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"Buhedera"

"Sarcasmos"

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BUHEDERA

    La guerra es una actividad en la que jóvenes que no se conocen ni se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que sí se conocen y sí se odian pero que no se matan entre sí.
     
    El indispensable prescindible
     
    En la Buhedera de ayer expuse la tesis conspiranoica del periodista neoyorkino Lionel, de que Trump no es más que el caballo de Troya que algún grupo secreto usó para derrotar a Hillary y meter en la Casa Blanca a quien ven como un verdadero operador dócil a ellos (pero que jamás habría ganado por sí mismo una elección de esa envergadura): Mike Pence, hoy el Vicepresidente y perfectamente ubicado para suceder a Trump en caso de que éste desaparezca por cualquier razón (destitución, enfermedad, renuncia, muerte, abducción por ovnis, lo que sea). 
     
    Si la tesis de Lionel te parece truculenta, debo recordarte que hay precedentes cercanos en la vida real gringa reciente. El más obvio, el caso del Vicepresidente Lyndon B. Johnson, quien asumió la presidencia tras que asesinaron a Kennedy (por eso muchos señalan a LBJ como sospechoso según la venerable e infalible pregunta Cui bono?, ¿quién se beneficia?). 
     
    En la exposición de su tesis conspiranoica, Lionel recurre a un descarnado juego de palabras y acuña el adjetivo “dis-Pence-able” (prescindible) para denominar a Trump y su presunta sustitución anunciada por Mike Pence (quien ya se alineó con la globalista OTAN, en oposición directa y radical de su dizque jefe Trump, quien ha sido más que crítico de ese fósil geopolítico de la guerra fría). 
     
    El asunto se complica porque a Pence, entiendo, Trump no lo puede despedir sin más (como al resto de su gabinete) pues no fue verticalmente designado sino democráticamente electo. ¿O la orden del Olimpo es que Trump se dedique a la política interior y deje la exterior a Pence? ¿Que Trump se consagre a satisfacer (en la medida de lo posible) a las masas de gringos encabronados-desempleados-empo brecidos-bocabajeados que votaron por él, mientras sus adultos mayores del Olimpo se encargan del escenario internacional y sus lucrativísimas guerras? 
     
    Hilarante: ¿el Presidente haciendo labores de Vicepresidente, mientras éste cumple las de Presidente?
     
    Sangre roja, sangre azul
     
    Iñaki Urdangarín tiene 49 años, es ex balonmanista (handball) de 1.97 de estatura, participó en el seleccionado español en juegos olímpicos, ganó numeroso torneos, es máster en Business Administration, padece sordera total, tenía en Telefónica un sueldo anual de 1.5 millones de euros más gastos de representación por 1.2 millones (total 2.7 millones de euros, $59 millones de pesos mexicanos, casi $5 millones al mes, $222 mil por cada día hábil), le corresponde por derecho propio el tratamiento de Excelentísimo Señor, y es todavía el esposo de la Infanta Cristina de Borbón.
     
    Iñaki acaba de convertirse en el primer familiar (yerno) de un Rey que es condenado a prisión (6 años y 3 meses, más 7 años de inhabilitación especial y multa de 513,553 euros, por prevaricación, malversación de caudales públicos, fraude a la administración pública, tráfico de influencias y dos delitos fiscales). 
     
    Resumen del caso: 
     
    “El diario El País encontró un documento de un presupuesto sospechoso por un evento internacional que el instituto Nóos organizó cuando Urdangarín llevaba su gestión (2004-2006). https://es.wikipedia.org/wiki/I%C3%B1aki_Urdangarin - cite_note-precios-23 Se cree que Urdangarín persuadió a varias administraciones públicas (principalmente gobiernos de comunidades autónomas) para firmar acuerdos con este instituto (que se suponía una organización sin ánimo de lucro) tanto por trabajos que nunca se hicieron, como otros con presupuestos desorbitados de hasta 5’800,000 euros provenientes de administraciones públicas”. 
     
    Me dice un amigo madrileño: “Lo realmente bochornoso es que la señora Infanta haya salido absuelta de las mismas acusaciones”. Y es que según algunos observadores, ella era tan culpable como él. En fin, la Infanta no salió sin raspaduras; tiene que pagar 265,088 euros (casi $6 millones de pesos mexicanos). 
     
    Pero bueno, la moraleja parece ser la vieja maldición incaica: ante la ley todos somos iguales, pero unos son más iguales que otros.
     
     
     

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