La palabra muleta es diminutivo del cuadrúpedo que proviene del cruce de asno y yegua, por lo que podría significar pequeña mula. Se trata de un aparato formado por dos palos largos y un travesaño en la parte superior que sirve para que descanse la axila. Es, pues, un instrumento adecuado para ayudar a caminar a quien tiene algún problema en sus extremidades inferiores.
No es sencillo caminar con muletas; no se acostumbra uno a apoyarse en los palos, además de que se requiere fortaleza física en los hombros y brazos. Sin embargo, constituyen un gran apoyo para superar la dificultad motriz (otras personas preferirán una andadera o un patín).
En la tauromaquia también se le llama muleta al paño de color rojo que utiliza el torero en lugar del capote en el último tercio de la corrida, debido a que es más pequeña y permite manejarla con una sola mano para acomodar al toro.
En el terreno del discurso y la expresión oral es muy común el uso de “muletillas”, o palabras innecesarias que molestan por ser tics verbales, pero en las que se sostiene y apoya quien improvisa, al no poder hilvanar de manera fluida su intervención.
Bertolt Brecht escribió una narración titulada “Las muletas”, sobre una persona que no pudo caminar durante siete años y acudió con el gran médico, quien le preguntó: “¿Por qué llevas muletas?” El enfermo respondió: “Porque estoy tullido”.
El médico le dijo: “Prueba a caminar sin muletas. Son esos trastos los que te impiden caminar”. Acto seguido, le quitó las muletas y las rompió. El enfermo señaló: “Ahora estoy curado. Camino con normalidad... he aprendido que en la vida lo importante es romper las muletas, y ayudar a que otros también rompan las suyas”.
¿Rompo mis muletas?
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