Repensar la policía y la prensa en un estado democrático
“Antes pensaba que los periodistas eran muy irrespetuosos. Pero ha cambiado de un tiempo para acá y también creo que lo que falta es la comunicación y si cada quien pone de su parte se puede hacer el trabajo como se debe”.
Testimonio anónimo de hombre en función policial en Santiago, N.L.[1]
“Tanto polis como periodistas somos primera línea. Hay que dejar en claro la corresponsabilidad entre gremios, porque hasta ahora seguimos buscando o tratando de culpar al gremio opuesto”.
Testimonio anónimo de mujer periodista en Tlaxcala, Tlaxcala[2]
Decir que México, como muchos otros países de América Latina, tiene zonas de riesgo es, por mucho, una obviedad. Con sólo decir que 20 de las 50 ciudades consideradas “más peligrosas del mundo” se encuentran en México, según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal se puede tener claridad de esta noción de riesgo. Quizá lo que es menos obvio es que existen ciertos gremios que, lejos de tomar medidas de seguridad y de retirarse de estos contextos, están “obligados” a acercarse: personal médico y de emergencias como los bomberos, así como la policía y la prensa.
La violencia ha afectado profundamente a los últimos dos. Del 2018 al 2024 Article 19 hemos documentado al menos 56 asesinatos de periodistas por su labor, convirtiéndolo en uno de los países más letales contra la prensa fuera de países en guerra, prácticamente sólo detrás del aniquilamiento sistemático de periodistas en Palestina. La policía, sobre todo a nivel municipal y estatal, tiene riesgos desproporcionados. Causa en Común reporta que entre 2018 a octubre 2024, han asesinado al menos 2 mil 269 policías o ex policías en todo el país, un promedio de más de un policía cada día. [1]
Es en este entendimiento que es preciso reflexionar sobre el rol de periodistas y policías en contextos como delitos de alto impacto, episodios de violencia, e inclusive protestas: “Todos, al final de cuentas, estamos en el mismo lugar por distintas situaciones. Antes se hacían hasta caravanas, incluso entre policía y periodistas. ¡Nos íbamos acompañando! Eso se perdió”. [2]
Existen múltiples factores que han afianzado el debilitamiento de la relación entre policías y periodistas. Primeramente, desde el sexenio de Calderón hasta la fecha los gobiernos mexicanos han prácticamente abandonado la seguridad pública civil para tener un enfoque de seguridad nacional militarizada, con un rol cada vez mayor del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional. Es más, México Evalúa a principios de noviembre indicó que el gasto destinado al Estado de derecho será uno de los más bajos en 15 años. Reducciones o limitaciones presupuestales a la seguridad desde la visión de lo civil implican menos recursos para capacitaciones y entrenamientos, menos materiales de protección y menor capacidad de reacción a largo plazo.
Un segundo factor a considerar es la polarización social, y la estigmatización contra el gremio periodístico y policial. ¿Cuántas veces en México no se vincula a la idea de la policía con la corrupción y las “mordidas”? ¿Cuántas veces no se ha estigmatizado de “vendidos” o “chayoteros” a periodistas?
Para ello, y con la intención de repensar los roles de ambos gremios, Article 19 México y Centroamérica y la Universidad de la Policía en Sinaloa, la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Tlaxcala, así como las secretarías de Seguridad de los municipios de Apodaca, Montemorelos, General Escobedo, Guadalupe, Monterrey, San Nicolás, San Pedro, Santa Catarina y Santiago, Nuevo León, iniciaron un proyecto en conjunto para afianzar diálogos entre policías y periodistas, en materia de actuación, protocolos de seguridad, y buenas prácticas de entendimiento.
El proyecto forma parte de un programa regional en América Latina liderado por el Centro de Ginebra para la Gobernanza del Sector de Seguridad (DCAF) en Colombia, Ecuador, Honduras, Perú y México. Todo esto con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Federal de Alemania.
Desde el año pasado, en conjunto nos hemos capacitado más de 200 periodistas y más de 400 policías en materia de derechos humanos, libertad de expresión y sus límites, y protocolos policiales. Además de talleres, tuvieron lugar 14 encuentros de resignificación guiados por Ernesto López Portillo Vargas, en donde se dialogó sobre la relación estructural en materia de seguridad y comunicación pública, reconociendo que una policía democrática debe entender el papel del periodismo como garante del derecho a la información, no como adversario. La participación de autoridades estatales, mandos operativos y comunicadores ha permitido abrir un espacio inédito de cooperación basado en el respeto, la transparencia y la rendición de cuentas.
Existen aún diversos retos para lidiar con la violencia. Y aún existen múltiples episodios que desatan agresiones contra la prensa en protestas y otros espacios de cobertura. En este contexto nacional donde la desconfianza entre las fuerzas de seguridad y la prensa ha sido fuente constante de tensiones y riesgos, el trabajo conjunto impulsado por todas las partes representa un paso significativo hacia la reconstrucción de un vínculo indispensable para la seguridad ciudadana y la democracia.
Este proceso ha cumplido el objetivo de generar capacidades institucionales, comprensión mutua y próximamente se estarán presentando varías guías de actuación con el objetivo de reducir la conflictividad y fortalecer la libertad de prensa. Este proceso, sostenido por el compromiso y el apoyo técnico de la cooperación alemana, demuestra que sí es posible construir confianza entre quienes cuidan el orden público y quienes documentan la realidad. La seguridad y la libertad de expresión no son objetivos opuestos, sino que deben repensarse como pilares complementarios de un Estado verdaderamente democrático.