Gnozin Navarro
‘Todas las artes que practicamos son aprendizajes.
El arte verdaderamente grande es nuestra vida’.
El arte verdaderamente grande es nuestra vida’.
Mary Caroline Richards
En general, la gente cree que la vida creativa está basada en fantasías. Pero la verdad es mucho más difícil: la creatividad está basada en la realidad, en lo particular, en lo que está bien enfocado, bien observado o imaginado en toda su especificidad.
A medida que perdemos la vaguedad sobre nosotros mismos, nuestros valores y nuestra situación vital, nos vamos poniendo a disposición del momento presente. Es aquí, en lo particular, donde conectamos con el yo creativo. Hasta que no experimentamos la libertad de la soledad, no podremos conectar de verdad. Puede que estemos en camino, pero aún no nos habremos encontrado.
El arte se halla en el momento de ese encuentro: conocemos nuestra verdad y nos conocemos a nosotros mismos y conocemos nuestra expresión. Nos volvemos originales porque nos convertimos en algo específico: un origen del que fluye la obra.
A medida que ganamos —o recuperamos— nuestra identidad creativa, perdemos ese yo falso que sustentamos. Pero la pérdida de este falso yo puede resultar dolorosa. Cuanto más sientas que estás en tierra de nadie, más seguro puedes estar de que el proceso funciona. Tú eres tu propia tierra prometida, tu nueva frontera. Estos cambios vienen acompañados, la mayor parte de las veces, por cambios de gusto, relaciones interpersonales y de percepción. Una de las señales más claras de que está sucediendo algo saludable es el impulso de limpiar, organizar y descartar ropa, papeles y viejas pertenencias. Al desprendernos de una vieja camisa, migramos de piel que bien puede simbolizar baja autoestima.
Al deshacernos de lo viejo y de lo que ya no funciona posibilitamos espacio para algo nuevo y más conveniente. Un armario lleno de ropa vieja no invita a que llegue ropa nueva; en una casa a rebosar de chucherías que has ido guardando por si acaso, no hay espacio para las cosas que realmente podrían dar brillo al día de hoy.
Renovarte implica pues, abandonar viejas costumbres, relaciones y pertenencias para abrirte a las posibilidades que se adecuen mas a la nueva versión de ti.
Quedo con Dios y contigo.