Hay un video titulado “Qué es un paradigma”, en el que científicos encierran cinco monos en una jaula. En el centro colocan una escalera y sobre ella un racimo de plátanos.
Cuando un mono sube para tomar uno, los demás son bañados con agua helada. Así sucede varias veces, hasta que los monos golpean al compañero que sube a coger plátanos. Y ya ninguno pretende subir.
Los científicos cambian a uno de los monos y el nuevo pretende coger plátanos, por lo que es sometido al castigo. Así sucede a los nuevos monos que introducen a la jaula, hasta que ya ninguno sabe el motivo de la golpiza. Las cosas han de seguir así aunque ninguno sepa la razón.
Los paradigmas nacen, precisamente, cuando se cree que las cosas no se pueden hacer de otra forma. “Los paradigmas son sencillamente patrones psicológicos, modelos, mapas que nos valen para no perder el rumbo en la vida. Nuestros paradigmas pueden ser útiles e incluso pueden salvarnos la vida si hacemos un uso apropiado de ellos. Pero también pueden llegar a ser peligrosos si los consideramos verdades inmutables que valen para todo, y los utilizamos como filtros de la información nueva y de la mudanza de los tiempos a lo largo de nuestra vida. Aferrarse a paradigmas obsoletos puede paralizarnos mientras el mundo avanza”, expresó James. C. Hunter.
“Pensad -añadió- en los antiguos paradigmas: el mundo es plano, el Sol se mueve alrededor de la Tierra, la salvación se consigue siendo una buena persona, las mujeres no deben votar, las personas de color son inferiores, las monarquías deben gobernar los pueblos, no se deben llevar botas blancas de tacos en un campo de futbol, el pelo largo y los pendientes son cosas de mujeres...”.
¿Me atrevo a romper paradigmas?
rfonseca@noroeste.com
Twitter: @rodolfodiazf