Es normal que se abandone una empresa, objetivo, sueño o meta ante los reveses y fracasos de la vida; sin embargo, es la peor tentación y estrategia a tomar. Los triunfos no se alcanzan en los primeros escarceos del combate, de ahí que sea muy importante resistir, insistir, persistir y jamás desistir, como escribió Rudyard Kipling en uno de sus poemas:
“Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir, cuando ofrezca tu camino solo cuestas que subir, cuando tengas poco haber, pero mucho que pagar, y precises sonreír aun teniendo que llorar, cuando ya el dolor te agobie y no puedas ya sufrir, descansar acaso debes ¡pero nunca desistir!... Lucha, pues por más que tengas en la brega que sufrir, cuando todo esté peor, más debemos insistir”.
Los grandes autores y creadores han debido soportar el inclemente desierto de las burlas y el rechazo. Perseverar con entrega y esperanza, a pesar de sufrir las sátiras y el escarnio, es la llave que abate los cerrojos de la celda de la derrota.
El 17 de febrero de 1904, el estreno de la ópera Madama Butterfly en el Teatro Alla Scala, de Milán, fue un completo fracaso. Empero, Giacomo Puccini, el afamado músico y compositor, no se amilanó ni frustró. Con decepción abrigada por el entusiasmo, le escribió a su amigo milanés, Camillo Bondi:
“Con alma triste pero fuerte les digo que fue un linchamiento de verdad. Esos caníbales no escucharon una nota. Qué horrible orgía de locos, picos de odio. Pero mi Mariposa sigue siendo lo que es: la obra más sentida y evocadora que jamás haya concebido. Y tendré mi venganza, verás, si la doy en un entorno menos vasto y menos saturado de odios y pasiones”.
¿Resisto, insisto, persisto y no desisto?
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