

    La salud mental es un componente inherente de la salud pública y afecta significativamente a las naciones y a su capital económico, social, y humano. La salud mental no es solamente la ausencia de problemas mentales, también es un recurso necesario para promover la productividad y la calidad de vida.

    La salud mental positiva es un estado de calidad de vida en donde un individuo es capaz de reconocer sus propias habilidades, lidia con el estrés normal de la vida diaria, trabaja productivamente, y contribuye con su sociedad. Una buena salud mental permite tener una flexibilidad cognitiva y emocional, las cuales son las bases para las habilidades sociales y la resiliencia ante el estrés. El capital mental es de vital importancia para las familias, la comunidad, y una sociedad funcional.

    Así como con los individuos, la sociedad es vulnerable ante factores estresantes como las crisis económicas. Estas pueden desestabilizar los presupuestos dedicados a servicios públicos y afectar rubros como la educación y sistemas de salud.

    Lamentablemente, los efectos derivados de las crisis económicas tienden a afectar a grupos vulnerables como los niños, jóvenes, familias monoparentales, desempleados, minorías étnicas, y adultos mayores. Justo como ha ocurrido en otras recesiones económicas, los efectos sobre la salud mental son diversos e incluyen un aumento en las tasas de depresión (1.5 más probabilidades de sufrirla), suicidio (aumento del 1.3 por ciento por cada punto porcentual que aumenta la tasa de desempleo), violencia doméstica (incremento 14 por ciento), abuso de sustancias (incremento 28 por ciento), muertes por sobredosis (incremento 7 por ciento), deserción escolar, entre otras (https://doi.org/10.1186/s12889-016-2720-y). Las consecuencias de estos efectos tienen repercusiones a corto, mediano, y largo plazo.

    A pesar de este lúgubre escenario, los datos (la ciencia) revelan que algunas políticas públicas dirigidas a proteger el bienestar social pueden aumentar la resiliencia de las comunidades y la sociedad ante los choques económicos, y, por ende, se pueden mitigar los efectos que tienen sobre la salud de la sociedad (https://doi.org/10.1016/j.childyouth.2020.105772).

    Esto es importante no solo desde el punto de vista de salud, sino también económico. La salud mental de una sociedad también tiene efectos significativos sobre la economía (pérdida de la productividad).

    Dentro de estas políticas públicas destacan programas activos del mercado laboral dirigidos a ayudar a las personas a mantener o recuperar sus trabajos, medidas económicas de soporte familiar, restricciones en el consumo de alcohol, programas de alivio de deudas, y acceso a servicios de salud mental, entre otros.

    Los efectos de las caídas económicas sobre la salud mental (y general) de una sociedad son mucho menores en naciones con fuertes redes de seguridad social. Aún estamos a tiempo de ponerlos en marcha para mitigar los efectos sociales, económicos, y de salud que tendrá esta crisis mundial.

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