"Sarcasmos"
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Existen dos posibilidades: que estemos solos en el Universo o que no. Ambas son igual de terroríficas.
Numerología mexicana
¿Te has fijado en que los mexicanos usamos mucho los números en el habla coloquial? Me quedé de a 6. Se te acabó el 20. Me cayó el 20. Pues ahí estuvo 2-3. Me anda del 1. Me anda del 2. Es un amigo de primera. Somos ciudadanos de segunda. Es un tipo de tercera. Es de segunda mano. Es un hotel de cuarta. Le pusieron un 4. Me la pasé de 10. No le busques 3 pies al gato. Agarró su segundo aire. La tercera es la vencida. No hay quinto malo. Salió con su domingo 7. Estás a 2 de que... No das ni 3 pesos por... Bájale 3 rayitas. Hicimos la visita de las 7 casas. Cada tercer día. No traigo ni quinto. Cuenta hasta 10. En un 2X3. Te quiero mil. Qué salir ni que 8 cuartos. ¡Cero qué ver! Mil gracias. Ese lugar queda en la quinta chingada. Ando en la quinta pregunta. Una no es ninguna. Me siento 2-3. Matar 2 pájaros de una pedrada. ¡Hoy estoy al 100! Del uno al 100, ¿cómo estás? Eso es lo bueno de los números: que siempre podemos contar con ellos.
Un imperio guerrero
Bueno, eso es un pleonasmo porque nunca ha habido un imperio que no sea guerrero. En fin, en los 241 años desde su fundación en 1776, Estados Unidos ha estado en guerra durante 224 de esos años (el 93 por ciento del tiempo).
Chivos y chicas
En 2015, John McEnroe, el otro niño gringo berrinchudo del tenis (junto a Jimmy Connors, siete años mayor), figura suprema del deporte entre 1979 y 1984, hizo esta declaración políticamente incorrecta que puso histéricos a los (y las) fanáticos (y fanáticas) de la “igualdad de género”, feroces promotores de la opinión de que una mujer puede hacer igualmente bien cualquier cosa que haga un hombre. En respuesta a la pregunta directa de un reportero, McEnroe dijo que probablemente podría derrotar en la cancha a la campeona del momento, la súper estrella Serena Williams, entonces de edad 33, pero que seguramente sería demolido por ella en un ring de boxeo. Por su parte, doña Serena, mucho más sensata que los (y las) fanátic@s feministas, declaró hace cuatro años que ella rechazaría jugar un partido de exhibición contra Andy Murray, el campeón masculino de ese momento, por la simple razón de que él es un hombre y ella una mujer. Dijo: “Para mí, el tenis masculino y el tenis femenino son casi por completo dos deportes distintos. Si yo aceptara jugar contra Andy Murray, yo perdería por 6-0 y 6-0 en cinco o seis minutos. Los hombres son mucho más rápidos, sacan más fuerte, le pegan más fuerte a la pelota”. Se ve que doña Serena ya aprendió de la experiencia de 1998, cuando ella y su hermana Venus desafiaron a cualquier tenista masculino, rankeado debajo de los primeros 200. Un tenista alemán, Karsten Braasch (que ocupaba el lugar 203 mundial), aceptó el reto. Se dice que jugó contra ambas hermanas después de completar una ronda de golf y de tomarse dos cervezas. Derrotó a Serena 6-1 y a Venus 6-2. En fin, es un hecho que hombres y mujeres son diferentes en muchos aspectos, pero no hay manera de convencer de ello a los (y las) rabiosos (y rabiosas) militantes de la “igualdad de género”, para quienes el término “diferente” es solo un disfraz cobarde que busca enmascarar los adjetivos “mejor” y “peor”.
¿Sabes quién tiene más acciones que su dizque creador Mark Zuckerberg? El banco central de Suiza, con 127 mil millones de francos (entre acciones en Facebook y en otras compañías). ¿Y qué recontracoños tiene que hacer un banco central como inversionista de ninguna firma (trasnacional o no)? En todo caso, es “dinero virtual” que saca del aire. Esa es la maravilla de un banco central: con nada compras todo.
