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"ALDEA 21"

"Resignación y esperanza"

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ALDEA 21

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    @vraladapa

     

    Todo parece indicar que hasta el momento no se refleja una respuesta positiva al llamado de las autoridades de salud para que la población asuma, con responsabilidad y respeto, la aplicación de todas las medidas de seguridad y cuidados que se requieren para la recuperación gradual de las actividades laborales, económicas y sociales que permanecieron suspendidas por alrededor de cuatro meses.

    Tanto el Gobierno federal como el estatal en Sinaloa, han mantenido la convocatoria para que la ciudadanía y sus familias continúen con extremos cuidados para evitar la propagación del virus del Covid-19; el día de ayer el Gobierno municipal de Culiacán inició una campaña de prevención para intentar frenar los altos índices de contagios en la capital de estado. Se espera que la respuesta de parte de la población sea favorable, sin embargo en los últimos días, al menos a la mitad de la población que sale de sus casas, no parece importarles el uso del cubreboca, ni la sana distancia, por mencionar tan sólo dos comportamientos indispensables para evitar un rebrote de contagios y lograr disminuir en lo mínimo posible esta pandemia que pone en verdadero riesgo la vida de la población vulnerable a este virus, quedando prácticamente desamparados ante una conducta social irresponsable y casi generalizada, en este regreso a la llamada nueva normalidad.
    La esperanza de que disminuya el riesgo de contagios y fallecimientos parece reducirse ante el comportamiento irracional de una gran cantidad de jóvenes y familias que acuden a los espacios públicos sin respetar los nuevos protocolos sanitarios de convivencia y cuidado mutuo, necesarios para lograr revertir la tendencia de esta pandemia. Sin embargo, pareciera ser otra la idea que alienta a las personas cuando salen de sus casas a la vía pública, comercios e instituciones de gobierno; es evidente la manera de cómo miles de personas actúan de manera irresponsable e inconsciente ante la crisis del coronavirus en Culiacán, una ciudad que presenta un elevado índice de contagios y al mismo tiempo mantiene una suerte de resignación y esperanza en la población, ante un inexplicable comportamiento social de los culiacanenses, que sale, nuevamente, de nuestra comprensión.
    El filósofo alemán Friedrich Nietzsche, en su libro “Humano, demasiado humano”, anota sobre la esperanza, un pasaje de la mitología griega sobre la caja de Pandora. Para Nietzsche, Pandora entregó un presente de los dioses a los hombres; una caja llena de todos los males existentes, un presente bello en apariencia y seductor; que al abrirse dejó salir juntos todos esos males; desde entonces revolotean alrededor de nosotros y nos mortifican noche y día. Sólo un mal no se había escapado de la caja; y siguiendo la voluntad de Zeus, Pandora la arrojó al vacío quedando guardada en ella la mayor de las infelicidades: la Esperanza. Zeus quería, en efecto, que el hombre, cualesquiera que fuesen lo males que soportara, no echase lejos de sí el de la vida, para que así tuviera que dejarse torturar siempre de nuevo. Por esto es por lo que dejó al hombre la esperanza, y la esperanza es en verdad, nos dice el filósofo alemán, el peor de los males, porque prolonga los suplicios de los hombres. Algo así pareciera estar sucediendo entre nosotros, la pandemia y la interpretación de nuestra realidad actual.
    La resignación por otra parte se asume ante la incapacidad de poder cambiar el comportamiento de las personas en esta terrible calamidad que mantiene en la intimidación a todos aquellos que por su condición vulnerable de salud, significa un azaroso temor que tiene que ver con la vida y la muerte.
    Una esperanza que como interpreta el pensador Nietzsche, se trata de una esperanza que nos ofrece repetidamente incertidumbre y orfandad ante una “nueva normalidad”, que no parece ser tan normal, y al mismo tiempo, a una resignación que nos acorrala, nos encierra en la negación y el miedo, provocando una evidente insensatez y un imperturbable egoísmo por la falta de empatía y compasión para quienes necesitan de nuestra protección y ayuda en estos momentos. Una esperanza y una resignación que lleva su propia gráfica ciudadana a favor y en contra de sí misma. Consecuencias inesperadas de última hora que nos indican que el aprendizaje será lento, difícil, doloroso e irreparable para muchos.
    Un complicado y tal vez largo trayecto nos espera mientras se descubre la cura para acabar con esta crisis de salud. Por ello considero que es el momento de las instituciones y el de la sociedad organizada; el de la conformación de comités de bioseguridad en colonias, comunidades, centros de trabajo, comercios y espacios públicos. Una convocatoria que bien pudiera plantearse al propio Presidente la República este próximo miércoles en su visita a Culiacán: que exhorte a la conformación de Comités de Bioseguridad constituidos por ciudadanos, respaldados por los tres órdenes de Gobierno, empresarios y organizaciones sociales. Edificar una esperanza, no desde la espera sino desde la acción conjunta y solidaria que supere la resignación y fortalezca los lazos comunitarios para vencer la amenaza y evitar los daños que se advierten todavía por la pandemia, no veo otro camino.
    Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo viernes.

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